OPINIÓN
El premio a la trayectoria profesional otorgado a la prestigiosa periodista Carmen Sarmiento, fue uno de los Premios de Comunicación no Sexista 2018 entregados por la Associació de Dones Periodistes de Catalunya (ADPC) el pasado 23 de noviembre en Barcelona.
Carmen Sarmiento, haciendo uso de la palabra durante el acto de entrega de premios.
Centro la atención en Carmen Sarmiento, una buena amiga mía desde hace 40 años y busco resaltar su trayectoria, en el marco de estos premios, herederos de los premios Cards y Lliris que se entregaron a partir del 1993 por la ADPC, asociación con sede en el Colegio de Periodistas de Cataluña.
Carmen Sarmiento nació en Madrid, en 1944. Trabajó en TVE durante 35 años. Se especializó en temas internacionales y sociales, en especial en las mujeres, ya que es una reconocida feminista. Militó en el “Colectivo Feminista” y fue fundadora y durante años dirigente del “Partido Feminista de España”. Hoy sigue al pie del cañón, en la militancia activa, en el Movimiento de Mujeres.
Fue corresponsal en El Salvador, Líbano, Nicaragua y tuvo la oportunidad de entrevistar a grandes personajes de la historia reciente: Fidel Castro, Yasser Arafat o Rigoberta Menchú, a la que tuvimos oportunidad de encontrar en Nairobi (Kenia) en 1985, en la conmemoración del Decenio del Año Internacional de la Mujer, promovido por NNUU, al que fuimos como representantes españolas. También entrevistó en Nairobi a Angela Davis, la ex “pantera negra” estadounidense, reconocida feminista y madre de la frase “black is beautiful”.
En TVE fue reportera de guerra durante años, la primera entre las periodistas españolas. Entre sus documentales sociales se encuentran series de gran trascendencia en España, como “Los Marginados”, “Los Excluídos” y “Mujeres de América Latina” probablemente su mejor serie, donde confluían su pasión por el feminismo y por América Latina (“Guatemala silenciada”, “Ser madre en América Latina”, “Perú, la cólera del hambre”, “América Indígena Rebelde”).
Quedaron sin visionarse muchos de sus trabajos, por la censura férrea de TVE, unas veces durante el franquismo y otros en épocas democráticas, como los documentales sobre el divorcio, el aborto y la reforma agraria en Portugal. Los responsables de la televisión encontraron demasiado revolucionarios sus programas y en ocasiones los emitían a altas horas de la madrugada, muchas veces años después de haberse realizado. Y también durante siete años la tuvieron castigada a “hacer pasillos”. No dejó TVE, a pesar de tener magníficas ofertas de diversas televisiones internacionales, para no dejar sola en la ciudad de Madrid a su madre, a la que adoraba.
Libros suyos, como el publicado con historias y hermosas fotografías del programa “Los Marginados”, se morían almacenados en los sótanos de la televisión, hasta que los rescatamos y los vendimos. Con el dinero obtenido lo empleamos en campañas feministas contra la lapidación, cuando nadie hablaba de ello en nuestro país. Fue ese un tema más que ella nos descubrió.
Hace ya 15 años que dejó TVE y sigue acumulando premios y más premios en toda la geografía española. El anterior al de las Dones Periodistes, también otorgado este mes de noviembre, ha sido el Premio Alberto Almansa de periodismo, en Córdoba, a la vez que los “yayoflautas” cordobeses la nombraban “Tataflauta de Honor”.
Carmen Sarmiento al medio de Ana Pastor y Rosa María Calaf.
Carmen Sarmiento habló apasionadamente tras recoger su premio de Comunicación no sexista de manos de la también prestigiosa periodista Rosa Mª Calaf, de forma emocionada, en castellano y catalán, levantándonos de los asientos a todos cuantos llenábamos la enorme sala de Caixa Forum, que la aplaudimos durante muchos minutos.
Los Premios de Comunicación no sexista de 2018 tuvieron un hermoso programa, lleno de solidaridad, sororidad, optimismo, buen humor y buenos deseos para luchar contra todo tipo de discriminaciones e injusticias, pensando en “una revolución feminista que ha llegado para quedarse, a ayudar a la sociedad a ser mejor”, como rezaba el documento que nos entregaron a la entrada.