sábado 20 abril 2024

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Aitzole Araneta, vivencia transgénero y cambios legislativos

 

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Debate-formación en La Independent

Entrevista a la sexóloga y técnica en iguadad Aitzole Araneta sobre la vivencia transgénero y las implicaciones de los cambios legislativos sobre esta cuestión.

En el Consejo de Redacción de La Independent surgió hace unos meses la idea de tratar de informarnos mejor sobre las diferentes opiniones y controversia que había alrededor de la Ley Trans. La propia idea de informarnos creó controversia: cómo lo hacemos, en qué formato, a quién invitamos. En paralelo a nuestro debate interno el debate social subía el tono, y nos enviábamos artículos con diferentes enfoques. El exceso de información y el aislamiento social de nuestros días pandémicos no ayudaban al debate sereno, bien informado y calmado que requiere una cuestión de derechos fundamentales de personas como es la que aborda esta ley. Varias compañeras propusieron ponentes y hay que agradecer a todas las ganas de hacer funcionar estas sesiones internas, y finalmente Teresa Carreras puso manos a la obra para acabar dando forma concreta a las sesiones de información y debate sobre la proposición de Ley para la igualdad plena y efectiva de las personas transgénero del Ministerio de igualdad: hicimos dos sesiones online el 26 de mayo con Aitzole Araneta y el 9 de junio con Nuria González López, abogada y activista feminista por los derechos de las mujeres y los niños.

 

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Yo moderé el primer debate con la sexóloga y técnica en igualdad Aitzole Araneta, que actualmente es la portavoz de Elkarrekin Donostia y me pareció que la mejor manera de sintetizar todo lo que nos contó era haciéndole esta entrevista.

 

¿Nos puedes explicar qué es la libre autodeterminación del género y por qué habría que basar las leyes que recogen los derechos de las personas trans en ella?

En realidad, el debate sobre qué nos hace ser quienes somos no tiene una conclusión definitiva. “¿Quién soy?” es una de las grandes preguntas de la humanidad. “¿Qué nos hace ser quiénes somos?” No tenemos respuesta a esa pregunta. Muy probablemente haya múltiples causas que interactúan entre ellas.

Sin embargo, algo que sí que saben las múltiples disciplinas que están investigando sobre esta cuestión es que la división biología/cultura es ficticia, pues nuestra dimensión sexuada está construida por ambos aspectos, que actúan en la vida de las personas en permanente interacción. Al igual que no podemos dividir quienes somos en “lo biológico” y “lo cultural”, ni el reduccionismo biológico de genitales y cromosomas incluye a todo el mundo, ni la identidad basada en el género lo hace (lo que se traduce en un “deseo de ser”, en un “sentimiento de ser” que no podemos explicar de donde procede).

He aquí, por tanto, la clave: si los sexos hacen referencia a eso que somos y que nos diferencia de los demás, nuestra dimensión sexuada se referirá a esa identidad, más que a la impuesta y moldeada por las normas sociales. Repensar el género supone analizar en una cultura todos estos elementos que sin duda cuando no disponen de la flexibilidad que los propios individuos necesitan para expresarse, se convierten en represores y ocultan la realidad de las personas que ha de ser en definitiva la que prevalezca.

Cabe clarificar, por tanto, que las personas con una experiencia biográfica trans son mujeres, son hombres, desde el mismo momento en que se viven, nos vivimos como tales, y que no se trata de un “deseo” o un “sentimiento de creer ser”, o no al menos de una manera diferente a la de aquellos que no se encuentran en situaciones de transexualidad, que son a quienes no se cuestiona su deseo o su sentimiento (sentimiento que existe igualmente).

Y por tanto, cuando hablamos de autodeterminación no estamos hablando de que alguien decida quién es o quién deja de ser (no hay elección), sino que en los pasos a dar en cuestiones relacionadas con cómo nos ven los demás, haya autonomía en las decisiones relativas a que nadie desde fuera diagnostique quién eres en base a asignarte un diagnóstico de enfermedad mental y un proceso médico obligatorio, que es lo que dice la actual ley: una opinión externa que reconoce derechos en la medida en la que reconoce que si quién eres no coincide con las expectativas genitales de los demás, tienes una enfermedad mental que se trata no trabajando la mente, sino obligando a modificar tu cuerpo quieras o no.

 

En 2007 un importante cambio en la legislación hizo posible que las personas transexuales pudieran cambiar el nombre y el sexo en su DNI sin necesidad de pasar por un quirófano y con un trámite en a través del Registro Civil, sin necesidad de una sentencia judicial. ¿Qué más aspectos novedosos destacarías de esta ley respecto a la situación legislativa previa?

La novedad más importante era que dejaba de ser un proceso judicial con su juez, fiscal y abogado defensor que emitía un veredicto acerca de si alguien tenía derecho a modificar su mención de sexo legal en base a operarse los genitales para pasar un proceso administrativo. La exigencia de dejar de pedir cirugías genitales obligatorias hizo que desde hace 14 años existan legalmente las mujeres que nacieron con pene y los hombres que nacieron con vulva en el Estado Español. Obligar a pasar a personas por cirugías complejas y obligatorias para reconocerlas y protegerlas legalmente fue muy cuestionado en su día. Y esto fue un avance innegable.

Sin embargo, las cirugías genitales fueron sustituidas por la tutela biomédica en clave psiquiátrica, con interrogatorios y entrevistas y no en base a información científica veraz, puesto que los profesionales de la salud se forman en diferentes cuestiones, pero no en materia de identidades sexuales/sexos: no tienen formación en sexología y basan sus intervenciones en mucha subjetivad. Además, se obliga a las personas a pasar por un proceso médico obligatorio durante al menos dos años y, muy importante, las y los menores de edad y las personas migrantes no pueden verse reconocidas legalmente como del sexo que verdaderamente son, ya que la ley de 2007 las excluye de facto.

 

Esta Ley de Identidad de Género de 2007 que fue muy celebrada por el colectivo de las personas transexuales, ¿incorporaba medidas contra la discriminación, estigmatización o exclusión por motivos de cambio de sexo?

No. Hay que dejar claro que era una ley de modificación de la mención de sexo legal a nivel de registro, no era una ley integral y no trabajaba aspectos como la educación, el trabajo, las prisiones, el cambio necesario de los servicios de salud, etc. como sí que pretende un nuevo marco legal.

 

¿Está justificado el miedo social y en especial de las mujeres a que los marcos legislativos para permitir cambios de sexo en las personas que lo requieran puedan ser aprovechados especialmente por los hombres para hacer usos abusivos de ellos?

Parece improbable que esto pueda ser un fenómeno más relevante que el de las denuncias falsas en caso de violencia por parte de pareja o expareja hacia las mujeres. Por una parte, por el principio internacional de fraude de ley, que dice que cualquier ley que se use para un fin distinto al establecido en la propia ley puede ser causa muy grave de imputación penal. Por otra porque se pueden (y deben) introducir los mecanismos legales que ya operan en leyes de otros países de corte similar para que ello no suceda (y ese es el trabajo que queda por hacer). También porque por la propia idiosincrasia de los hombres que maltratan, violan y matan a mujeres no quieren ser ellos mismos identificados todo el rato por mujeres, ya que suelen ser bastante misóginos. También porque si esos hombres van a ser identificados, en cuanto enseñen su DNI como mujeres tendrán los mismos problemas que la gente en situación de transexualidad ha tenido a la hora de enseñar una documentación que no les identifica, y por último porque en leyes similares que llevan funcionando desde hace años los casos donde esto ha sucedido han sido muy pocos. Aún y con todo, esos mecanismos de seguridad adicionales para que no haya ese fraude de ley hay que establecerlos.

 

¿Qué hay de bueno o de malo en hacer depender de diagnósticos psiquiátricos el reconocimiento legal de la identidad sexual?

El sexo que de verdad se es, la identidad, es algo básico en el desarrollo de una persona, que si es negado trae multitud de problemas en los órdenes más cotidianos de la vida, empezando por problemas de autoestima pasando por la exclusión laboral y terminando por problemas en todos los ámbitos, porque quienes somos está presente en prácticamente todos los órdenes de nuestras vidas.

EL depender de diagnóstico psiquiátrico para que la administración reconozca verdaderamente quién eres es un problema de derechos humanos que ya múltiples instancias internacionales han reconocido como contrario a derechos humanos: alto comisionado de DDHH de la Unión Europea, ONU, etc.

 

¿Crees que hay muchas cuestiones relacionadas con la vivencia trans que la sociedad en general no conoce y que ayudarían a abordar los debates que genera este tema?

Sí, hay una cosa fundamental, y es ese cambio de paradigma que implica reconocer los sexos (sexus/sexare) más allá de los genitales (genus). Son dos palabras diferenciadas por algo desde la Antigua Grecia y que en mayor o menor medida nos afectan a todo el mundo, pues entendernos única y exclusivamente a través de nuestros genitales es algo que incluso las feministas más referentes como Emma Goldman o Simone de Beauvoir, por poner dos ejemplos, siempre han cuestionado. Y esto va más allá de la vivencia de personas que específicamente están en esa situación trans.

No hay elección en quién se es, y eso hay que dejarlo claro. Como también dejar claro que al igual que el resto de las personas, tenemos amigos, familias, parejas, somos compañeras de trabajo, no queremos perder nuestros trabajos, o tenemos anhelos y aspiraciones como el resto del mundo. No hay un punto y aparte, hay muchas más cuestiones que tenemos en común con el resto de las personas que no están en una situación de transexualidad que cosas que nos diferencian. Y a través de esa pedagogía que ha de proveer la educación de los sexos, y que no veremos sus frutos mañana pero sí dentro de unos años o décadas, sería bueno conseguir sociedades donde gente que se ve excluida se encuentre con entornos cada vez más inclusivos, con menos rechazo y con más oportunidades de desarrollo personal y, en definitiva, de ser feliz. Hay que democratizar estas dos palabras tan potentes, lo que es ser hombre y lo que es ser mujer.

 

El ruido mediático que ha habido alrededor del anteproyecto de Ley Trans impulsada por el actual Ministerio de Igualdad de Irene Montero y que permitiría cambiar de sexo en el registro sin informe médico a partir de los 16 años, ¿se podría haber evitado y permitir así un mayor apoyo político y social?

En realidad, estamos ya hablando de que se ha procedido al cambio registral de la mención de sexo a menores de hasta 11 años. Por tanto, la ley ya va por detrás de la realidad, de los casos que ya han ocurrido en los últimos años. Pero ojo, estamos hablando de un cambio registral (en el registro) de la mención de sexo, no de que el sexo desaparezca de los registros, ni de que a personas prepúberes se les opere de los genitales o se les hormone, que es lo que se está diciendo, y que, aparte de no ser posible pues una criatura prebúber no tiene ni el desarrollo genital suficiente para abordar semejantes operaciones por falta de desarrollo genital o por no tener activada la cañería hormonal como para que una hormonación surja efecto, está prohibida por estándares médicos internacionales.

 

 

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Según tu opinión ¿a qué se debe el rechazo frontal de una parte notable del feminismo a algunos términos del anteproyecto de Ley Trans propuesto por el Ministerio de Igualdad?

Habría que ver cuál es esa parte notable si hablamos en términos cuantitativos, ya que mucha parte del no debate se ha dado a través de redes sociales y mediante el amplificador de algunos medios. Eso sí, hay una cuestión que es el lío terminológico, que el borrador actual dela ley no soluciona y que habría que afinar más, ya que por las mismas palabras -sexo, género, identidad de género, autodeterminación de género, transexualidad, intersexualidad – están siendo llenadas de contenidos diferentes, y esto es clave para resolver el entuerto teórico, que además tiene un correlato práctico a la hora de describir la vida de las personas, la vida de las mujeres.

Si por sexo se entiende genitales y cromosomas, tenemos un problema de orden epistemológico, pues ese concepto milenario no habló sino de genitales y cromosomas solo desde los años 60. Igualmente, si por identidad o autodeterminación de género estamos entendiendo que alguna gente decide y desea ser, pero no es frente a otra que sí que lo es, tenemos otro problema.

No es baladí la cuestión terminológica, pues tener un corpus de textos con una epistemología común facilita la buena y no mala interpretación de las leyes, y que unas leyes no se solapen con otras.

Hay otra serie de cuestiones que tienen que ver con la proliferación de bulos con respecto a las vidas de personas en situación de transexualidad, sobre todo por parte de quienes desconocen estas realidades de manera cercana, de manera que al albur de lío terminológico se están proliferando bulos que distorsionan las vidas de personas con esa experiencia vital trans hasta lo grotesco.

 

 ¿Cómo se ha regulado esta cuestión en los países de nuestro entorno, existe alguna legislación internacional que proteja a las personas transexuales y qué destacarías por haber logrado consenso y aceptación social?

Son una multitud de países los que eliminan requisitos patologizantes, médicos y/o judiciales, para lograr esa protección legal hacia quienes no deciden porque ya son quienes son, pero sin esa protección jurídica tan necesaria: Argentina tiene una ley de estas características desde el 2012. En el ámbito europeo desde Malta pasando por las legislaciones de los países del Norte de Europa hasta Portugal cuentan con leyes cuya filosofía es la despatologización y la no exigencia de requisito médicos y judiciales para reconocer derechos.

 

¿Crees que cada vez son más los padres y madres que acompañan a los niños y las niñas en un proceso de cambio de sexo?

Cada vez son más porque el tema está en la agenda pública desde hace algunos años (no tantos). También porque las situaciones de transexualidad infantil rompen con la cuestión de que hay una especie de elección adulta en quién se es, porque estos niños y estas niñas, como el resto de niños y niñas, no deciden quienes ya son y porque estas familias, después de haberlo intentado todo para transmitirles a sus hijos que pueden ser niñas masculinas, a sus hijas que pueden ser niños femeninos, han obtenido la respuesta insistente de que todo eso está muy bien, pero que sus hijas e hijos reclaman que eso no les vale y que les empiecen a ver como quienes verdaderamente son… y o han acabado por aceptar a pesar de no querer que sus hijas e hijos estén en una situación de transexualidad, pues saben que van a tener más obstáculos que el resto de chicas y chicos en muchos órdenes de la vida. No hay familias que quieran que sus criaturas “sean trans” (cosa que ningún niño o niña dicen que son, dicen que son “niñas y niños”, y no transsexuales), sino, más bien, que aceptando que tienen hijas e hijos con genitales no esperados, hacen su duelo particular y siguen adelante para asegurar la felicidad de los hijos e hijas que tienen.

 

¿Cómo se pueden mitigar los temores sociales que afloran ante la idea de niños y niñas en situación de transexualidad?

Trasladando una información veraz: a niños prepúberes no se les puede hormonar ni operar ni siquiera lo piden. Piden que se les empiece a ver como quienes ya son.

En edad púber hay que no discriminar a estas chicas, a estos chicos. Existen otras casuísticas que nada tienen que ver con una situación de transexualidad donde adolescentes reciben medicaciones de bloque temporal puberal, por ejemplo, para tratar el hirsustismo, o en la gimnasia de élite, por poner ejemplos donde el resto del mundo no ha dicho absolutamente nada durante décadas; o medicación hormonal, como en el caso de la píldora anticonceptiva. Es importante aclarar que no hay ninguna medicación específica para personas con experiencia vital trans, sino que se usan opciones que han sido establecidas para otro tipo de condiciones. Se trata de igualar el acceso de esta población adolescente para igualarlo al que ya tienen otras poblaciones adolescentes, a quienes no se pone en cuestión si recurren a estos recursos.

 

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Fundadora i Co-coordinadora de La Independent. També és psicòloga menció en Psicologia d'Intervenció Clínica i menció en Psicologia del Treball i les Organitzacions.
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