OPINIÓN
Es sabido que casi siempre nuestras acciones generan sus reacciones y estas pueden ser adecuadas o desmesuradas. Pues bien gracias a algunos momentos vividos recientemente y a algunos mensajes que me han llegado he abierto los ojos y he visto la luz.
Y hoy desde mi humildad quiero pedir disculpas.
Si, quiero pedir disculpas por haber sido librepensadora. ¿Cómo pude permitirme no seguir los dictados políticos y sociales establecidos por orden divino e ir por libre sin tener en cuenta los caminos ya decididos para mí? Que equivocada estaba!
Pedir disculpas por haber sido feminista. Ser feminista atenta contra el orden establecido de las cosas y eso siempre genera frustraciones entre aquellos que quieren mantenerlo intacto para que todo siga igual y su supremacía siga intacta. El feminismo en sí mismo es peligroso para el sistema de privilegios que el patriarcado impone y eso se ha de acabar. Las feministas estamos locas y menos mal que abrí los ojos!
También quiero pedir disculpas por posicionarme claramente por el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestra maternidad. Y es que a menudo se me olvida que en los textos sagrados a las mujeres se nos otorga, de entrada un papel siempre subsidiario al de los hombres y el rol de madre es irrenunciable y un deber como mujeres sin el cual no podemos sentirnos mujeres completas. ¿Cómo podemos exigir control sobre nuestro propio cuerpo si ese mismo cuerpo es el que está destinado a la procreación y al placer de los hombres?, ¿Cómo es posible que se me haya olvidado que la premisa de ser mujer es la de ser madre sí o sí y por tanto el único objeto que tiene mi cuerpo es el de ser bello para gustar y después gestar para el hombre que me haya elegido? De verdad que a veces me avergüenzo de mis propios posicionamientos vitales. He de reflexionar y decidirme de una vez a perder kilos, ponerme bella y llevar cada día taconazos de vértigo aunque me destrocen la espalda para que un hombre como dios manda se fije en mí y, a pesar de mis recién cumplidos cincuenta y un años me elija para ser su fuente de placer y quién sabe si aún la madre de sus hijos. He de renunciar a mi egoísmo de vivir sola y aprender que no me pertenezco a mí misma, que el hombre de mis sueños, mi príncipe azul está ahí fuera. Quizás con la altura que me den los tacones sea capaz de encontrarlo.
Ah! se me olvidaba también pedir disculpas por tener durante tantos años un discurso crítico con las políticas que se han hecho para prevenir las muertes de las mujeres a manos de sus santos maridos. Seguro que ellas eran malas y ellos debían corregirlas para que volvieran al redil de lo correcto y volvieran a ser las amantísimas y entregadas esposas que se esperaba que fueran. Pero ¿Que esperaban ellas con sus desmanes? pues eso, ser corregidas y ya sabemos que la letra con sangre entra.
Tampoco quiero olvidarme de pedir disculpas por haber criticado a quienes desde posiciones de izquierdas se han mostrado críticos por acción u omisión con los discursos emancipatorios de las mujeres. A veces se me olvida que los hombres son siempre hombres y es normal que exijan sus privilegios más allá de sus posicionamientos políticos. ¿Cómo pude llegar a pensar que la política estaba por encima de los privilegios que el patriarcado ha otorgado siempre a los hombres? De verdad que a veces soy una ilusa y también por eso quiero pedir disculpas. Y pedirlas por llegar a pensar que encontraríamos en algunos compañeros de la llamada izquierda política y social las complicidades necesarias para poder desmontar cualquier tipo de desigualdad o de discriminación que existiera entre las personas más allá de su sexo, género, color de piel, religión, orientación sexual, etc… Pero qué equivocada estaba al pensar semejante planteamiento! El orden es el orden patriarcal, el que nos marca las pautas de lo que somos y cómo hemos de seguir siendo. Hacer, decir o pensar lo contrario es totalmente antinatural y por ello y de nuevo pido disculpas.
No quiero olvidarme de pedir específicamente disculpas a algunos compañeros (que gracias a dios son pocos) que llegaron a creerse los postulados feministas en los que milité. Pobres. Es normal que se les vea como a marcianos por parte de sus compañeros varones. Y es que lo son. ¿Cómo van a renunciar a sus privilegios por apoyar a cuatro locas que hemos ido pidiendo igualdad?, ¿Estamos locos? Ellos han de seguir siendo los padres de familia, los que traen el dinero a casa y indican cómo ha de vivir la familia que han creado y dejarse de zarandajas como las militancias políticas y/o ideológicas. Y por supuesto enmendar la plana no sólo a las mujeres que nos hemos descarriado en algún momento pidiendo ser iguales a ellos, sino también a sus compañeros que siguen creyendo que la lucha de clases ha de ser combatida con reivindicaciones y huelgas. Por favor!!! El amo siempre es el amo. Y a quien lo olvide como yo lo olvidé hay que hacerle pedir disculpas. Y por ello también las pido y ahora me hago consciente de quien abolió el derecho de pernada debería ser condenado a cadena perpetua.
De verdad, que equivocada estaba cuando hace poco me negué a retirar de mi propio blog un artículo escrito recientemente sobre el machismo. ¿Cómo me pude equivocar tanto y no hacer caso al mensaje que me llegó por un mensajero amigo? He de pedir tantas disculpas por el dolor causado!
Y dentro de mi ignorancia pensaba que desde las letras que escribo cada quince días y desde hace muchos años podría influir sobre la conciencia colectiva. Y es que estaba ciega y no era capaz de entender que sólo los curas y frailes son capaces de hacer eso: influir en la conciencia colectiva para que las cosas no cambien. Afortunadamente he visto la luz de la verdad y ahora, en este preciso instante suenen las campanas anunciando mi redención y mi regreso al rebaño de ovejas y cabras que han de ser guiadas por el santo pastor de la iglesia. Gracias a dios he abierto los ojos a la verdad y también quiero pedir disculpas por esa distracción vital.
Y cómo no, el pasado domingo fue la última vez que voté. A ver, ¿Cómo es posible que se nos permita a las mujeres ejercer el voto y con él desalojar a quienes durante los últimos veinte años se han dejado la piel para que el resto viviéramos bien? No, eso no puede seguir así y creo que este santo varón cuyo nombre no recuerdo pero que ha dicho que la gente pobre e inculta no debería votar está en lo cierto. Y yo, además añadiría, que las mujeres tampoco deberíamos hacerlo, porque no sabemos demasiado de cosas de política y meternos en esos líos, sólo comporta dolor y sufrimiento a nuestros compañeros de viaje porque han de tener infinita paciencia con las tonterías que decimos. Menos mal que ellos nunca las dicen y saben siempre lo que es mejor para todos.
En fin, que seguramente debería pedir muchas más disculpas, pero ya lo iré madurando poco a poco. Ahora he de dejaros porque he de rezar el “ángelus” y confesarme de nuevo, por todo el dolor ocasionado.
Después de los rezos, ya si eso, me replanteo lo de mi blog.
* Este artículo ha de ser leído como se escribe: desde la ironía.