Sheeba Baddi – © Juan Alonso
“La educación me cambió la vida. Fue gracias a la decisión de mi madre, quien quedándose viuda a los 41 años no siguió el mandato social, sobre todo el de los hombres, que obligaba a las niñas a abandonar la escuela y casarse. Ella, al contrario, quiso para sus tres hijas un futuro mejor”.
Con una mirada despierta, próxima e interpeladora, clara en sus ideas y segura en sus opiniones, así es Sheeba Baddi, a sus 37 años, una mujer que desde muy niña desafió al patriarcado en la India, negándose a seguir los preceptos de control y sujeción a los que aun la mayoría de mujeres en su país continúan sometidas. Ella es Licenciada en Historia y portavoz de la Fundación Vicente Ferrer en la India.
“La educación me cambió la vida. Fue gracias a la decisión de mi madre, quien quedándose viuda a los 41 años no siguió el mandato social, sobre todo el de los hombres, que obligaba a las niñas a abandonar la escuela y casarse. Ella, al contrario, quiso para sus tres hijas un futuro mejor”, afirma Sheeba con determinación, mientras sonríe. “Mi madre fue muy valiente para su época, siempre nos decía: ‘La educación transforma la vida’, y así fue”.
“Cuando mi madre era joven no era normal ver a una mujer estudiar. Los hombres no querían enviar a las niñas a la escuela porque sólo pensaban que era para las castas altas y para los niños. Mi madre sólo había alcanzado a estudiar el nivel de primaria. Por eso, ella siempre valoró la importancia de la educación. Tenía claro que sus hijas tenían que asistir a la escuela. Así, empezó a trabajar y se hizo cargo de nuestra crianza y desarrollo”, relata Sheeba con orgullo.
En India la condición de viudez en una mujer significa la postergación social y el olvido. Además, se considera que una mujer no es completa sin la compañía de un hombre. Así, le preguntamos a Sheeba cómo asumió la comunidad la decisión de su madre de hacer que sus hijas estudiaran y no concertar bodas para ellas. “Mi madre, a pesar que otras niñas de nuestra edad se iban casando, se negó a concertar boda para nosotras. La comunidad la criticaba mucho, pero ella no se dejó intimidar ni influenciar y puso todo su empeño para hacer que termináramos los estudios. Ahora la comunidad aprecia mucho nuestra experiencia. La misma gente ha cambiado de opinión y tienen conciencia del derecho a la educación para todas las personas”.
Sheeba admira a su madre, y ese sentimiento se refleja cuando nos habla de ella. Vincula a su madre con el significado de lucha, esfuerzo y decisión. “Mi madre permitió que nosotras fortaleciéramos nuestras capacidades en un mundo adverso al desarrollo de las niñas”.
En sus recuerdos también está presente la figura de Vicente Ferrer. “Cuando era niña le observaba mucho. Era una persona jovial, tenía un sentido de humor que no entendíamos. Siempre estaba preocupado por el bienestar de las demás personas, a menudo preguntaba cómo estábamos y cómo estaba la familia. Le gustaba hablar y reflexionar sobre cómo transformar el mundo y ser mejores personas”.
Sheeba, además, valora el trabajo que realiza en la India. “La Fundación Vicente Ferrer es parte importante en mi vida y la de muchas mujeres y niñas. En Andra Pradesh, cada vez más las niñas tienen oportunidad de estudiar y no terminar sólo en el matrimonio y dedicadas a la casa. Con el apoyo y compromiso de las personas que formamos parte de la Fundación, cientos de niñas están culminando sus estudios. Ahora, las mujeres empiezan a decidir con autonomía si su desarrollo termina en el matrimonio o no. Están empoderándose”.
Así reflexiona Sheeba sobre el empoderamiento de las mujeres: “Significa generar un cambio en nuestras vidas, de reconocer que somos las transmisoras sociales en las familias, pero también reconocer que tenemos capacidades para contribuir al desarrollo de nuestras comunidades. Si nosotras cambiamos nuestras vidas, automáticamente cambiará la vida de toda la comunidad y de las familias”.
Qué cambios has observado en las mujeres durante estos años le preguntamos.”Los cambios más significativos son el haber perdido el miedo a expresar nuestra opinión en público, a salir solas hacia otros pueblos sin que sea imperativo y necesario hacerlo en compañía de un hombre. Ahora nosotras decidimos sobre la gestión del dinero porque trabajamos y tenemos nuestros propios ingresos, tenemos autoconfianza y autoestima”.
Otro cambio ha sido el impulsado por la Fundación Vicente Ferrer. “Se decidió que las casas que se construían tenían que estar a nombre de las mujeres, en ese momento comenzó una transformación en las comunidades. El colocar a nombre de las mujeres la propiedad nos otorga seguridad y más respeto desde la comunidad, pero además genera estabilidad económica y emocional”.
También reflexiona sobre la violencia machista y el modo de erradicarla. “Cada día vemos situaciones de violencia machista contra las mujeres. Muchas prefieren callar y sufrir en silencio. Se tiene mucho miedo a evidenciar y denunciar esta realidad pues se piensa que va en detrimento del prestigio de la familia. Hay que concienciar a las mujeres y fortalecer sus capacidades. Además, se trabaja con Comités compuestos por hombres y mujeres para establecer vigilancia comunal frente a situaciones de violencia, y se promueve una atención integral a las mujeres víctimas”.
Para Shebaa la acción colectiva es clave. “Las mujeres organizadas somos más fuertes. Mantener la unidad entre nosotras es importante, porque podemos luchar, resistir y superar el patriarcado con más facilidad. Antes, las mujeres estábamos más en casa sin poder salir, solo cuidábamos a los niños y las niñas, cocinábamos y no teníamos oportunidad de trabajar fuera del hogar, y nadie sabía qué pasaba dentro de casa, ni la vecindad. Ahora que participamos de manera organizada, la realidad está cambiando, ahora somos más visibles”.
Le preguntamos cómo se imagina el futuro para las nuevas generaciones de mujeres. “Queremos que las niñas de hoy mejoren sus condiciones, más que las nuestras. Anhelamos que todas culminen sus estudios completos, que puedan capacitarse y sean emprendedoras de sus vidas, que tengan autonomía económica y generen sus propios ingresos, que se casen cuando ellas decidan, que vivan libres de violencia”.
Finalmente, nos habla de la energía y vitalidad de las mujeres de su país y del mensaje que pretende dejar siempre que viene a España y Cataluña, a compartir su realidad. “Las mujeres de la India rural, aunque vivimos impactadas por las desigualdades, la exclusión, las violencias y la pobreza, tenemos un gran espíritu de lucha contra cualquier tipo de problema y violencia. Somos mujeres con saberes, conocimientos valiosos, con capacidades, con mucho que aportar y con fuerza. Tenemos esperanza, asumimos la vida con decisión, y podemos hacer cualquier cosa si nos lo proponemos. No nos complicamos la vida anhelando cosas materiales, o pensando en el consumo. Nosotras valoramos lo más esencial, la convivencia, la proximidad y las relaciones entre las personas. Valoramos lo que tienen en el corazón y cómo convierten lo que sienten en una acción transformadora”.
Sheeba Baddi – © Montse Ortiz