Las mujeres refugiadas suman a las dificultades y dureza de la vida de las personas que huyen de su país las consecuencias negativas de una sociedad patriarcal que las invisibiliza.
Una invisibilidad que se acentúa en los medios de comunicación que, desde hace unos meses, informan de la crisis de los refugiados que han llegado a Europa o lo están intentando tras huir de la guerra de Siria y otros conflictos que ponían en peligro su seguridad y su dignidad como seres humanos.
De esta cuestión se habló en la mesa redonda organizada por la asociación Sicom y el máster de Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona que se celebró el 9 de mayo en el Colegio de Periodistas de Cataluña. Este acto forma parte de las actividades incluidas en el proyecto “Haciendo periodismo sobre la cooperación al desarrollo desde la perspectiva de género”, impulsado por Sicom y ‘La Independent’ y cuenta con el apoyo de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo.
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Isabel Muntaner, co-directora del máster de Género y Comunicación de la UAB, moderó la mesa redonda en la que participaron Pascale Coissard, responsable de incidencia política y social de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, y las periodistas Montse Martínez, de ‘el Periódico’, y Cristina Mas, del ‘ARA’. Durante el acto se conectó con Anna Palou, en el asentamiento de personas refugiadas en Idomeni, en territorio griego frente a la frontera cerrada de Macedonia.
Cristina Mas había estado hacía unos días también en Idomeni y explicó sus impresiones de esta estancia. Habló de la doble discriminación de las mujeres refugiadas, como persona refugiada y como mujer. Recordó a las mujeres que han pagado el viaje vendiendo su propio cuerpo, de su conversión en cabezas de familia, por la desaparición de los maridos durante la guerra y de su falta de empoderamiento económico. Sin embargo, la periodista del diario ‘ARA’ destacó que algunos hombres asumían también funciones de ayuda y atención a los niños. Insistió en la responsabilidad europea del agravamiento del sufrimiento de las personas que han huido de sus países y ahora se encuentran atrapadas en Grecia.
La periodista de ‘El Periódico’ Montse Martínez habló del reportaje que había publicado días antes en el que contaba la historia de Mandar, una mujer de 42 años, que sufrió quemaduras en el 90% de su cuerpo en la ciudad de Homs durante un bombardeo que ha acabado siendo atendida en el hospital de la Vall d’Hebron, en Barcelona. Mandar y su amplia familia viven en unas condiciones miserables en el barrio de Sant Antoni, al no disponer de las ayudas y las atenciones mínimas que precisan. Montse Martínez contactó con Mandar, poco después de su llegada, en 2013, y volvió a hablar con ella hace unas semanas. Destacó su fortaleza y la del conjunto de mujeres de la familia y la dureza de la vida de las personas refugiadas que viven situaciones como la suya, sobre todo por la falta de ayudas adicionales a la atención médica.
En nombre de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, Pascale Coissard destacó que el número de mujeres solicitantes de asilo ha aumentado mucho en los últimos años, situándose en el 39%. La situación más habitual es que los hombres refugiados lleguen primero y luego pidan que se conceda el asilo a sus mujeres. Señaló que la ley española sobre el asilo reconoce las razones de género para pedirlo. El problema es que la ley, aprobada en 2009, todavía no ha desarrollado su reglamento. También pidió que se desarrollen las leyes que el Parlamento de Cataluña ha aprobado en este ámbito.
Pascale Coissard dijo, también, que desde el pasado mes de septiembre ha habido una explosión de peticiones de entrevistas e información sobre las personas refugiadas y comentó que la gran mayoría de ellas no quieren aparecer en los medios de comunicación. Las mujeres, con algunas excepciones, son especialmente contrarias a hacer estas intervenciones por miedo a que perjudiquen sus hijos. Aparecer en un medio de comunicación, ser fotografiada o filmada, puede conllevar riesgos para los familiares que estas personas han dejado en el país del que han huido. Por otra parte, la portavoz del CCAR lamentó que algunos medios quieren un perfil muy concreto de refugiada y no les interesa el de personas asiladas que tienen cosas muy importantes que decir o denunciar.
Isabel Muntané resaltó que la invisibilidad y el agravamiento de las condiciones de vida de las refugiadas hay que atribuirlos tanto al sistema patriarcal de origen como el de acogida. Para ella, si las violencias sexuales que afectan a las mujeres las sufrieran los hombres se buscarían soluciones más eficaces y rápidas.
La intervención de Anna Palou, de Stop Madre Mortum, desde Idomeni sufrió problemas técnicos por la difícil conexión a través de Skipe. Aún así pudo hacer llegar el mensaje de la incertidumbre en que viven las miles de personas que están asentadas en este lugar, con la amenaza permanente de expulsión encima.
En el turno de intervenciones del público participaron numerosas periodistas y activistas, entre ellas la traductora palestino-siria Rawan Albash, que expuso su caso, que sintetiza perfectamente los problemas y angustias que sufren las personas refugiadas. Tres años después de llegar a nuestro país vive en unas condiciones de vulnerabilidad tan grandes que se plantea seriamente volver a Siria. Intencionadamente o no, la política de atención a los refugiados ha fracasado en su caso. Como en tantos otros.
