OPINIÓN
Pues sí, se acabó el tiempo de descanso y ya estoy de nuevo aquí. Ese tiempo de descanso se acabó, pero los problemas de las mujeres del mundo siguen, en el mejor de los casos, igual que estaban a finales de julio.
Y, en algunos casos incluso se ha empeorado. En el Estado Español, la “avería” que ha generado el Ministerio de Igualdad con la tramitación por la vía de urgencia de la llamada Ley Trans que impide la audiencia de personas expertas en la materia y sus consecuencias es, directamente, un atentado contra los derechos de la mitad de la población que somos las mujeres, a quienes se nos pretende borrar incluso el nombre.
Con el neolenguaje inventado por una camarilla al servicio de grandes grupos de presión farmacéuticos i de clínicas privadas, se pretende desdibujar, cuando no directamente eliminar la palabra “mujer” como realidad material explícita.
El personal sanitario redactó un manifiesto al que pidieron que no sumáramos todas las personas que no estuviéramos de acuerdo con la aprobación de dicha ley y así lo hicimos mucha gente. Gente que está siendo ninguneada por el Ministerio que, presuntamente, debería velar por los derechos de las mujeres.
Cuando un grupo minoritario de personas, un colectivo relativamente pequeño pretende imponer que sus deseos sean convertidos en Ley, pasándose por el arco del triunfo los derechos de más de la mitad de la población que somos las mujeres, algo no se está haciendo bien.
Y eso genera indefensión a muchos colectivos y, sobre todo, pone en peligro grave a las mujeres que sí perdemos derechos. Y eso sin contar con la misoginia y lesbofobia que está generando, puesto que cuando una mujer lesbiana no quiera tener relaciones con un hombre autodefinido como mujer, puede ser tachada de transfoba con las consecuencias de linchamiento público y privado que ello conlleva.
Lo he dicho en muchas ocasiones y lo repito: me parece fantástico el avance de derechos de todos los colectivos. De verdad, fantástico. Pero esto no puede ser a costa de los derechos ya conseguidos de la mitad de la población que somos las mujeres.
La agenda feminista está muy claramente definida: Abolición de la prostitución i de la pornografía; prohibición de los vientres de alquiler; eliminación de las violencias machistas, de todas las violencias; defensa de la salud sexual y reproductiva de todas las mujeres y las niñas y, la abolición del género.
El sexo con el que nacemos marcará lo que se espera de nosotras tanto si nacemos mujeres como si se nace hombre porque es el género, con sus estereotipos sexistas aplicados con fuego por el patriarcado, el que generará situaciones de dominación u opresión según seas hombre o mujer y de acuerdo con la férrea alianza entre el capitalismo y el patriarcado.
Y este último es capaz de reinventarse las veces que sea necesario con tal de mantener el sistema que le es favorable. Por tanto y ahora, con la llamada teoría queer se ha reinventado para usurpar a las mujeres espacios protegidos, como baños o vestuarios o módulos de cárceles para mujeres. O para invadir otros como el deporte femenino.
Como vemos es una reinvención más del patriarcado que, además pretende señalar como transfóbico al feminismo radical (el que va a la raíz de los problemas) con amenazas del tipo “Kill the terf” en manifestaciones feministas en las que se han infiltrado intentando apropiarse de un movimiento que no les pertenece.
Porque al feminismo no se le puede pedir que defienda derechos que van directamente en contra de las mujeres como lo es el movimiento transgenerista y por eso cuando la ministra de Igualdad o el presidente del Gobierno hablan del Gobierno más feminista de la historia, al menos a mí me dan nauseas, puesto que no es cierto. Y si no que se lo pregunten a Carmen Calvo.
En fin, que he vuelto con un compromiso no solo renovado y con más fuerza, sino también con una mayor consciencia de lo que se nos avecina y de la lucha sostenida que nos espera en los próximos meses para evitar tal descalabro patriarcal que pretende aprobar este Gobierno.
Fuerzas renovadas, mayor consciencia y muchas ganas de más feminismo que no van a conseguir silenciar por muchos señalamientos o cancelaciones que nos hagan en redes sociales.
El movimiento feminista sigue y seguirá luchando por los derechos de las mujeres y las niñas del mundo. Ese ha sido y es nuestro objetivo. Y de ahí, no nos moverán. Que viva el movimiento feminista mundial!!!