El codesarrollo es un proceso a través del cual se pretende que las migraciones generen efectos positivos en el desarrollo de las sociedades de origen y de destino. Es decir, la migración, como proceso social, es vista como una fuente potencial de riqueza material e inmaterial para los países emisores y receptores de población inmigrante.
No obstante, sabemos que el concepto de desarrollo no es neutro, por lo que a la hora de construir los vínculos positivos entre los procesos migratorios y de desarrollo, es decir, a la hora de hacer codesarrollo, hay que tener claro el modelo de desarrollo del que se parte. Desde nuestro punto de vista, una propuesta acertada es el modelo de desarrollo humano sostenible e igualitario en términos de género.
Los procesos migratorios y de desarrollo solo pueden comprenderse y abordarse tomando conciencia de la centralidad del género como dimensión clave que determina los proyectos de vida de las personas y el funcionamiento de las sociedades de origen y de destino. Y, a partir de ahí, empezar a idear estrategias de codesarrollo que contribuyan a superar las desiguales relaciones de poder entre mujeres y hombres y a denunciar las prácticas sociales, culturales, económicas y políticas que limitan el desarrollo de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres.
La feminización de las migraciones y el codesarrollo
Los movimientos migratorios actuales protagonizados por mujeres ofrecen un punto de partida idóneo para abordar el codesarrollo desde la igualdad en términos de género. En el País Vasco, las mujeres inmigrantes representan el 51% del total de población inmigrante (INE, 2013) y, dentro de éstas, el colectivo de latinoamericanas supone el 54,1%. Estos datos son representativos de la feminización de la migración hacia el País Vasco y Europa en general, y su lectura debe hacerse en relación con factores de los países de origen y de destino que perpetúan las desigualdades entre mujeres y hombres. En origen, la falta de oportunidades y la precariedad afectan en mayor medida a las mujeres y en destino, el fenómeno inmigratorio está condicionado por una estructura socio-económica que necesita de mano de obra femenina para cubrir necesidades para las que las respuestas institucionales son insuficientes. Como es bien sabido, las oportunidades laborales de la gran mayoría de las mujeres inmigrantes se limitan al sector del servicio doméstico y de cuidados, lo cual es reflejo de un deficiente desarrollo del cuarto pilar del Estado de Bienestar y de un modelo de provisión de cuidados familista y, además, desigual en términos de género. Las familias son quienes tienen que garantizar los cuidados y, dentro de éstas, las mujeres. Ante la incorporación de las mujeres autóctonas al mercado de trabajo remunerado, la ausencia fáctica de una política de conciliación de la vida laboral y familiar y el mantenimiento de la división sexual del trabajo dentro y fuera del hogar, las familias han recurrido a la contratación de otras mujeres inmigrantes para seguir proveyendo los cuidados dentro de los hogares.
Este es un ejemplo claro de cómo las desigualdades de género de la sociedad receptora han fomentado la inmigración de mujeres, principalmente de origen latinoamericano; y nos ayuda a entender que la comprensión de las migraciones y el desarrollo debe hacerse asumiendo el género como una dimensión clave que determina la orientación de los patrones migratorios y su impacto en el desarrollo de las sociedades de origen y de destino.
Los cuidados en la agenda del codesarrollo
La forma en que se organizan los cuidados en los países de origen y de destino y su relación con los procesos migratorios y el desarrollo de los proyectos de vida de las mujeres, apunta a la necesidad de incluir los cuidados como un asunto de desarrollo a nivel transnacional.
Una línea de acción del codesarrollo puede enmarcarse en la promoción de una Economía Solidaria del Cuidado (Teresa Burns, 2011) en los países de origen y de destino, que sitúe en el centro la sostenibilidad de la vida. Esto requiere apostar por el desarrollo de una nueva ética política de la provisión de los cuidados en la vida cotidiana basada en la corresponsabilidad de los hombres y las mujeres, y de todas las instituciones sociales (públicas y privadas). Sin bien la crisis de los cuidados y su reorganización social de manera equitativa deben abordarse desde las instituciones públicas, también es importante tener en cuenta la participación de la sociedad civil organizada proponiendo estrategias y poniendo en marcha acciones que contribuyan a que se establezca un modelo de provisión de cuidados alternativo. Así, por ejemplo, el desarrollo de recursos solidarios para la provisión de los cuidados puede plantearse como una estrategia de acción entre organizaciones de la sociedad civil activas en los ámbitos de las migraciones, la igualdad de género y la cooperación al desarrollo. Recursos que pueden concebirse desde el intercambio de ideas y experiencias entre origen y destino, y que además contribuyan a generar conciencia sobre la necesidad de repensar la forma tradicional en que se siguen organizando los cuidados en ambos contextos y de redefinir los roles tradicionales de género.
En este marco, otra línea de acción del codesarrollo puede abordar la organización de los cuidados en las familias transnacionales, es decir, la dimensión afectivo-familiar del proceso migratorio. Esta dimensión se refiere al papel que juegan las emociones y los afectos en la experiencia migratoria de las familias transnacionales y, por lo tanto, a la forma como se organizan los cuidados de los miembros de la familia en la distancia. Al rescatar la importancia de esta dimensión, se está rescatando la importancia del trabajo de cuidados para el sostenimiento del hogar y la necesidad de (re)negociar las prácticas de reproducción entre las y los miembros de la familia antes de y durante el proceso migratorio. Asimismo, acercarse a esta dimensión desde la perspectiva de género conlleva evidenciar las normas de género socializadas en las familias y el impacto que éstas tienen en la vivencia del proyecto migratorio tanto para quienes migran como para quienes se quedan en origen. Conlleva, de hecho, visibilizar aspectos de la migración que no solamente están relacionados con prácticas productivas en la distancia (envío de remesas y circulación de otros bienes), sino sobre todo aquellos aspectos relacionados con las prácticas reproductivas (circulación de afecto y de cuidados) y la interrelación entre ambas, y en las que las prácticas de cuidado adquieren mayor protagonismo. Es por ello que la inclusión de la perspectiva de género en el trabajo con familias transnacionales supone poner en evidencia las prácticas de cuidado y de parentesco que surgen en la distancia como son la maternidad y paternidad transnacionales. Así como también, las tensiones que se dan entre la continuidad y el cambio de las normas y valores acerca del cuidado entre los miembros de la familia. Esto último supone centrar la atención en la forma en que las mujeres y los hombres ejercen su maternidad/paternidad en la distancia y observar las tensiones asociadas a las identidades y subjetividades de género.
Esta dimensión afectiva y de cuidado del proceso migratorio familiar juega un papel clave en el funcionamiento de las familias transnacionales que se obvia en las políticas públicas migratorias porque corresponde al ámbito privado, al ámbito reproductivo. Articular la perspectiva de género con la dimensión afectivo-familiar del proceso migratorio permite sacar a la luz prácticas significativas que ayudan a comprender las dinámicas familiares en la distancia y abordar las dificultades para el desempeño de determinadas prácticas como son todas aquellas relacionadas con los cuidados transnacionales (maternidad, paternidad, cuidado de personas mayores, etc.). Pero además, permite poner el foco de atención en los cuidados como un asunto de desarrollo a nivel transnacional y evidenciar que los cuidados son esenciales para el sostenimiento de la vida y, por lo tanto, de los sistemas socio-económicos en origen y destino y a nivel global.
(1) Este artículo se basa en los resultados del proyecto piloto “Investigación-acción sobre género y codesarrollo en el País Vasco” codirigido y ejecutado por Kambotik Consultoría Social y la Asociación Bakeaz entre 2011-2013. Para solicitar el informe completo, escribir a info@gecod.info.