Alemania se suma a la huelga Feminista de mujeres del 8 de marzo. La huelga está dando que hablar en ciertos ámbitos, sobre todo por otra cuestión poco o nada relacionada con el feminismo: el derecho a la huelga general
A la señora Seidel la idea le parece divertida: “Yo ya hago huelga todos los días”, dice con una sonrisa. Con la espalda encorvada hacia la izquierda, lleva tiempo sin trabajar y ella es quien recibe los cuidados de otras personas. Por eso la idea de una huelga de trabajo, cuidados y consumo que lleven a cabo las mujeres, para ella suena algo ajena. Sin embargo, en el ascensor, junto a ella, la otra vecina, la señora Lange, ya jubilada, se ríe también, pero no pierde la oportunidad de contar lo duro que fue para ella trabajar y tener que ocuparse al mismo tiempo de los hijos y de la casa: “Mi marido secaba los platos y pasaba la aspiradora. Y punto”, suspira mirando directamente a los ojos.
Foto: Manifestantes en Berlín con una pancarta de Marianne Weber. Foto de Mike Herbst.
Después de una pausa dramática asegura, acercándose confidente: “No hacía absolutamente nada más, por eso empecé a trabajar a media jornada, porque alguien tenía que recoger a los chicos de la escuela”. A ella le parece bien que las mujeres alemanas hayan convocado una huelga similar a la que en 2018 se celebró en numerosos países, pero hasta ahora no había oído ni una palabra sobre dicha protesta. “Eso son cosas de jóvenes asegura, “me parece bien, pero soy un poco escéptica de que pueda servir para algo”.
Las tres panaderas de la filial del único despacho en la plaza de Roeder son jóvenes, pero tampoco tenían ni idea de que se fuese a celebrar una huelga de mujeres: “¿Y para qué?”, se ríe la primera. “¿Y quién cuida de mi hija?”, pregunta otra de ellas. Ninguna se plantearía ir a una huelga de mujeres ni creen que tenga sentido. Y es que fuera del ámbito político, feminista, activista o jurídico pocos hablan de una huelga de mujeres que, en especial en Alemania, tiene el potencial de provocar debates paralelos de calado, como en el caso del derecho a la huelga general, que en teoría está prohibida.
La estudiante de ciencias políticas Susanne Hentschel tampoco se hace demasiadas ilusiones para esta ocasión: “Es poco realista pensar que la huelga será un movimiento masivo este año, pero estamos convencidas de que éste es el comienzo de un nuevo movimiento feminista”. Susanne forma parte de un grupo feminista y es una de las organizadoras en Berlín. Asegura que es positivo “que los sindicatos se hayan solidarizado con la huelga”, sin embargo su deseo es “que éstos llamen a secundarla también”. Nada fácil, teniendo en cuenta la ambigua legislación alemana al respecto, que supone una prohibición de facto de las huelgas generales y de carácter político que no estén ligadas a la negociación de convenios.
En la constitución esta forma de protesta no está prohibida, explicaba el profesor de ciencias políticas Jörg Nowak en la revista de la Central pública alemana para la educación política ( Bundeszentrale für Politische Bildung ). “La huelga política y la huelga general están en Alemania aún bajo la sospecha de la revolución y los golpes de estado”, por lo que “hasta hoy, con las prohibiciones de huelga sigue institucionalizado el miedo a la actividad política autónoma de los trabajadores”. Este profesor, sin embargo, asegura que en momentos puntuales de la historia sí que se han utilizado las huelgas masivas con fines políticos y que no fueron ilegalizadas, a pesar de la lectura que suelen hacer a menudo los propios sindicatos de la legislación.
Friederike Benda, que forma parte de la directiva del partido Die Linke y participa en la organización de la huelga, asegura al teléfono en ese sentido que el movimiento feminista quiere contribuir a que acabe “el monopolio de la huelga por parte de los sindicatos” y se lleve a cabo “una discusión en torno al significado del concepto de huelga”. En cuanto a la participación es optimista y cree que la propuesta “ha sido una bomba” porque a los primeros encuentros ya asistieron muchas mujeres y organizaciones. “Hemos visto cómo la propuesta de una huelga de mujeres tocaba un nervio existente en nuestra sociedad”, asegura, al tiempo que destaca cómo las huelgas que se llevaron a cabo en otros países les han impresionado y motivado. La diputada de su partido en el Bundestag y portavoz de mujer Conny Möhring declaraba en un comunicado que, “cuando las mujeres anuncian de forma masiva [que van a la huelga], en el mejor de los casos se sacaría del ámbito privado al público la cuestión de la organización del trabajo y las preguntas al respecto se volverían visibles”. El partido ha aprobado una resolución en apoyo de la huelga de mujeres.
Sobre las reclamaciones concretas de la huelga destacan por su particularidad en Alemania la prohibición de la publicidad de los abortos a través de la que se ha condenado a ginecólogos a pagar multas tan solo por poner en su página web información sobre los abortos. También los colectivos de personas con sexualidad diversificada están organizando la protesta y están llamados a acudir a la cita en un país conservador en el que no se legalizó el matrimonio homosexual hasta 2017, pero en el que siguen existiendo trabas como las relativas a la adopción.
En Berlín tuvo lugar un encuentro la semana pasada al que acudieron unas 300 personas según la organización en el cual participaron como ponentes mujeres de Irán y Kurdistán, entre otras nacionalidades. En dicha cita se concretaron una serie de reclamaciones concretas que se unen a las circunstancias de desigualdad estructural derivadas del patriarcado en el país. Entre ellas destacan el aumento de las pensiones hasta los 1400 euros netos, el fin de la criminalización y la estigmatización de las trabajadoras del sexo, una subida del salario mínimo a 13 euros la hora. Asimismo piden cuestiones más generales como la paralización de privatizaciones, la creación de vivienda asequible, la expropiación de empresas inmobiliarias y el acabar con la precariedad laboral de los contratos definidos y mediante empresas subcontratadas.
En el ámbito de género las reclamaciones van desde abortos gratuitos y despenalizados, la abolición de los informes médicos para ser reconocido como trans o intersexual, o lavabos mixtos en todos los edificios públicos. Los asesinatos por violencia de género deberían ser reconocidos como un problema estructural en Alemania, sigue el documento. También se muestran solidarios con los refugiados, en tanto en cuanto hay mujeres con esta condición legal que participan en la protesta y piden que se tenga en cuenta las situaciones familiares a la hora de decidir el estatus legal y que se paralicen todas las deportaciones. También que se reconozca el derecho al voto a los inmigrantes que residan en el país independientemente de la situación administrativa en que se encuentren.
El movimiento, fuertemente descentralizado, tiene asimismo una organización desigual dependiendo de las ciudades. El pasado viernes, se mostró un documental en Berlín sobre la huelga feminista en España. Entre las acciones que se han planteado para el día de la huelga destacan una sentada a las doce de la mañana “en cualquier lugar” donde se quiera protestar, así como gritar durante un minuto a las cinco de la tarde o hacer de la pausa matutina una asamblea en los trabajos en la que discutir sobre feminismo. El 8 de marzo hay planeada una manifestación en Berlín a la que se espera que acudan numerosas personas, en especial porque el día ha sido declarado festivo en la ciudad. Motivos no faltan.