Giulia Tamayo se indignó ante el silencio cómplice de quienes fueran testigos y testigas directos de las 300 mil esterilizaciones forzadas en el Perú. De aquel ‘silencio culpable’ de todo el personal de salud, de quienes poca o nula capacidad tuvieron de indignarse y denunciar en su momento lo que sucedía. En cambio, Giulia a riesgo de su vida, y que posteriormente representó su exilio en España, desafió a la adversidad.
Una madrugada del 9 de abril de 2014, Giulia Tamayo León, abogada y activista feminista, con una amplia y reconocida acción vindicativa a favor de los derechos humanos de las mujeres en América Latina y del mundo, partió dejando un valioso legado: semillas de justicia, verdad, igualdad, reparación, dignidad, y la más importante, la de amar a la humanidad.
“Giulia es de aquellas personas que no te dejan indiferente, que con su compromiso y sus acciones transforman las realidades por más adversidad que haya en ellas. Es un ejemplo que debemos seguir todas las personas y organizaciones que trabajamos a favor de la justicia y los derechos humanos”, expresó María Cañadas, Vocal de Género de la Fede.cat-organitzacions per a la Justícia Global, durante el acto de homenaje que, el 17 de setiembre en Barcelona, junto a otras organizaciones como La Independent-Agència de Notícies amb Visió de Gènere, el Centre de Cultura de Dones La Bonne, la Iniciativa pels Drets Humans de Dones Esterilitzades, la Xarxa Migració, Gènere i Desenvolupament, la Casa Iberoamericana de la Mujer Barcelona, Raíces y Alas y Haurralde Fundazioa, ofrecieron para recordar y celebrar la vida de Giulia Tamayo.
José María García Ríos, su compañero de vida y activismo, que también estuvo presente en este homenaje, expresó con emoción: “Giulia fue compañera: se indignaba ante cada injusticia, acogía en su corazón las causas de las víctimas y entraba en acción. Es de las que Bertolt Brecht califica de imprescincibles: Giulia luchó toda la vida. De sur a norte, de oeste a este, sin reparar en el coste, llevó una vida de coherente indignación, contagiosa alegría e inmensa ternura, en defensa de una Vida buena”.
Durante el acto se compartieron valiosas reflexiones que Giulia dejó a lo largo de sus experiencias en defensa de la vida y dignidad de las poblaciones humanas. “Las personas que defienden los derechos humanos aunque padezcan momentos enormemente difíciles, desarrollan capacidades para no dejarse vencer. Amar a las personas que son víctimas de abusos conlleva exponerse al sufrimiento no sólo por la empatía con ellas y por las represalias por ejercer lo que son legítimas actividades, sino por la incomprensión de quienes no valoran estos esfuerzos”.
José María García, relató que “exiliada, trabajó sus últimos 15 años en la sección española de Amnistía Internacional, con algunos paréntesis para apoyar en África y Nuestra América. Desde Perú y Colombia a Haití; de la Casamance senegalesa a la Kisangani congolesa, pasando por las tabancas guineanas; con quienes buscan familiares en las fosas comunes en España –Burgos, Soria, Extremadura…-; con las familias en desalojos forzosos en Barcelona, en el Cabanyal valenciano, en la Cañada Real y la Puerta de Hierro madrileñas; Giulia se acercó a la gente vulnerada, se enteró de las injusticias que les afectan, se indignó, e hizo”.
Drina Ergueta en representación de la Casa Iberoamericana de la Mujer en Barcelona afirmó: “Nosotras las mujeres latinoamericanas nos sentimos orgullosas de defensoras como Giulia, porque ella es la evidencia de que los orígenes poco importan cuando se trata de contribuir desde las propias capacidades en la lucha por la defensa de la dignidad, y ella con su acción lo hizo posible”.
“Una ser humana que nos toca el corazón, que ha librado mil batallas y ha hecho una contribución importante a la humanidad: comprender que la protección y promoción de los derechos humanos no tiene fronteras”, dijo María Eugenia Blandón a nombre de la Red de Migración, Género y Desarrollo.
Giulia Tamayo investigando los desalojos
“Nos emociona evidenciar que la trayectoria de Giulia ha dejado un legado importante en varias partes del mundo. Desde las mujeres periodistas que apostamos por el trabajo de comunicación con enfoque de género, expresamos nuestro reconocimiento a esta valiosa activista. Y qué mejor reconocimiento que comprometernos a seguir su ejemplo”, expresó Amada Santos en representación de la La Independent, Agència de notìcies amb perspectiva de gènere.
“Giulia vino a Barcelona a realizar un taller sobre la importancia de la CEDAW como herramienta efectiva para la incidencia en derechos humanos de las mujeres, con las ONG que trabajamos en el sector de cooperación al desarrollo. Ella afirmaba que la cooperación transformadora era la que contribuía no sólo a la mejora de condiciones de vida, sino aquella que se comprometía con las causas justas. Es decir, que allí donde hubiera injusticia, violencias y discriminación, fortaleciera las capacidades de la población para la defensa y promoción de sus derechos y también hiciera denuncia”, dijeron las integrantes de la Comisión de Género de La Fede.cat-organitzacions per a la Justìcia Global.
Giulia fue una destacada investigadora que observaba con visión crítica a la academia. José María García nos compartió un fragmento de su último ensayo: “Investigar y actuar ante el sufrimiento de quienes padecen abusos, lejos de reposar en un saber de expertos puramente técnico en los términos que cierta modernidad en curso preconiza, constituye —al decir de Gandhi— una disposición meditada por oponerse a la mentira y resistirse con medios sinceros”.
Cuando ella investigaba todos las causas y hechos acaecidos en las zonas andinas del Perú, lo hizo bajo amenaza, pero su perseverancia de amor humano y la valiosa confianza que sentían las mujeres hacia ella, pues la reconocían como hermana continúo sin miedo. Y a pesar de la poca comprensión que le brindaron algunas personas o instituciones, presentó su análisis y la verdad de las esterilizaciones forzadas en “Silencio y Complicidad” y en “Nada Personal”, dos estudios elaborados con minuciosidad, además de otros escritos e informes pertinentes que se elevaron ante las instituciones públicas peruanas, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y diversos organismos a nivel internacional.
Giulia se indignó ante el silencio cómplice de quienes fueran testigos y testigas directos de las 300 mil esterilizaciones forzadas en el Perú. De aquel ‘silencio culpable’ de todo el personal de salud, de quienes poca o nula capacidad tuvieron de indignarse y denunciar en su momento lo que sucedía, lo que perpetuó la impunidad de sus principales responsables. En cambio, Giulia a riesgo de su vida, y que posteriormente representó su exilio en España, desafió a la adversidad. Así fue su acción y práctica personal, en coherencia con la razón por la justicia y el corazón por la verdad.
Gilia Tamayo con las mujeres esterilizadas de Anta (Cusco)
Su compañero evidenció: “En Giulia yo encontré una mujer única. Y libre: No mía, ni de nadie, ni de ella misma siquiera…Con el correr de los años a su lado, yo notaba cómo Giulia crecía y crecía hasta las cotas que hoy le reconocemos, muy por encima de mis capacidades. Cuando la gente me alababa esa brillantez suya, yo les confiaba: ‘y más grande aún es su corazón'”.
Con guitarra y voz, tal como ella disfrutaba con quienes compartía el camino vindicativo, su entrañable hijo Alonso Landa Tamayo y la maravillosa cantante mexicana Muna Makhlouf cerraron este homenaje, donde las semillas de Giulia se sembraron nuevamente.
