El pasado domingo se conmemoró el Día Internacional de las Personas de Edad. Es un día desconocido para la mayoría pero que se conmemora desde el año mil novecientos noventa. En ese año, concretamente el catorce de diciembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de la resolución 45/106, designó el 1 de octubre Día Internacional de las Personas de Edad.
Algunos datos:
- En todo el mundo, se espera que los bebés nacidos en dos mil veintidós vivan setenta y uno con siete años (71,7) años de media, veinticinco (25) años más que los nacidos en mil novecientos cincuenta.
- Las mujeres tienden a vivir más que los hombres y, por tanto, representan a la mayor parte de la población de edad avanzada. En mil novecientos cincuenta, las mujeres podían vivir casi cuatro años más que los hombres en todo el mundo. En dos mil veintiuno, la diferencia entre ambos había aumentado a más de cinco años.
- El Estado Español roza ya los nueve millones de personas mayores de sesenta y cinco años, un diecinueve con uno por ciento (19,1%) de la población, según el avance de la Estadística del Padrón Continuo publicada por el Instituto Nacional de Estadística. Son casi dos millones y medio de personas más de las que había hace tan sólo veinte años (6,5 millones en 1998).
Estos son sólo algunos datos, pero, ¿afrontan de manera igualitaria las mujeres y los hombres mayores sus condiciones de vida? ¿Se ensanchan o se estrechan las diferentes brechas de género? Las distintas fuentes de datos reflejan, sin duda alguna, que, a medida que avanza la edad de las personas, también se incrementan las desigualdades en todos los campos.
Por ejemplo, la herencia del feroz patriarcado impuesto por el franquismo y que se cebó especialmente en las mujeres impidiéndoles trabajar fuera del hogar y que todavía está repercutiendo en sus pensiones. Y qué con el llamado “salario familiar” consiguieron una dependencia económica total del hombre que tenía asignado el papel de sustentador y, por tanto, del control económico de la familia.
Otro dato oficial extraído del Ministerio de Trabajo y Economía Social, al año dos mil veintidós, el sesenta y ocho con 19% (68,19%) de las prestaciones no contributivas las percibían las mujeres. O dicho de otra forma, el empobrecimiento de las mujeres mayores es, todavía, bastante más alto que el de los hombres. E insisto en que los datos están en la web del Ministerio de trabajo.
Por lo que respecta a las nuevas tecnologías o TIC, la falta de interés de las mujeres por las tecnologías viene determinada por una construcción sociocultural sobre el tema, que asocian a una actividad propia de los hombres. Las competencias tecnológicas están atravesadas por el género. Se considera que los varones son más competentes por una supuesta afinidad relacionada. También con su vinculación al mundo de lo público, mientras que las mujeres carecerían de estas competencias por la socialización diferenciada que las ha mantenido tradicionalmente con tareas domésticas que, hasta hace poco años estaban muy lejos de estas nuevas tecnologías.
Como vemos, y aprovechando la conmemoración del Día Mundial de las Personas de Edad, podemos comprobar cómo, estas brechas que sufrimos las mujeres no desaparecen con los años, al menos algunas se agravan y aparecen otras nuevas.
Y todo esto sin entrar a hablar de las violencias machistas que parecen las mujeres de edad, que esto merece en sí mismo, un artículo entero.