Komal Naz, nacida en Pakistán, es una de las fundadoras de la Asociación PakMiR, una entidad que trabaja en el ámbito de la mujer.
Su objetivo es ayudar y asesorar al colectivo femenino recién llegado para que no tenga que depender de la figura del hombre. Komal es licenciada en Humanidades y habla siete idiomas.
Nacida en Pakistán llegaste a Cataluña con 12 años, ¿cómo recuerdas tu llegada a un nuevo país y con una lengua diferente a la tuya?
Llegué en plena adolescencia. Empecé a hacer 1º de ESO y tres meses después me pasaron a 2º. Iba muy bien en matemáticas y hablaba inglés, pero en cambio no entendía nada ni del catalán ni del castellano. Recuerdo que salía con dolor de cabeza de la escuela, pues, me pasaba muchas horas sin entender nada, y solo quería volver a casa y a la vida de antes. Y evidentemente, ahora, ésta ya es mi casa también.
¿Podemos mejorar algo en este proceso? ¿Qué es lo que tú cambiarías?
La verdad es que yo tuve suerte en mi proceso. Con el profesorado que tuve, con la misma monitora del centro cívico que nos ayudaba a entender y a hacer los deberes, y también muchas otras actividades. En las aulas de acogida nos encontrábamos diferentes niños y niñas con lenguas diversas que teníamos en común el aprendizaje de una nueva lengua, y a pesar de que no nos entendíamos, nos comunicábamos con gestos, miradas o con el sentimiento que compartíamos. En mi caso no cambiaría nada. Pero sí puede existir un sentimiento de aislamiento que hay que atenderlo, pues, los niños no escogemos migrar y no todo el mundo dispone de las mismas herramientas y recursos. Conozco casos de otras chicas que no han tenido tanta suerte, y no han encontrado un profesorado que las motivara, más bien todo el contrario. Han tenido docentes que les decían: por qué no buscas otra opción y haces formación profesional, por ejemplo. Desmotivándolas, así, de hacer el bachillerato y continuar estudiando. Está claro que dependiendo de qué tipo de personas te encuentres en el camino, irás por un lugar o por otro.
Normalmente, y en cuanto a la migración de la comunidad pakistaní, es el hombre el que migra y después acaba llegando la mujer y los niños. ¿En qué punto quedan las mujeres cuando llegan al país? ¿Cómo se organizan?
El hombre, como jefe de familia, es el que migra antes y cuando ya está en el proceso de regularización, y tiene un buen trabajo que le permite asumir los gastos familiares, es cuando inicia el proceso de reagrupación y trae a la familia. Claro, los hombres porque trabajan, y los niños y niñas, porque van a la escuela o al instituto, acaban aprendiendo la lengua del país y hacen amistades con otras personas; pero para las mujeres es mucho más difícil. Cuando llegan tienen un sentimiento de aislamiento y de soledad muy grande. Por ejemplo, las casas en Pakistán son mucho más grandes, y aquí tienen que vivir en pisos pequeños y, a veces, con más personas. Allá tienen una red social y familiar que aquí no tienen. Pasan muchas horas solas. El desconocimiento del idioma cuando van al médico o tienen que hablar con el profesorado y no pueden expresarse, les genera una sensación de frustración… La suma de todo esto acaba afectando muchas veces a la salud mental de las mujeres, y a pesar de que no se habla, esto está muy presente. Está claro que si participan en actividades cambian mucho sus vidas.
Contribuiste a la creación de la Asociación PakMIR, ¿qué proyectos realizáis?
Cuando llegué a Montcada solo había una entidad de hombres pakistaníes, pero no había nada para mujeres. Yo estudiaba en la universidad y muchas madres le preguntaban a la mía si las podía acompañar a algún lugar, o como se hacía algún trámite concreto. Y así, sin saberlo empecé a hacer mediación y ayudar y asesorar a las mujeres. Y como me gustaba decidí crear una asociación y, con más personas voluntarias, hacemos acompañamientos y ayudamos a más mujeres.
Actualmente, estamos haciendo varios cursos y talleres en Montcada y en Barcelona, y colaboramos con Casa Asia y con la Generalitat. El último curso que estamos haciendo es “Aprendemos juntos con familias en red” y los niños y niñas vienen a clase con sus padres y les enseñan lengua e informática. También acabamos de participar en el proyecto “Juntos” del Consorcio de Educación, donde se ha hecho un intercambio de canciones y poemas populares con varias escuelas de Barcelona e Islamabad. El fruto de este trabajo ha sido la publicación de un libro que ha sido traducido por las voluntarias de la entidad, accediendo así a un trabajo puntual y remunerado.
Y del trabajo realizado por la PakMIR también ha salido una nueva asociación que se llama ECOP -Estudiantes Catalanes de Origen Pakistaní- donde hacemos mentorías a estudiantes, y también trabajamos de cara a la homologación de los títulos para que las personas que llegan aquí con una titulación de Pakistán tengan más posibilidades de trabajar en su profesión.
¿Qué dificultades añadidas os encontráis en este nuevo contexto marcado por la pandemia?
De entrada, el contacto presencial se ha visto interrumpido como con el resto de personas. Esto nos ha hecho buscar otras fórmulas para mantener el contacto como, por ejemplo, utilizar el Zoom, el Jitsi… y todo esto, está claro, ha reducido mucho nuestras actividades. Que, por otro lado, son las mismas dificultades que se ha encontrado todo el mundo. Y ahora estamos en una fase de repensar todas nuestras actividades.
