Desde el 2016, la Asociación Nacional de Zonas de Reservas Campesinas, Anzorc, creó la Coordinadora Nacional de Mujeres con el fin de discutir la problemática con enfoque de género, derechos de las mujeres y las reivindicaciones campesinas
VOZ dialogó con Alix Morales Marín, quien hace parte de esta innovadora iniciativa
“Por eso ellos hacen parte de este proceso y donde estamos las mujeres, están convocados los hombres y cuando no podemos contar con los hombres adultos porque su machismo o su nivel de relacionamiento con las mujeres no les permiten entender sus privilegios sobre las mujeres, pues invitamos a los niños y jóvenes para que las nuevas generaciones tengan relaciones más armónicas y las mujeres vivamos libres de violencias basadas en género. Desde el 2016, la Asociación Nacional de Zonas de Reservas Campesinas, Anzorc, creó la Coordinadora Nacional de Mujeres con el fin de discutir la problemática con enfoque de género, derechos de las mujeres y las reivindicaciones campesinas. VOZ dialogó con Alix Morales Marín, quien hace parte de esta innovadora iniciativa.
En tu concepto ¿Qué significa ser una mujer campesina?
Es una mujer que tiene una relación directa con la tierra, que tiene un compromiso social con las zonas campesinas, con la comunidad y con las mujeres porque tenemos que entendernos de manera individual como parte de un territorio y de un proceso social.
El ejercicio de ser mujer campesina nos convoca a estar organizadas y a generar juntanzas para discutir sobre cosas que estamos haciendo, que estamos viviendo y que nos atañen como mujeres desde la territorialidad y ese ejercicio que nos liga a la tierra nos mantiene unidas a través de las semillas, de la soberanía alimentaria, del cuidado del territorio y de las acciones que nos permiten preservar la cultura campesina desde donde estemos ubicadas porque somos muy diversas. Todas tenemos diferentes formas de ser y de habitar nuestros territorios.
¿Cuáles son las metas y reivindicaciones que tienen como mujeres campesinas?
Nosotras iniciamos con una agenda para las mujeres campesinas que tenía que ver con un ejercicio de exigibilidad, que incluye nuestro reconocimiento como sujetas de derechos que está atravesado por la participación política de las mujeres en diferentes escenarios, la soberanía alimentaria como un ejercicio que nos permite mantener la identidad campesina en los diferentes territorios, proteger el territorio, producir alimentos y cuidar las semillas nativas y buscar la manera de habitar los espacios libres de violencias basadas en género.
Mujeres protagonistas
Como organización, Anzorc últimamente se ha preocupado mucho por incluir a las mujeres de sus bases ¿Cuál es la historia de la creación de la Coordinadora Nacional de Mujeres?
Desde que la Anzorc se creó, las mujeres hemos participado de forma activa en los ejercicios de asambleas y toma de decisiones para hacer un diálogo sobre nuestra situación en las Zonas de Reserva Campesina y cómo queremos vivir las mujeres en estos territorios.
En un encuentro nacional que se realizó en Curumaní, Cesar, en 2016, se decidió conformar la Coordinadora Nacional de Mujeres de Zonas de Reserva Campesina y allí empezamos a trabajar en un ejercicio para construir una agenda que nos permitiera a las mujeres saber cuáles eran nuestras problemáticas y qué acciones íbamos a tomar para darles solución.
En ese encuentro hicimos el ejercicio de nombrar las delegadas, pero solamente hasta 2018, es decir dos años después, pudimos encontrarnos en un espacio todas las delegadas para empezar a coordinarnos desde los diferentes territorios.
¿Cómo llegas a ser parte de la Coordinadora de Mujeres de ANZORC?
La coordinadora está formada por siete nodos a nivel nacional, yo hago parte del proceso suroccidente y en una asamblea general en 2016 en Chaparral, Tolima, debíamos delegar a dos mujeres por nodo para hacer parte de la Coordinadora y en ese espacio me delegaron como parte del proceso.
Acuerdo de Paz
¿Cuál ha sido el trabajo de la Coordinadora Nacional de Mujeres de Anzorc?
Nosotras hicimos en 2018 una escuela nacional con la Coordinadora donde trabajamos todos los temas de derechos humanos, la historia de los feminismos, el derecho a la tierra, al territorio y a la territorialidad, la soberanía alimentaria, el fortalecimiento de la identidad campesina y todo lo que tiene que ver con la normatividad de las violencias basadas en género y las economías sociales y solidarias.
Esta escuela la hemos replicado a nivel nacional y a partir de esto hemos fortalecido mucho la Coordinadora y logramos que se incluyera dentro de los estatutos de la Anzorc, un capítulo con tres parágrafos que tienen que ver con la integración de las acciones que las mujeres queremos desarrollar para sentirnos reconocidas y parte de una organización con igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
De igual forma, construimos una política de género institucional que tiene seis ejes importantes y a partir de ellos acciones direccionadas para realizarlas al interior de las organizaciones y de las Zonas de Reserva Campesinas. Estos ejes son el resorte para exigirle al gobierno y a las instituciones que tienen jurisdicción sobre este tema, para que apalanquen el desarrollo de las políticas de género.
El punto uno del Acuerdo de Paz sobre Reforma Rural Integral, es uno de los que más ha tenido dificultad para implementarse ¿Ustedes cómo leen esto y qué propuestas tienen para la implementación de este acuerdo?
Al sector campesino en general, no solo a las mujeres, nos interesa mucho que se cumpla este punto en cuanto a la consolidación y constitución de las Zonas de Reserva Campesina. Hay un componente especial que es el tema del acceso a la tierra para el campesinado y nosotras desde nuestro accionar, desde el feminismo campesino, necesitamos el acceso y la autonomía de la tierra para las mujeres campesinas.
Nosotras hemos hecho varios ejercicios de exigibilidad para que el gobierno cumpla y ponga en marcha de manera real y efectiva el Acuerdo de Paz. Sentimos que la barrera más grande que ha puesto el gobierno a la constitución de las Zonas de Reserva Campesina tiene que ver con la estigmatización de las zonas y del campesinado en general, con el rechazo y desconocimiento del papel que tenemos en el desarrollo social, político y económico de este país.
A pesar de que Naciones Unidas aprobó el reconocimiento del campesinado colombiano como sujeto de derechos, el Gobierno no lo ha hecho, sabiendo que más del 39% de la población rural se reconoce como campesina.
Feminismo campesino
¿Cómo interpretan el feminismo campesino?
Es un discurso en construcción que se puede enmarcar dentro de los feminismos descoloniales, es un ejercicio político que estamos realizando las mujeres campesinas. Nos reconocemos como feministas campesinas porque desde nuestra forma cultural de vivir y habitar el territorio hacemos diferentes acciones que nos identifican con esta agenda pero que tienen particularidades.
Nuestro feminismo campesino es un ejercicio de juntanza entre mujeres que nos permite encontrarnos en los espacios que culturalmente habitamos, pero que integra también a nuestros compañeros hombres, porque creemos que el feminismo debe ser una teoría que nos lleve a realizar acciones para transformar la sociedad, para tumbar el patriarcado y para esto necesitamos transformar las maneras de pensar y de relacionarnos con los hombres.
Por eso ellos hacen parte de este proceso y donde estamos las mujeres, están convocados los hombres y cuando no podemos contar con los hombres adultos porque su machismo o su nivel de relacionamiento con las mujeres no les permiten entender sus privilegios sobre las mujeres, pues invitamos a los niños y jóvenes para que las nuevas generaciones tengan relaciones más armónicas y las mujeres vivamos libres de violencias basadas en género.
Este concepto como todo es praxis y lo hemos venido trabajando en diferentes espacios, aprendiendo y poniéndolo en práctica tratando de transformar estos liderazgos masculinos que son tan patriarcales, violentos y agresivos, para que nuestros compañeros entiendan que nuestro feminismo no busca estar por encima de nadie sino generar acciones de equidad y de igualdad, pero sobre todo el reconocimiento y reivindicación de nuestro aporte como mujeres en la construcción de la sociedad.
Foto: Semanario Voz
*El Semanario Voz es un periódico colombiano ideológicamente de izquierda dirigido desde 1994 por Carlos Lozano Guillén. El periódico fue fundado el 20 de julio de 1957 por el Partido Comunista Colombiano que en aquel entonces era una organización política declarada ilegal por la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla.