El asilo puede salvar vidas a las personas refugiadas, pero un seguimiento personalizado durante el tránsito entre el país de origen y el de acogida i durante el proceso de inserción es clave, sobre todo, para los grupos de personas que sufren una doble discriminación como las mujeres y menores.
Esta fue una de las reflexiones de la presentación de la iniciativa de CCAR y SICAR Cat para reclamar la protección de las mujeres refugiadas.
“Me llamo Suleika Ismail, tengo 50 años y soy refugiada de Somalia desde hace 10 años. Antes de la guerra mi vida era normal, trabajaba en un colegio de primaria como profesora de inglés. Pero con la caída presidencial todo cambió, no había paz, era miedo y muerte todos los días”.
En 2013, Suleika comenzó a ver una posible salida a todo este terror huyendo de su país. Fue en 2004 cuando, primero, se fueron sus dos hijos más mayores -aún menores de edad- porque Suleika tenía miedo de que fueran reclutados forzosamente por un grupo armado. Los dejó en manos de un conductor de camiones y así viajaron hasta Kenia, mientras ella esperaba con sus hijos más pequeños de cuatro, seis y ocho años.
Tal y como su madre les había pedido, los niños fueron directamente a ACNUR a pedir protección y asilo a España, país de residencia de su tía. Una vez lo consiguieron llegó el turno de Suleika, quien viajó hasta la frontera de Somalia con sus tres hijos, dónde había un campo de personas refugiadas. Desde allí pidieron el asilo y, con su hermana que había viajado desde España para ayudarla, pudieron salir del país.
Estas son sus palabras cuando hoy aún reflexiona: “Esto me salvó la vida. Si me llegan a negar el asilo podría haber vuelto a Somalia y quizá hoy no estaría viva para hablar”.
Ésta es la narración de la refugiada Suleika Ismail, la cual tuvimos oportunidad de escuchar gracias a la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado -CCAR- i de SICAR Cat. Una narración con la que las asociaciones querían mostrar la importancia del derecho al asilo y reclamar la protección internacional de las mujeres refugiadas.
De izquierda a derecha Rosa Cedón (Sicar.cat) y Pascale Coissard (CCAR)
Rosa Cendón, coordinadora del Área de Sensibilización e Incidència de SICAR, recordaba que dentro del grupo de personas refugiadas hay un segmento sujeto a una doble discriminación por causas de género que puede acabar sufriendo situaciones de explotación como: “violencia sexual, matrimonios forzados, mutilación genital femenina, crímenes de honor o ser víctimas de tráfico de seres humanos con fines de explotación”. Unas situaciones de violencia que no abandonan con el país de origen, sino que las persiguen durante el tránsito e, incluso, en el mismo país de acogida.
Uno de los casos que más preocupa a estas organizaciones es el de las menores. Tal y como apunta Pascale Coissard, responsable de Incidencia y Comunicación de CCAR, las niñas se encuentran muchas veces obligadas a un matrimonio infantil y hace referencia a un informe llevado a cabo en Jordania por la organización Save the Children dónde los resultados descubren que, entre los refugiados sirianos, 1 de cada 4 matrimonios se da entre una menor de 18 años y un hombre adulto. Continúa diciendo que muchas veces, esta violación de los DDHH, haciendo referencia a los matrimonios infantiles, se utiliza para proteger de otras violaciones de los DDHH a las propias niñas, como pueden ser: agresiones sexuales dentro de los campamentos, pobreza extrema de la familia, esclavitud, etc. Pero el trasfondo real es que esta situación que sufren las niñas las lleva a un aislamiento que dificultará la denuncia de violencia doméstica y la violencia sexual, “porque el sexo con infantes se considera una flagrante violación de los Derechos Humanos” nos recuerda Coissard.
Por otra parte, Rosa Cendón, des del punto de vista de SICAR -organización que trata con víctimas de tráfico de seres humanos des del año 2002- remarca que otro de los problemas más graves es el hecho de que este escenario de crisis humanitaria llama la atención de las redes criminales. Además, recalca que estas redes criminales no son únicamente las que facilitan el acceso de las personas refugiadas por puntos no habilitados -una imagen única que se ha extendido a través de la información de los medios de comunicación y a través del reclamo de vías seguras para los refugiados por pare de las organizaciones-; sino que “también operan otras redes criminales que son las de tráfico de seres humanos para su explotación”, y añade que muchas veces “también lo hacen por puntos habilitados”.
Rosa Cendón destacaba que, desde SICAR, tienen 18 casos documentados -desde julio de 2013- de mujeres solicitantes de asilo en los que se ha podido ver indicios de que iban a ser traficadas o ya habían sido traficadas durante el tránsito. Estos 18 casos se dieron en el mismo aeropuerto del Prat.
Además, hace una crítica al mecanismo de acogida para las personas refugiadas previsto por la Generalitat de Catalunya, el cual no tuvo en cuenta la presencia de asociaciones especializadas en la defensa de los derechos de las mujeres, como el Institut Català de les Dones. También critica la falta de pro-actividad de instituciones como la DGAIA, entendiendo que dentro del conjunto de refugiados que llegan o llegaran hay unos y unas menores que necesitan especial atención.
Esta falta de comprensión del grupo de refugiados como un grupo de personas heterogéneas con diferentes necesidades es en parte, según Rosa Cendón, la que está provocando estos filtros que acaban siendo aprovechados por las redes criminales para explotar a estas personas.
Es básico entender que esta situación también la vivimos en “nuestra casa”, tal y como explica Cendón, porque en todo momento hablamos de la situación de fuera, mientras cada día llegan mujeres, niñas, niños y hombres pidiendo protección internacional por diferentes motivos de persecución recogidos en la Convención de Ginebra.
Pascle Coissard destaca algunos datos como que la mayoría de personas solicitantes de asilo en el Estado Español provienen de Siria y Ucraina -en Catalunya, sobre todo, desde Ucraina-. “Como vemos en los números de la protección internacional del 2015, en toda Espanya hay un aumento del 160% respecto al 2014 y esto es debido, principalmente, a la entrada de personas migrantes por Ceuta y Melilla, aunque no son los únicos puntos de acceso, ya que también se dan por aeropuertos”- Y continua Coissard, haciendo referencia a que siempre ha habido, hay y habrán refugiados: “A veces nos llaman justamente los medios de comunicación preguntando qué hacemos cuando no hay refugiados ¿Qué hacemos? Abrimos plazas de acogida, trabajamos con estas personas…. Hemos visto un aumento des del 2012 cuando habían 2.500 solicitudes de asilo en España, en 2013 cuando ya eran casi 3.500, en 2014 con 5.600 solicitudes de asilo y ahora -2015- cuando ya hemos llegado a 14.600”.
A todos estos aumentos, España ha respondido manteniendo la aceptación de un 1% de las solicitudes de la Unión Europea.
“Cerrar así las fronteras para que mueran fuera, yo creo que es cruel. Creo que el mundo puede abrir las puertas para que estas personas tengan una vida, una casa… Yo le pido al mundo que abra las puertas y el corazón por ellos. Porque si han salido corriendo por alguna cosa será, debe ser un problema muy grande el que te saca de tu casa. Y para salir y pasar tanto peligro en el mar debes huir de algo que te da mucho miedo”. La reflexión de una refugiada, Suleika Ismail.
