Salió de su comunidad wayú hace más de 11 años, porque un sueco la conquistó y se casaron, después de pasar todo el protocolo que exige su comunidad para poderse casar con un Arijuna (quien no pertenece a la tribu).
Karmen es una mujer Wayú, comunidad ancestral, asentada en el extremo norte de Colombia en la península de La Guajira, que, a pesar de estar en una zona desértica, en condiciones difíciles debido a la escasez de agua y alejada de la mano del Estado, se ha mantenido con sus prácticas originales. Aún recuerda todo lo que tuvo que pasar su esposo para lograr que la tribu le concediera el permiso para contraer matrimonio con Karmen: llevar la dote, someterse al ritual de la comunidad y prometer fidelidad.
Para Karmen llegar a Suiza fue como salvar su vida. Debido a la labor que asumió como defensora de los derechos de su comunidad por las constantes presiones que grupos armados ilegales con presencia en la zona realizan para granjearse el dominio del territorio dadassus fortalezas: riquezas minerales, especialmente de carbón (allí queda la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo, pero también la más contaminante) y el privilegio que le da ser península sobre el mar Caribe, que permite llegar fácilmente a cualquier lugar de Centro y Norteamérica, salidas usadas por narcotraficantes y demás comercio ilegal, las amenazas sobre su vida eran reiterativas.
Esta incidencia, hizo que Karmen se enfrentara en varias oportunidades a estos grupos ilegales que tienen como práctica asesinar a quien se interponga en los propósitos de tener el dominio sobre el territorio. Dichas circunstancias la llevaron a ser incluida en el programa de protección que tiene el gobierno colombiano para proteger la vida de líderes, lideresas y defensores y defensoras de Derechos Humanos. Y ella lo dice “yo soy exiliada por amor”, pero ello le salvó la vida, pues cada vez eran más fuertes las amenazas a su integridad.
Ya en Suiza, no cesó su labor de defender los derechos de su comunidad, pues coincidentemente allí está la sede de Glencore, la multinacional que opera El Cerrejón, el complejo desde donde se explota el carbón de La Guajira, lo cual hace que permanentemente estén intimidando y despojando a la comunidad de su territorio. De esta circunstancia nació La fuerza de Mujeres Wayú y el Cabildo Wayuna de Campamento, con el objeto de neutralizar la arremetida paramilitar y los impactos de la explotación minera.
Haciendo esta labor, se encontró con otras luchas reivindicativas a favor de comunidades excluidas a las que se sumó: por los migrantes, por las mujeres, por las comunidades racializadas, una tarea que emprendió decididamente al darse cuenta que aún existen muchas poblaciones discriminadas. Lejos para ella estaba terminar en la política, nuncahabía hecho política electoral “ni me interesaba, dice, porque en Colombia es un entramado corrupto y reprochable, y especialmente en La Guajira donde se cometen toda clase de delitos electorales que se han convertido en algo habitual, que, si no los hay, se los inventan para detentar y permanecer enel poder”.
Pero hoy, y con poco tiempo de trabajo político, terminó siendo elegida para ocupar la silla designada para ser la vocera de los colombianos residentes en el exterior, un cargo de elección popular que lleva pocos años y que hasta ahora, siempre había estado en poder de la extrema derecha. Y llegó superando las dificultades que conlleva captar votos de todos los colombianos dispersos por el mundo, que son muchos; porque cada día salen más colombianos en busca de oportunidades ya que en el país no existen garantías para una vida digna, dice, no solo es el tema de violencia, en Colombia no hay alternativas para la población de estratos medios y bajos, no se garantizan sus derechos fundamentales, no hay condiciones de vida dignas, en este aspecto considera que Colombia es un Estado inhumano.
Y mientras llega el 20 de julio, día en que se posesionará como Representante a la Cámara por la ciudadania de Colombia en el exterior, recuerda toda la lucha que ha librado por su comunidad.Dice que aún hay mucho qué hacer por ellos, muchos niños siguen muriendo de hambre y de sed, pero también, hay mucho qué hacer por los colombianos y colombianas en el exterior dispersos por el mundo sin una representación consular eficaz, que sea una verdadera mano para apoyarles la consecución de los sueños que en el país es imposible lograr.
Entonces habla de la propuesta que fue su principal argumento de campaña denominada “El pacto por la paz y el buen vivir de la colombianidad en el exterior”, conformado por cuatro ejes fundamentales: el 1o. El Pacto para garantizar los derechos de la migración colombiana, el 2º, un Pacto por las mujeres, las diversidades, las poblaciones vulnerables y la población LGTBI, el 3º. El Pacto por la paz del país y el 4º. un Pacto por la madre tierra; todos hacen parte de los propósitos del Pacto Histórico con enfoque migratorio, feminista y ambientalista, teniendo en el centro la vida, que en Colombia ha perdido valor.
Karmen es una mujer sencilla, guerrera como las de su comunidad, no fue tejedora, aunque lo hubiera querido, pero si lleva con orgullo los símbolos que identifican su cultura; la manta guajira y la mochila, productos reconocidos a nivel internacional y de gran valor cultural, porque son prácticas que reflejan el pensamiento del pueblo Wayú. Con esa sencillez se ganó las voluntades -y el voto- de los colombianos en el exterior; con la sencillez de ser ella misma quien pegaba sus carteles en las calles de Barcelona y demás ciudades del Estado español que la recibían con afecto; con la misma fraternidad que se tomaba un sancocho colombiano en los tantos lugares solidarios que la recibieron. De esas reuniones y encuentros surgieron las propuestas que serán su bandera en el Congreso, para beneficiar esa diáspora colombiana errante por el mundo en busca de los sueños que su país no les garantiza.