OPINIÓN
No conocí a María del Sol Cruz Jarquín, pero sí a su madre, Soledad Jarquín, con quien compartí unos magníficos días en Oaxaca (México) en 2011.
Soledad me habló de su hija con pasión y me explicó que estaba pensando en hacerse periodista. Sol era una joven idealista que admiraba a su madre, Soledad, una infatigable comunicadora que luchaba por los derechos de las mujeres.
Siete años después de aquel encuentro, en 2018, me entero por las redes que Sol Cruz Jarquín había sido asesinada con armas de alto calibre junto a la candidata local Pamela T. y su asistente Adelfo J.G. a la salida de un restaurante. Sol estaba cubriendo la campaña electoral de Hageo Montero López. Sol tenía 27 años.
Cuatro años más tarde, el feminicidio político que fue el asesinato de Sol Cruz sigue sin resolverse, y su madre está recorriendo medio mundo para que se haga justicia. Ha visitado la ONU, la Comisión Europea, y se está entrevistando con autoridades españolas porque, aunque no va a recuperar a su hija, quiere que su asesinato no quede en el olvido, que se reabra la investigación, que se sepa que en México se puede asesinar sin que nadie responda por ello.
Soledad Jarquín hace 4 años que pelea con las autoridades mexicanas, incluso con grandes riesgos para su propia vida, pero la impulsan no solo el amor hacia su hija, sino la indignación que siente ante la impunidad
México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo: en lo que va de año ya son 12 periodistas asesinados, 150 desde el año 2.000 según Reporteros sin Fronteras. Las mujeres no se libran de la violencia en su doble condición de comunicadoras y de mujeres.
En los últimos siete años los feminicidios se han incrementado en México un 237%; 2021 se cerró con 3.462 mujeres asesinadas, más de 10 al día. La violencia contra las mujeres tiene una dimensión estructural, y se manifiesta en todo el mundo con más o menos virulencia. En España, un país menos mortífero que México, llevamos en seis meses 24 mujeres, lo que representa 2 al mes.
Soledad Jarquín, periodista incansable, continúa explicando el caso de Sol, su hija, que fue asesinada a la salida de un restaurante en junio de 2018 y de cuya muerte parece que no haya responsable. Alguien apretó el gatillo aquella noche. Alguien arrebató la vida a tres personas. Alguien mandó matar. Alguien mató. Soledad Jarquín quiere saber quién y por qué. Y nosotras, las feministas que acudimos a oírla hace unos días, también.
