Alexandria Ocasio-Cortez.
Mientras el mandato de Trump sigue de forma turbulenta, encontrando resistencias en el mismo staff de la Casa Blanca, en la sociedad norteamericana se asiste a un fenómeno que muchos analistas definen como una revolución silenciosa, que está corroyendo a la tradicional superioridad de los representantes políticos masculinos.
En tres estados republicanos, (Texas, Kentucky y Georgia) se han presentado como candidatas para las elecciones de mid term del 6 de noviembre unas mujeres de armas tomar, como Amy McGrath, una pilota que ha manejado un caza de combate en Oriente Medio (por Kentucky), o Gina Ortiz Jones, asiática americana, también veterana de guerra en la inteligencia y lesbiana (por Texas), mientras la escritora afroamericana Stacey Yvonne Abrams se lanza a la “misión imposible” de conquistar un estado emblema del racismo más encarnecido, Georgia.
Amy McGrath, Gina Ortiz Jones y Stacey Yvonne Abrams.
Pero es en el ámbito democrático en que se está dando un cambio más profundo, en el aparato del partido, percibido por la mayoría de la ciudadanía como parte del establishment, más interesado a sus juegos de poder que a los problemas de la gente. Es allí que se está viendo la irrupción de representantes de movimientos sociales, como el “pueblo del 99%”, las mujeres del “Me Too” y el reciente movimiento contra las armas.
Esta América joven que lucha para conquistar espacios en la política tiene nuevos slogans y nuevas caras, más jóvenes y atrevidas: muchas, son caras de mujeres. Es una América multiétnica, la que apoya Rashida Tlaib, abogada de origen palestino y la primera musulmana americana que ha ganado un asiento en el Congreso de Michigan; o la refugiada somala Ilhan Omar, que se presenta en Minnesota; o Sharice Davids, la primera indiana de América, lesbiana, abogada experta en artes marciales, que se presenta en Kansas. Sin contar que hay una candidata transgender, Christine Hallquist, ingeniera electrónica que por cincuenta años se llamó Dave, que podría llegar a ser gobernadora en Vermont, el estado de Bernie Sanders, con una sólida tradición liberal.
Rashida Tlaib e Ilhan Omar
Sharice Davids y Christine Hallquist
Entre todas, es considerada una “estrella” la que ya ha alcanzado una gran victoria por sorpresa, contra vientos y mareas. Se trata de una joven abogada de 28 años crecida en el Bronx, de padres puertorriqueños, Alexandria Ocasio-Cortez, que en su currículum tiene también un trabajo de mesera en un bar-taquería.
Ocasio-Cortez logró ganar en las primarias a un adversario poderoso, el democrático Joseph Crowley, contando para su campaña solo con solo 300.000 dólares de aportes ciudadanos, mientras su adversario podía gastar 3 millones de dólares. Pero Ocasio-Cortez usó otra estrategia, la de acercarse a quien huía de la política. Es que decepcionado o decepcionada por la desigualdad creciente en la sociedad, a pesar de las buenas condiciones de la macroeconomía, con un discurso convincente, ella partía de las necesidades y problemas de la gente.
Entonces la vemos en sus spots colgados en You tube, que habla frente a un supermercado o una escuela con los transeuntes, sobre los derechos de toda la ciudadanía a una salud básica, a escuelas gratuitas y de calidad, a condiciones de trabajo dignas, en condiciones paritarias entre hombres y mujeres, locales o inmigrantes. Todos objetivos posibles, si hay la voluntad política para alcanzarlos, sostiene Ocasio-Cortez.
Bernie Sanders ha abierto un camino animando al Partido democrático a regresar a sus valores originarios, cuando sus políticos eran atentos a la redistribución de la renta y a un equilibrio de poderes entre empresas y trabajadores. Un equilibrio que se ha roto con la desregulation, el neoliberismo privatizador de los años 80 y 90, que ha acentuado la desigualdades dando un poder enorme a los grandes conglomerados económicos, y reduciendo la movilidad social.
Elizabeth Warren y Kamala Harris
Pero, ahora, gracias también al ala más radical del partido demócrata, los DSA (Democratic Socialists of America), compuesta por 55.000 inscritos, de edad media 33 años, que recoge la aprobación de figuras institucionales como Elizabeth Warren y Kamala Harris, se comienza en Estados Unidos a no asustarse tanto por un término (“socialismo”), considerado por mucho tiempo peligroso.
Y, finalmente, se da espacio a mujeres inteligentes y emprendedoras, a quienes el haber crecido en condiciones difíciles ha contribuido a forjarse un conocimiento y una fuerza inusual y, por eso, tienen mucho por aportar a la sociedad.