martes 25 junio 2024

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Alfonso Domingo ha presentado su última novela, El Enigma de Tina

‘He querido rescatar a una figura olvidada porque era una mujer fascinante’


Foto1_AlfonsoDomingoFirmandoLibros_1FotoLdiaVilaltaAlfonso Domingo firmando libros. Fotografia Lídia Vilalta

Alfonso Domingo, periodista, documentalista y últimamente escritor, premiado por varias de sus novelas, presentó la última en la Filmoteca de Catalunya. Después del acto se pasó la película Carne de Fieras, de Armand Guerra ‘un documento único’ que se filmó a principios de la guerra civil española y fue ‘rodada con desgana’, según explicaba el restaurador Ferran Alberich.

‘He querido rescatar a una figura olvidada que no merece serlo’ explicaba Alfonso Domingo porque Tina de Jarque ‘era una mujer fascinante: estaba entre las 3 o 4 vedettes mundiales del momento; conoció a Carmen Miranda en Buenos Aires; hablaba cuatro idiomas; hizo películas en Alemania, Estados Unidos y España y a los 16 años ya había filmado la primera de ellas’; viajó a Sudamérica en varias giras triunfales y tuvo sonados romances, entre ellos el boxeador Paulino Uzkudun y el banquero Juan March.…

La novela rescata toda la fulgurante vida de esa catalana universal que ‘huyó con un miliciano al principio de la guerra civil’ y aunque puede decirse que ‘la trama es ficción, el final es real’ y producto de cuatro años de investigación y trabajo’ explica Domingo a La Independent.  En el texto ‘confluyen muchos destinos, emociones y situaciones de la naturaleza humana, que se convierten en trágicos cuando se dan en situaciones de guerra’, como en este caso.

No es la primera vez que Alfonso Domingo investiga historias de mujeres y recupera su memoria; ‘sí he entrevistado y hablado con muchas mujeres que han salido en mis libros’, porque ellas son ‘primero, el eslabón débil por menos estudiado y, segundo, porque se lo merecen por derecho propio; aunque no se las ha considerado como protagonistas, sí son decisivas y eso hay que reconocerlo’.

 

Las luchadoras mujeres del POUM

Una de ellas es Emérita Arbonés (Retaguardia, RBA, 2005), nacida en Barcelona el 30 de diciembre de 1920. Empezó a trabajar a los 14 años en una fábrica textil; ganaba 12 pesetas a la semana trabajando 8 horas diarias. La fábrica ‘era sobre todo de mujeres. Tenía 15 telares, dos tornos y había dos contramaestres y dos ayudantes. Cada una llevaba dos telares. En aquel momento no se daba cuenta del cambio de papel que la República otorgaba a las mujeres porque todas continuaban trabajando en la fábrica. De momento no pensaba estas cosas’, escribe Domingo, pero “cuando estalla la guerra, las mujeres se van a sentir como los hombres y van a asaltar los cuarteles, ya lo creo. Se van a vestir de milicianas y van a hacer muchas cosas. Se fueron al frente, muchas con sus pantalones, que en aquel momento las mujeres no llevaban pantalones. Lo que no sé es por qué las trajeron de vuelta…”La empresa se colectivizó y se hizo un consejo de empresa compuesto por las tejedoras, los contramaestres y la gente de los despachos, donde antes estaba el amo y todos sus acólitos… Las mujeres del POUM van a luchar como hombres porque tenían mucho valor”.

 

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Emerita Arbonés. Arxivo de Alfonso Domingo

El padre de Emérita Arbonés era de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y ella como su marido Vicent Ballester del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Tuvieron un matrimonio ‘de bicicleta’, según ella misma explica en la novela “Nos van a casar en el Sindicato Mercantil y allí dijeron que llevarían la inscripción al Juzgado que me correspondía. Yo no me  preocupé más y después de unos años voy a necesitar el certificado de matrimonio y resulta que el matrimonio no estaba inscrito. Al final encontré el certificado en Estadística, inscrito el 27 de abril’. Y del día que se tenía que casar, el 13 de febrero de 1937, sin tener aún los 17 años, se acordará siempre: “Ese día ocurrió el primer bombardeo de Barcelona. Al final pospusimos la boda para el día 20, mi madre y yo hacíamos el turno de la tarde y salimos a las 9:30. A las 10 llegamos a casa, estábamos saludando a mi padre y en estas empezaron los cañonazos: el primer bombardeo de Barcelona’. Los bombardeos desmoralizaron a mucha gente. Hubo días que bombardeaban cada tres horas, en el mes de marzo del 38, según recuerda Emérita’.

 

La profundidad del Metro de Fontana

“Venían tan a menudo a bombardear que mi madre tenía miedo y muchas noches se quedaba a dormir en el metro de Fontana porque le habían dicho que era el lugar más profundo de Barcelona. Se hacía un hatillo que se llevaba cada día… Finalmente ‘Emérita también se fue hacia la frontera… “Me fui porque no sabía nada de mi marido y unos amigos del POUM me dijeron nos vamos… Era de madrugada, en cuanto salías de las últimas calles de Barcelona era tremenda la cantidad de personas que huíamos… son imágenes que no se pueden borrar. Los aviones ametrallaban a los que iban por la carretera y todo el mundo huía hacia el campo. Cuando venían aviones salíamos corriendo del motocarro para refugiarnos y luego volvíamos otra vez. Llegamos a Girona a las ocho de la mañana… De Girona fuimos hasta Figueres –nuevos bombardeos- y a la frontera en una ambulancia 22 personas. Los fascistas entraron en Barcelona a la seis de la tarde’.

“Llegamos a la frontera y aún estaba cerrada la frontera. Yo era muy joven y había oído hablar siempre de abrir y cerrar las fronteras y creía que había puertas. Cuando llegamos a la frontera francesa por la montaña yo venga a buscar las puertas y le pregunté al mutilado de guerra, Cerdán, que le faltaba el brazo ¿pero dónde están las puertas de las fronteras? y aún se están riendo”. ‘Ella tenía un tío en Francia y fue a Perpignan, después a Dijon. Y en septiembre estalló la Segunda Guerra Mundial’, continua la novela: ‘Para ellos fue terrible estar en la Francia ocupada por los alemanes.  Volvió a España con la Cruz Roja en enero de 1940 y su marido regresó en marzo’.

 

La memoria de las deportadas de Ravesbrück

Neus Català Pallejà nació en 1915 en Els Guiamets (Priorat),(Historia de los Españoles en la Segunda Guerra Mundial, Almuzara, 2009). Perteneció a las Juventudes del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya). En 1937 se diplomó en enfermería y dos años después cruzó la frontera con 180 niños huérfanos, de la Colonia Negrín de Premià de Dalt, que estaban a su cargo. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial colaboró en actividades de la Resistencia francesa, con su marido, centralizando en su casa la recepción y transmisión de mensajes, armas y documentación.


Foto3_NeusCatal_ArchivoAlfonsoDomingoNeus Català. Arxivo de Alfonso Domingo

En esa etapa de la resistencia francesa ella ‘jugó un papel muy activo hasta que un farmacéutico de Sarlat la denunció a los nazis, lo que provocó su detención. “A mí me detuvieron a finales del 43, ya estaba muy perseguida. Después de la delación pasé por las cárceles dos meses y después al campo. Estuve presa en total un año y medio. De Francia pasábamos por las torturas primero para hacernos hablar y después los meses que les diera la gana en la cárcel y después pues hicieron un tren de mil mujeres… habían marchado ya dos. Por ahí pasó el primer convoy de 400 mujeres españolas. Esto lo he sacado buscando papeles y papeles…. Pero la verdad es que no se ha estudiado el trabajo de las mujeres. Ni siquiera se ha hablado. Yo quiero señalar que había de Madrid, de Sevilla, de Córdoba, de todas las regiones de España. Muchas mujeres que se habían refugiado en Francia huyendo de Franco.

“Nosotras transportábamos las armas. Los hombres estaban en los maquis. Buscábamos la comida y que pudieran tener comida. Íbamos a llevar los partes por estos bosques y por estos mundos hasta llegar al maquis. En tren, en bicicleta, cuando las había, porque teníamos pocas. A pie sobre todo, como fuera. Siempre íbamos cargadas como burros. Los hombres se veían más comprometidos. Estaban preparados para la lucha. Y sobre todo como había muchos españoles, nos ocupábamos bastante de ellos también. Porque se veían, un maqui se veía. Teníamos los jefes y una organización. El maquis del bosque y el maquis de ciudad. Entre los de la ciudad, trabajábamos muchas mujeres, que tuvimos ese gran papel, de enlaces con los del bosque. Que no se ha señalado o se señala poco”.

“Lo que yo he vivido, lo que yo he sufrido, yo me lo he ganado. Esto me decía en los cinco interminables días y cinco interminables noches que duró nuestro viaje fatal desde Compiégne, campo de concentración al norte de París, hacia Ravensbrück, campo de exterminio internacional para mujeres. Con una temperatura de 22º bajo cero, a las tres de la madrugada del 3 de febrero de 1944, mil mujeres procedentes de todas las cárceles y campos de Francia llegamos a Ravensbrück. Era el convoy de las 27.000, así llamadas y así aún conocidas entre las deportadas. Entre esas mil mujeres recuerdo que había checas, polacas que vivían o se habían refugiado en Francia, y un grupo de españolas.

 

Reconocimiento a De Gaulle, Raventós y Montserrat Roig

Esto nos lo han valorado en Francia, sigue detallando en el libro… El general De Gaulle reconoció que las mujeres en Francia, no solo las francesas, habíamos sido la infraestructura de la resistencia, del ejército legal, escondido. Esto quiere decir mucho trabajo. Yo no quiero decir que las mujeres hayan sido mejor que los hombres, no. Pero he de decir… que la mujer ha sido esencial y necesaria y que muchas han muerto y no sabemos sus nombres. Sabemos que han muerto con nombres de guerra. Y cuando las han enterrado con sus nombres normales, ¿dónde las buscamos? Si aquí, sin buscar nada, he encontrado mil nombres en mis papeles. De mujeres que han luchado y han sido deportadas. Eso tenía que haberlo hecho al principio. Nos hubiesen estimado más el trabajo que hemos hecho las mujeres. Es verdad. Yo lo reivindico…. Una voz sola es poco. Hemos hecho un libro (Neus Català, De la resistencia y la deportación: 50 testimonios de mujeres españolas, Barcelona, Península, 2000), donde han dado testimonios unas cuantas, pero ha costado muchísimo.

‘No se puede describir ni con palabras lo que se siente al entrar en un campo de exterminio, dice Català, tajante. Ni siquiera Dante, en su infierno pudo imaginar tanto horror, apostilla. Tanto, que incluso cuando la macabra pesadilla había acabado, en la liberación, ella se sintió igual’ continua la novela. “Para muchos representó una gran alegría. Yo no sentí nada. Es muy difícil de explicar. Un vacío total”. Luego supo que su marido había muerto. Había acabado un combate, pero empezaba otro, la lucha por volver a España y acabar con Franco y el dar memoria de lo acontecido. “Para mí es un deber. No sabemos cuántas había. Los ficheros desaparecieron. Sabemos de las deportadas de los países ocupados por los nazis, pero nosotros no hemos podido saber nada porque nuestro Gobierno es el único que no se ocupó de sus ciudadanos. Sólo Joan Raventós, embajador en París en los años 80, pero antes, nada”.

Neus Català recuerda agradecida a la escritora, ya desaparecida, Montserrat Roig. “Cuando empezó a investigar este tema y a sacar los primeros resultados fue algo impactante, porque no se sabía nada. “Las mujeres no nos ocupamos mucho de las patatas. Lo siento mucho. Nos hubiera gustado. Pero nos hemos ocupado principalmente de no perder lo que sabíamos. La cultura. La cultura también es saber reír. Por lo pequeño o lo grande. Hacer cultura y solidaridad. Es lo que nos mantenía con fuerzas para continuar. Yo no soy más que una y éramos miles. Yo tengo que hablar por esas mujeres porque se portaron con valentía. Y Ravensbrück es una escuela internacional para el estudio de toda la deportación en general’.

‘Yo quiero ser realista, cuento lo que pasó. Las mujeres después del trabajo que tenían que hacer, después de 12 horas y casi sin comer y que hicieran cultura… Algunas han salido con un título. Abogadas, enfermeras… Todo el mundo enseñaba algo. Cada día se dedicaba algo a la cultura. Fueran 5 o 10 minutos. Y a cantar. La cultura y la solidaridad. Fue lo que salvó a muchas. Era muy fácil caer en la apatía y dejarte ir… Pero decíamos: vamos a vivir y vamos a contar. Las pocas que hemos tenido la suerte de salir pues hemos hecho esto toda la vida. No todas, porque muchas también murieron al volver ya derrotadas. Català, como muchas otras compañeras del campo de Ravesbrück, recuerda Domingo, que la entrevistó en Madrid en 2009, juraron alimentar la memoria de las 92.000 deportadas muertas.

Por su parte, Alfonso Domingo considera ya cerrada su etapa de estudio y recuperación de memorias e historias de vida de la guerra civil y la posguerra y ahora ya se está dedicando a recopilar información sobre los efectos y problemas de la globalización y en un proyecto que él denomina ‘laberintos’ sobre la condición humana. Por otro lado, ya tiene casi elaborados dos textos: uno que sería la continuación de la novela ‘La madre de la voz en el oído’, pero con la incorporación de las problemáticas del expolio a los territorios indígenas desde una mirada ecologista y de respeto al medio ambiente y otro sobre Billy el niño y su relación con los hispanos, fruto de un trabajo de unos meses de investigación realizada en Nuevo México (Estados Unidos).

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Tona Gusi

Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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