Barcelona. Chiara, durante la entrevista
Un cinco por ciento de niños españoles nacen por reproducción asistida
Cuando tenía siete años, escuchó que en la tele hablaban de inseminación artificial. Como tenía grandes deseos de tener un hermano, le comentó a su padre que de esa manera podrían tener otro hijo. Sorprendido, este le contó que su madre no tenía útero.
Ahora Chiara tiene 28 años. Es italiana y vino a vivir a Barcelona para llevar a cabo investigaciones de doctorado en geología. Sus padres, pioneros en la experimentación de la fertilidad mediante una estimulación hormonal muy intensa, padecieron los trastornos del tratamiento.
¿A qué se dedicaban sus padres?
Mi papá era policía y mi mamá trabajaba en el Ayuntamiento. Era funcionaria.
¿Qué pasaba con sus padres, por qué no podían tener hijos?
Tenían muchos problemas, era difícil ver cuál era el principal, pero parecía que no venía de la genética.
¿Cuántos años tenía su madre cuando empezó el proceso?
Inició a los 25 años. Muy joven. Nací cuando ella tenía 32 años. Tras el parto se generó una situación delicada, ya que tuvieron que operarla y quitarle el útero. Además, se rompió la pareja. Seguían en casa juntos pero había problemas. Mi madre murió de 53 años, de una distrofia muscular, cuando yo tenía 21 años.
¿Cómo se enteró de cómo había sido su nacimiento?
Un día escuché en la tele que hablaban de inseminación artificial. Y fui a comentarle a mi padre para que, recurriendo a ese método, pudiera tener un hermano. Entonces mi padre me habló de que mi madre no tenía útero. Mi padre se sorprendió mucho de que yo fuera a plantearle el problema.
¿Sus padres le explicaron algo sobre la inseminación artificial?
No. Nunca hubo una reunión donde se explicara. Al contrario, siempre intentaron ocultarlo. Había mucha tristeza al recordarlo y por el respeto que le tenía a mis padres no abordaba el tema. Pero era muy curiosa e intentaba investigar cuando escuchaba palabras que estuvieran conectadas con lo que a mí me preocupaba. Entonces, ya de grande, buscando por mi cuenta en internet, me he ido enterando de las cosas. Tenía la sensación de que era un periodo de sufrimiento para mis padres. Y desde que nací querían olvidarse de todo.
¿Es una privilegiada del avance científico en cuanto a fertilidad?
Sí, sí. Soy una privilegiada. Aunque no es el término correcto. Es verdad que para la época era un poco raro, un tratamiento muy costoso, estaba fuera del alcance de muchas parejas y además estaba mal visto.
Entonces, ¿cómo se siente?
Como un número estadístico positivo. Las estadísticas señalan que un cinco por ciento de niños españoles nacen por reproducción asistida. Me siento afortunada, sí. Soy una mujer dedicada al ámbito científico. Y en realidad me siento como un número positivo estadístico, pero soy más que eso, desde luego, soy una persona y siempre llevo esa carga. Como si todos esperaran algo de mí. Todos estos años de espera de mi madre se me han quedado grabados, emotivamente.
¿Qué percepción tiene del proceso por lo que sus padres tuvieron que pasar?
El deseo de tener un hijo es algo natural y el milagro de la vida es increíble. Pero hay diferencias entre el deseo de tener un hijo y la obsesión: que esto se vuelva el único motivo para vivir no es sano. Puede llevar a la anulación de la persona y de la pareja. Una pareja no puede tener basada su unión en un hijo. Muchas parejas no tienen hijos y son felices. Es importante que no se convierta en algo malsano.
¿Hubiera tomado la misma decisión de sus padres?
Si yo estuviera en la misma situación de mis padres quizá no lo hubiera hecho. La percepción que tengo de lo vivido por ellos es la de una pareja anulada, consumida. Después de años de intentos salieron físicamente y psicológicamente cansados. Y yo lo siento mucho por eso. En siete años de intentos era como si hubieran pasado 40 ó 50 años juntos. Mi nacimiento fue una alegría increíble. Pero eso no les pudo recuperar lo que se había roto durante el proceso. Esta es mi interpretación, igual hubieron otros problemas, pero es lo que yo he sentido, percibido como hija. Lo que yo no quiero para mi es poner en riesgo la pareja para tener un hijo. Para mí eso no sale a cuenta. Tienes un hijo, pero estas solo, la relación se ha roto. Eso no es una familia. La conciencia de ser padres tiene que ser al cien por cien. Tomando decisiones con mucho cuidado.
¿El tratamiento que llevó a su madre a darle vida, generó algún impacto en su entorno familiar?
No. Me di cuenta con el tiempo que mi madre pudo contar con el apoyo de sus hermanas, pero no hubo una repercusión a nivel de entorno familiar, especialmente en los hombres de la familia.
¿Hombres y mujeres se deben involucrar por igual?
La familia se va construyendo. Hay una actitud diferente entre las mujeres y los hombres. El hombre debe participar más y sin entrar en polémica hombres y mujeres tienen que ser igual de responsables.
¿Hay mucha presión para ser madre?
Las mujeres sobre todo vivimos situaciones de mucho conflicto. Quién dice que las mujeres tenemos que ser madres a los tantos años. O ser madre o no serlo. Hay una dimensión social y médica que se introduce en lo más íntimo: la creación de una vida. Ese es un aspecto a cuidar dentro de la pareja.
¿Urge desmontar mitos en torno a la reproducción asistida?
Sí, hablar más del tema, liberarlo de tabú y mirar a la fertilidad considerando todas sus dimensiones. Es un momento de gran estrés de la persona y no hay que tener miedo de pedir ayuda en este momento porque crea una base sana para la familia y el futuro bebé.
¿Qué consejo le daría a las parejas que están en tratamientos para fertilidad?
Sobre todo que piensen que es un acto de amor. En caso de parejas que están en tratamiento pero no tienen hijos, lo que quiero sugerir es trabajar sobre el concepto de familia, antes de que llegue el hijo. Es muy importante que no esperen al niño para ser una familia. Hay un proceso que elaborar antes. Lo he vivido en primera persona, es la parte más importante. Si no después, para el hijo, es muy duro. No puede tener esa carga emocional, son los padres quienes se deben encargar de crearla. Y en el caso de familias que ya tienen al hijo está bien decírselo, pero de una manera que no sea dramática. Jugar con la ironía puede ir muy bien, porque es un proceso muy pesado. La mente de un niño no lo puede asimilar fácilmente. Es importante que haya comunicación en la pareja. Se tienen que explicar muchas cosas. La comunicación es muy importante para que haya una estructura mental sana. Que no queden huecos.
¿Conoce a otras personas que hayan nacido bajo estos procedimientos?
Sí, el hijo de una amiga de mi madre. Creo que él si nació bajo reproducción asistida. Sus padres tuvieron un camino similar a los míos. El tratamiento de la otra pareja duró diez años. Mis padres siete.
¿Se siente como si hubiera nacido de un “aquelarre” químico?
No lo sé. Nunca hemos hablado del tema. Él se ha criado de una manera diferente, muy protegido, lo tenían en un cristal.
Esa es una de las cosas que según he leído tiende a pasar con los padres que sufren mucho para embarazarse.
A mí no me pasó porque mi padre es militar. Me tenía bien disciplinada. No, eso de la sobreprotección no fue mi caso.
¿Piensa tener hijos?
Sí. Quiero tenerlos, me gustaría mucho, quiero tener una familia feliz y cambiar lo que he pasado, el trauma que he vivido. No sé si tenga ganas o necesidad de recurrir a la reproducción asistida. No pasaría nada. Puedo adoptar. Si no pudiera físicamente aceptaría la adopción. No estoy cerrada a este tipo de opciones.
¿Cuál sería el mensaje para los padres que se someten a estos tratamientos?
Tener cuidado que no recaiga en el niño el esfuerzo que han tenido que hacer para tenerlo. El niño está allí para ser cuidado y no para asumir la responsabilidad. Que los padres acepten apoyos para que estén lo más aliviados posible.
Ahora se cuenta con centros de apoyo.
Sí, seguramente a mi madre le hubiera gustado este tipo de asesoría que contempla el proceso integral, sobre todo lo emocional y lo psicológico y el impacto en el niño. Si mis padres hubieran podido contar con este tipo de ayuda, hoy no tendría yo tanta carga emocional. Quizá es algo inevitable, no lo sabemos, pero les hubiera dado una idea de cómo llevarlo mejor. La voluntad de tener un hijo en una situación de infertilidad es un momento delicado y poder contar con el apoyo de profesionales y de personas que han pasado por lo mismo hace mucha diferencia.
Cuestionada sobre esta entrevista, la psicóloga Rossana Marenzi, del equipo de la asociación She Oak, ofrece su punto de vista.
La experiencia de Chiara puede ser muy útil para entender la importancia de que la pareja se involucre de la misma manera en el proceso, cuidando la comunicación y gestionando las emociones. Lamentablemente muchas veces las parejas se pierden en el proceso y se hunden. Dejan de entenderse entre ellos. Se separan. Es un momento muy delicado que requiere mucho cuidado. Por supuesto, también cuando el niño llega a la familia necesita encontrar un espacio sano, sin cargas emocionales, ni proyecciones de lo que ha costado su concepción, sino solo lo deseado que ha sido.
Alessandra Marcomini, presidenta de la Asociación She Oak – Holistic Fertility de Barcelona, también explica cómo se puede ayudar a las personas que tienen problemas de fertilidad.
Pretendemos mirar a la fertilidad de manera holística: dando apoyo desde el punto de vista emocional, psicológico, social y con terapias naturales y de integración de la medicina convencional y la reproducción asistida. Hay mucha necesidad de darse cuenta que nuestro ser es una constante interacción entre dichas dimensiones y hay que cuidarlas todas. Tenemos un equipo interdisciplinar de psicólogos, coach y terapeutas de disciplinas naturales, que ayudan a reequilibrar esta interdependencia.
Es un equipo grande
Sí, contamos con 15 terapeutas. Todos atienden en diferentes idiomas por experiencias internacionales o por ser nativos de otros países. Estamos desarrollando una red internacional para reunir profesionales que trabajan con nuestra misma visión y valores.
¿Como ayudáis a cuidar la parte social?
Ofreciendo poner en contacto a personas que están pasando por el mismo proceso; organizando grupos de apoyo on line en cuatro idiomas con la moderación de un psicólogo; y en Barcelona, ofreciendo compartir alojamiento para poder intercambiar experiencias y encontrar a personas en la misma situación, más allá de un foro en internet. El apoyo entre personas que padecen los mismos problemas es de utilidad inestimable.