Fotografia de Catalina Rossi
Una experiencia de autogestión vecinal
Vallcarca es un barrio de Barcelona que ha sufrido, en los últimos años, una degradación sistemática de su fisonomía. Poco a poco las casas y los comercios, tanto de titularidad pública como privada, fueron expropiados, convirtiéndose en terrenos baldíos y sin uso. Ante esta realidad, vecinos y vecinas de Vallcarca se reunieron para proponer un uso activo y autogestionado de estos espacios. Fue así como nació la idea de hacer un huerto urbano en uno de los solares abandonados del barrio. El huerto de Farigola tiene más de un año y medio de vida, y, además de ser un manifiesto contra la especulación urbanística de Vallcarca, es un espacio de conexión con la tierra, de autoproducción, de recuperación de saberes, un espacio vivo; en donde se ha recuperado parte de un tejido social, peligrosamente en extinción, un espacio donde hombres y mujeres hacen de la conexión vital una práctica de convivencia.