Mujeres bolivianas immigrantes
“¿Es usted soltera o casada?”, era una de las preguntas obligatorias del nuevo Registro Electoral que el Gobierno boliviano hizo en las principales ciudades del exterior del país donde viven más personas bolivianas: Barcelona, Madrid y Valencia, entre ellas. “Aquí o en Bolivia?” era la pregunta con la que, a su vez, respondían muchas de las mujeres. No se trata de una respuesta en tono de broma pícara, ni mucho menos; es más que una anécdota. Fue una respuesta seria y repetitiva ante una pregunta hecha por notarios electorales en oficinas de la Corte Nacional Electoral de Bolivia (CNE) en España y que denotaba, además de ingenuidad y sinceridad, algo más profundo: la ruptura familiar y de pareja, además de la ruptura de moldes en el marco de un doloroso proceso, como resultado de la emigración de las mujeres bolivianas.
Hace un año, entre septiembre y octubre de 2009, más de 20.000 personas bolivianas residentes en Barcelona y su área metropolitana acudieron a ser registrados en el Empadronamiento Biométrico que llevó a cabo la CNE y, en su mayoría, fueron mujeres. También fueron mujeres la mayor parte de la población boliviana que se las ingenió para llegar a España en busca de un futuro mejor.
No existen cifras concluyentes debido, principalmente, a la situación irregular de muchas de esas personas llegadas pero, aún asumiendo el riesgo de parecer poco rigurosa en la información, se puede afirmar que existe una historia bastante común para las mujeres que emigran, según se revela en estudios, sondeos y talleres para compartir experiencias, o charlas en lugares de encuentro de bolivianas: ellas llegan a España generalmente solas, dejando a su pareja e hijos. Al cabo de un tiempo y, en muchos casos, la relación con el esposo se ha roto; en otros tantos, cuando el marido ha sido “reagrupado”, sobreviene la ruptura en el reencuentro.
La depresión, en general no diagnosticada y mucho menos tratada, salta a la vista en las ocasiones en que estas mujeres se reúnen en talleres o se agrupan para tratar el duelo migratorio y otros temas. Es entonces cuando se expresa y generaliza el llanto por la pareja perdida y, sobretodo, por los hijos ausentes.
La mujer inmigrante, en general, es una mujer sola. A veces sus hijos están con ella o en el país de origen. Ha permanecido aislada, abocada a conseguir trabajo y enviar dinero a su familia sobreviviendo con lo mínimo y con muy pocas posibilidades de tener una vida social. Al cabo de unos años, el entorno, las nuevas costumbres y los valores la han cambiado.
A principios del 2009, cuando se llegó al máximo en las cifras de llegada de población boliviana a territorio español, se calculaba que había unas 300.000 personas en España, gran parte en situación irregular. De ellas, unas 100.000 vivían en Cataluña. Actualmente, estas cifras han bajado y siguen en descenso debido al retorno a Bolivia de algunas personas, por causa de la crisis económica. Las mujeres son las últimas en irse, porque todavía el trabajo en el servicio doméstico sigue siendo una opción y una posibilidad para ellas y muchas no regresarán.
Eran casadas en Bolivia pero son solteras en España.
Drina Ergueta es periodista boliviana. Fue responsable de comunicación en la Corte Nacional Electoral de Bolivia (CNE) en Barcelona.