OPINIÓN
A esta semana que hoy acaba se la podría calificar como intensa politicamente hablando.
La moción de censura que presentó Unidos-Podemos no prosperó como ya sabemos, pero nos dejó momentos que pasarán a los anales de la historia parlamentaria. Irene Montero, portavoz de esta organización nos sorprendió a mucha gente entre la que me incluyo como una gran oradora. A mí me tuvo pegada a la radio durante casi toda su intervención que me pareció sencillamente fantástica. No es nada fácil estar más de dos horas desgranando casos de corrupción e hilando los diferentes temas como lo hizo esta mujer. Desde aquí quiero mostrarle mi admiración por su trabajo parlamentario y por su relato coherente a la par que complicado.
Pero como el más rancio patriarcado político no puede soportar que la voz de una mujer poderosa suene con fuerza como sonó la de Irene Montero, arremetieron contra ella de forma soez y barriobajera utilizando su vida privada. Claro que este espécimen se retrató solo ante toda la sociedad y, sobre todo, ante todas las mujeres. Dostoyevsky, en su libro “Crimen y Castigo” afirma que “cuando la inteligencia falla, el diablo la sustituye” y por lo visto eso es lo que le ocurre a este machista casposo que recurrió a la vida privada de una parlamentaria que nos recordó a la ciudadanía todas las fechorías que han cometido las gentes del partido que representa este tipo de baja estopa y menor catadura moral.
Como ya afirmé en alguna ocasión, los espacios no se regalan, se conquistan y eso es lo que hizo Irene Montero, conquistar su espacio y la caverna política no puede soportar que una mujer les plante cara y les diga todo lo que hizo y dijo esta mujer. De ahí su ataque machista y casposo en un espacio de representación política como lo es el Congreso de las Diputadas y los Diputados.
Pero la de Irene Montero no ha sido la única voz que se ha escuchado esta semana. No. Las voces de las mujeres feministas del PSOE también se escucharon en la celebración de su 39 Congreso Federal. Y se escucharon para plantar cara a quienes deseaban regular la prostitución y los vientres de alquiler dando un paso adelante en la concepción cosificada de os cuerpos de las mujeres.
Los intereses de las 35 personas que votaron a favor de esta regulación los desconozco aunque los imagino, pero seguro que esos intereses no pasan por la existencia de una sociedad libre de todo tipo de desigualdades. Una sociedad en donde la vida de las mujeres y las niñas tenga el mismo valor que la de los hombres. Seguramente preferirán una sociedad en donde poderlo comprar todo para la satisfacción de los deseos aunque para ello se tenga que recurrir a la cosificación y utilización del cuerpo de las mujeres como si de ganado se tratara.
Poco importan los deseos y necesidades de esas mujeres tratadas, prostituidas o utilizadas como vasijas para gestar criaturas que luego serán entregadas a quienes pagaron por ello. Poco o nada deben importarles a demasiada gente, con intereses no siempre confesables, las vidas de esas mujeres que son utilizadas como simple mercancía. Las voces de estas mujeres tratadas, prostituidas o utilizadas como vasijas no son escuchadas por quienes las maltratan y compran sistemáticamente. El patriarcado las utiliza como objetos y estos no tienen voz.
Otro hecho relevante que se ha conmemorado esta semana ha sido el 40 aniversario de las primeras elecciones generales en la democracia. Aquel 15 de junio de 1977 fueron elegidas 24 mujeres como Diputadas. A aquellas valientes y decididas mujeres les correspondió la ardua tarea de hacerse visibles y que sus voces se escucharan en un mundo que hasta ese momento sólo había sido de hombres. A ellas, a las llamadas “Madres de la Constitución” les tocó pelearse por los derechos de las mujeres que deberían regularse en la futura Carta Magna. Y, al menos yo, no he escuchado ninguna de sus voces ni a nadie hablando en su nombre a lo largo de toda la conmemoración. Sus voces han sido silenciadas de nuevo, pero las recordamos y admiramos su esfuerzo y su tesón en la defensa de los derechos de TODAS las mujeres.
Es una clara estrategia patriarcal la de silenciar nuestra voces, puesto que somos críticas con el sistema y no les interesa.
No hace falta irnos a los grandes espacios como el Parlamento para ver cómo se nos intenta silenciar. Ocurre todos los días y en cada uno de nuestros entornos. Ocurre en el trabajo, en la calle, en los hogares, entre amistades. Y es algo que cuesta visibilizar pero que es sistemático. La voz de los hombres ha de quedar por encima de las de las mujeres.
Recuerdo a un hombre que estuvo muchos años en mi vida cuya forma de imponer su voz era de tal suavidad que tardé años en darme cuenta. Ocurría sobre todo cuando estábamos con otras personas. Y sencillamente cuando quería hablar y estaba yo en el uso de la palabra, me cogía de la mano y la acariciaba suavemente. E insisto en que tardé años en asociar esos dos gestos como una imposición de silencio ante su voz masculina.
Ahora lo detecto con mucha mayor facilidad y precisamente por eso sé lo presente que sigue estando esa necesidad o imposición del silencio de las mujeres por parte del patriarcado.
Pero vamos tomando consciencia de nuestras voces y las vamos alzando. Vamos apropiándonos no solo de nuestra propia voz, sino de la de todas las mujeres incluso de aquellas a las que el propio patriarcado les arrebató la vida y la voz y alzándolas conjuntamente para hacernos presentes.
Esta semana fue Irene Montero y las mujeres feministas del PSOE. Antes fueron otras como Dolores Ibárruri, Carlota Bustelo, Asunción Cruañes o Pilar Brabo. O incluso antes, con Clara Campoamor, Victoria Kent o incluso antes Olympe de Gouges y tantas otras.
Nuestras voces de mujeres no pueden ni deben ser silenciadas como siempre se ha intentado. Porque nuestra voz es una de las más potentes herramientas que tenemos para plantar cara al patriarcado. Y hemos de seguir alzándola para decir basta ya de tanta desigualdad y de tanto nepotismo patriarcal encubierto.
Y a los machirulos que nos cuestionan el más absoluto de los desprecios. Solo eso y un infinito asco es lo que se merecen. Y por supuesto es lo que de mí van a recibir ahora y siempre. Solo eso y nada más. Porque mi voz es mía y es feminista.