OPINIÓN
Ya me gustaría a mí no tener que individualizar.
Me encantaría mirar lo que estamos viviendo y no tener que detener los ojos en un rostro, o en dos, regresando a la sensación que produce constantemente la historia del poder político.
Hubiera estado bien poder hablar”del proceso”, “de la sociedad civil”, de lo que expresaba la cantidad de gente que había en Paseo de Gracia el oncede septiembre de2012, de la Vía Catalana del 2013 o de qué hicimos en esa”V” del once de septiembre del 2014 tanta gente. Hablar de lo que sentíamos el día 9 de noviembre cuando”fuimos a votar” y, en general, de todo aquello que muchas mujeres y muchos hombres hemos vivido, durante un par de años largos, sintiendo cierta fluidez entre los sentimientos, los deseos y las ideas del mundo que queremos.
Más allá de la idea de la independencia me gustaba pensar que aquí, en estos últimos años, la gente iba expresando sentimientos y proyectos de presente y futuro y que todo esto tomaba forma y estructura, iba tomando cuerpo y se llenaba de sentido político.
Pero una vez más me sorprendo espectadora: alguien ha comprado el proceso, lo ha hecho suyo,se juega el puesto en él y pospone decir qué hará.
Tiene sexo, todo esto?
Tiene sexo, el poder político?
El dia antes del acuerdo se decía en la radio: “que hablen solos y se pongan de acuerdo” y no hace mucho en la prensa aparecían imágenes de una “enigmática conversación” entre dos señoras que de una manera u otra se sobreentiende que bien hacen sombra, bien apoyan a dos señores: “la actitud de la dirigente política y la de la sociedad civil tiene apariencia tensa, y da la impresión de que X exclama ante la representante de Y. Las imágenes,sin embargo, no van acompañadas de sonido y esto ha abierto una discusión en las redes sociales. Algunos internautas apuntan a que X reñía a Y debido a que el presidente… “.Nos imaginamos estas mismas palabras o este tipo de planteamientos si se hablara de ellos dos? …alguien escribiría en un diario “uno está regañando al otro”?
Hagamos un google: las entrevistas, comparecencias y posicionamientos “del proceso” en las últimas semanas han tenido como actores, básicamente, a dos señores. Encontraremos en internet programas de televisión en los que se ha organizado una cronología de los hechos focalizando la cronología del posicionamiento de los señores, se han anunciado reuniones de señores y se ha esperado la aparición pública de ellos, básicamente. Ha habido aclaraciones y posicionamientos hechos por mujeres, sí, pero llevando la voz del partido: es importante el matiz.
Vamos un poco más allá,al Estado, que encontraremos más señores que hacen suyos los procesos de mucha gente porque ejercen poder: recordamos el día que el presidente de España dijo a los medios de comunicación que “vendría a Cataluña a explicar sus motivos”?. Los suyos. No los de la gente a la que se supone que representa: los suyos. Y el día que el ministro de exterior dijo ques e ocuparía de la cuestión de Cataluña porque él era muy patriota?: él.
De la política que funciona a partir de nombres propios de señores (masculinos) y que mueve la historia del mundo hemos tenido mucha durante siglos. Mediosde comunicación, teorías políticas, saberes académicos, analistas y también ciudadanas y ciudadanos sostenemos esta realidad y extendemos esta percepción. De hecho lo tenemos incorporado e interiorizado: si tiene que cambiar algo vendrá de la mano de algún redentor (y ahora pienso en el estado, no en la autonomía). Él podrá cambiarlo todo, invertir privilegios y hacer una gran limpieza. Y allí donde no hay redención, sino más de lo mismo, las noticias son, a menudo, las de siempre: candidatas que no alcanzan la legitimidad del grupo y los más o menos los mismos candidatos de siempre.
Hagamos más google…qué pasa en el mundo y quéinterpretaciones hacemos: a las presidentas se las suele cuestionar por poco políticas y por demasiado mujeres ya las que “lo hacen bien” (como se supone que debe ser eso de ejercer poder) se las sobreentiende como poco femeninas, más bien asexuadas y quizá,incluso, masculinas.
Podría ir más allá pero no quiero, para no mezclar “procesos”: pero si siguiéramos el camino en seguida llegaríamos a las guerras, a los secuestros y al dolor extremo.
Tiene sexo, el poder político?
