Este es el título del libro que Antonina Rodrigo y Jacques Issorel han dedicado al poeta sevillano en el 82 aniversario de su muerte acaecida en el pueblecito de Collioure frente a la mar. Esa mar que, para Don Antonio, significaba la muerte.
Y es precisamente en Colliure que nace este libro en que se anotan los nombres de doce mujeres y doce hombres que, desde la llegada del poeta al pueblo y más tarde, no han dejado de velar por él y por su memoria.
En una edición bilingüe español-francés, abre el libro una cronología del poeta que nos recuerda rápidamente la vida del poeta y sus sufrimientos.
Siguen las biografías de doce mujeres encabezadas por Madame Figueres y Madame Quintana, las dos mujeres de Catalunya Nord, en Francia (el actual Departamento francés de los Pirineos Orientales), que aun sin saber quien era Don Antonio Machado le cuidaron y atendieron en sus últimos momentos. También consta Matea Monedero, que fue compañera del exilio y cuidó de su suegra y cuñado con mucho mimo en esos días amargos.
Entre los hombres destacan José Machado que acompañó hasta el final a su hermano; Jacques Baills, el ferroviario que les indicó el Hotel Quintana cuando la familia llegó a la deriva a la estación de Collioure y que luego intentó distraer un poco a la familia. Un recuerdo asimismo para Paul Combeau que creó la Asociación de los amigos de Machado que se ocupó durante muchos años de la tumba de Don Antonio y su madre. Estos solo son unos ejemplos de personas generosas que sin ningún afán de gloria y de forma totalmente altruista han velado y siguen velando por la memoria del autor de Soledades.
Y yo quisiera añadir a esta lista a los autores del libro, más Serge Barba y M.ª del Carmen Ponce que, al más puro estilo machadiano, lejos de los focos y las fotos, también forman parte de los guardianes de la memoria del poeta.
Se cierra el libro con una selección de poemas que nos vuelven a sumergir, a modo de un sueño placentero, en el universo del hombre bueno y erudito que fue Antonio Machado.
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