Entrevistamos Tania Verge, politóloga, profesora universitaria y una de las académicas de referencia en temas de género e igualdad.
Recientemente ha alcanzado la cátedra del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra. Tiene, también, un perfil activista importante en diferentes espacios feministas e independentistas.
No debe haber sido un camino fácil
No hice una carrera directa de la licenciatura al doctorado, de hecho no era el ámbito académico lo que me llamaba la atención. Hice un máster relacionado con temas de cooperación al desarrollo y como la vida es todo lo que te pasa mientras haces otros planes, me salió la oportunidad de colaborar con un Centro de Estudios de América Latina.
Una vez empezé, vi que había un programa de doctorado en América Latina, empecé haciendo el doctorado sobre América Latina y acabé centrándome en partidos políticos y uno de los ámbitos que analizaba tenía que ver con género, básicamente con la representación en las instituciones, como se había alcanzado el incremento la representación de las mujeres en el interior de la organización pero también en las listas electorales.
Y hablando con las mujeres de diferentes partidos quedaba claro que lo que había de fondo eran las relaciones de poder con los partidos, como el género constituye todas las prácticas, las dinámicas de interacción. Empecé a desarrollar una línea de investigación y podía desarrollar mis intereses feministas con la investigación desde el ámbito académico, pero me encontré con instancias de machismo académico, por ejemplo la tesis fue publicada como libro y uno de los revisores del libro me sugirió que eliminara precisamente el capítulo que iba sobre la representación de las mujeres porque era el que tenía menos interés y ganaría espacio para los demás capítulos más sustantivos.
Participando en diferentes seminarios me fui encontrando también diferentes muestras de este sexismo. Recuerdo unos seminarios sobre la reforma de la ley electoral española, un catedrático de Ciencia Política tras haber escuchado las diferentes intervenciones sobre los diferentes modelos de listas electorales estaba el tema de las cuotas de género, el catedrático en cuestión cuando abrió el debate consideró que no se trataba el tema de las cuotas porque no había mucho que discutir, no era el más relevante. Tuve que indicarle que de todas las reformas que se habían hecho la única que tenía probabilidades de ser implementada.
En fin que me fui encontrando muchas veces este sexismo académico. Incluso en muchos de los concursos que me he presentado, en los primeros concursos de la carrera académica, no escondí sobre que hacía la investigación pero no lo puse en primera línia: Estudios sobre representación política y sobre partidos con perspectiva de género, lo que ha sido muy diferente actualmente en la defensa de la cátedra, que ha tenido un componente catártico porque la he defendido desde la ciencia política feminista que implica todo este compromiso para investigar para obtener algún poder contribuir a transformar.
Tu trabajo en la universidad va más allá de la docencia y la investigación, por ejemplo impulsaste Viquidones en la UPF
Desde inicios de 2014 soy la directora de la Unidad de Igualdad de la universidad y desde allí hemos intentado no sólo elaborar y desarrollar el Plan de Igualdad interno sino también intentar abrir la Universidad a movimientos sociales, a otros col colectivos en la organización de actividades, llevar los intereses y las reivindicaciones de los colectivos dentro de la universidad en formato de charlas, talleres o cursos pero pensar también en qué actuaciones, qué acciones podemos hacer conjuntamente y a veces se trata de facilitar el espacio o poder utilizar los altavoces que tiene la universidad para poder reforzar estas actividades y el espacio Viquidones nos encajaba muchísimo porque el objetivo era aumentar el número de mujeres editoras de la Wikipedia, corregir los sesgos de género que hay especialmente en las biografías pero también en todas aquellas temáticas de género. Si la gran mayoría de las personas que luchan son hombres han tenido menos interés y tienen ahora una Wikipedia con unos gaps importantes.
Eres una voz crítica, solvente, sin estridencias. Tus aportaciones son contundentes, incontestables
Las académicas que tenemos un posicionamiento feminista claro, que estamos en nuestra investigación, en nuestra docencia desde las disciplinas que sea pero desde un posicionamiento claramente feminista no nos vendemos para nada lo que no somos y cuando nos vienen a buscar saben con lo que pueden contar y este compromiso es insobornable.
Para colaborar en una tarea lo hacemos desde unas premisas concretas de poder analizar estas relaciones de poder, de desigualdad, los sesgos y proporcionar una serie de recomendaciones que sean coherentes a la realidad que estamos analizando; el maquillaje en todo caso deberán hacerlo a las instituciones pero no nuestro trabajo.
Hay una demanda creciente porque es evidente el impacto que tiene el género en todos los ámbitos de actuación. Hay una necesidad creciente por parte de las instituciones de identificar cómo pueden incorporar la perspectiva de género y es muy positivo que se estén dejando acompañar de personas con un posicionamiento feminista claramente y explícito.
Y trabajar también con las feministas de las organizaciones sean representantes electos o públicos o sea personal de la administración. Esto es clave para poder trabajar para consolidar los proyectos. son experiencias muy enriquecedoras.
La brecha de género es grande ¿en que se fundamenta? Hablas a menudo de reglas informales de género del patriarcado
No es sólo la brecha a nivel cuantitativo de presencias y ausencias que encontramos en el ámbito universitario, esta tubería agujereada: a medida que avanza la carrera encontramos menos mujeres. Ahora mismo en Catalunya hay alrededor de un 20 por ciento de mujeres catedráticas de manera agregada en el conjunto de disciplinas. Pero si miramos también el ámbito político esta pirámide también la encontramos: cuanto más influyente, más visibilidad tiene una posición más masculinizada está. Pero no es sólo la brecha sino como el género impregna todas las maneras de funcionar, todos los procesos, todas las interacciones que se producen en cualquier espacio de interacción social y las reglas informales son muy interesantes de analizar por qué no están escritas, no las encontraremos.
No podemos ir a buscar los estatutos de un partido o el reglamento de selección de candidaturas. Las debemos descubrir preguntando a la gente cómo funcionan las cosas en el día a día, con análisis etnográficos, visualizando cómo interactúan las personas.
Algunas de estas reglas informales son normas, en tanto que modelos ideales, por ejemplo hay un modelo ideal de lo que es ser un buen político. Hay una serie de rasgos característicos que se atribuyen, fundamentados en la masculinidad. La asertividad, la agresividad, en esta escenificación testosterónica en los debates parlamentarios o electorales. Esto hace que las mujeres no encajen en general, tampoco encajan todos los hombres, porque está basado en esta masculinidad hegemónica que es muy excluyente.
Hay unas reglas informales respecto quiénes son los ocupantes ideales de las instituciones se traduce en el hecho de cómo se organizan los tiempos de las instituciones. La vida política tiene unos tempos terminando, por ejemplo, plenos municipales o del Parlament a las tantas de la noche; los partidos organizan actos o reuniones y duran hasta tarde o los fines de semana. Se presupone que las personas que se dedican a la política tienen disponibilidad total para la política y que por lo tanto tienen la intendencia familiar resuelta y es mucho más probable que tenga la intendencia familiar resuelta un hombre que tiene una mujer que está ocupándose. Es muy interesante, porque es de las pocas ocupaciones donde no existe el permiso de maternidad o paternidad regulados, no hay reconocimiento.
Todo son reglas informales porque están basadas en la experiencia vital de sólo una parte de la población y esto reproduce dinámicas excluyentes, en posibilidades de participar, en posibilidades de influencia, no basta con estar ahí sino también en cómo se distribuyen los cargos.
Esta segregación horizontal en unas carteras que parcelan los temas en más importantes y los más secundarios, que son los relacionados con el cuidado, con las mujeres… en todos los espacios podríamos ir encontrando una cantidad importante de estas reglas informales que no están escritas pero están presentes en la interacción entre los individuos y que tienen marca de género.
No te ciñes a la academia, eres una activista constante: on són les dones o feministas por la independencia, por ejemplo
Ser feminista es un posicionamiento vital, eres feminista siempre, primero nos definimos como feministas y luego trabajamos en determinados ámbitos en los que queremos transformar en el ámbito de trabajo más inmediato, en este caso las universidades. Esto puede ser problemático para algunas personas que creen que la militancia reduce la objetividad o afecta a la calidad científica de los estudios.
Forma parte de grupos del mundo académico el hecho de que entender que hay unos planteamientos o unas aproximaciones que son las neutrales, las objetivas y otros están cargadas de valores., cuando, de hecho, todas lo están porque todo lo que no se considere digno de ser investigado o que no se tengan las herramientas para convertir en un campo relevante de estudio no se dará mucha atención, las preguntas serán diferentes y por lo tanto hay también un posicionamiento sobre qué temas importan y con cuántos y qué datos se trabaja.
Más allá de esto a medida que pasas más tiempo en la institución vas consolidando y cada vez somos más académicas feministas, nos podemos apoyar entre nosotras y vindicar que trabajamos desde aquí y lo hacemos con calidad en este ámbito. Joni Lovenduski, politóloga feminista británica, dice «una buena ciencia política feminista es simplemente una buena política».
En otros ámbitos de activismo los resultados han sido diferentes. Tengo activismo en el ámbito independentista pero concretamente, en el caso de la Sindicatura Electoral confluyen otros elementos, el cargo por el que nos nombraron tenía que ver con la experiencia académica que nos pedían para que pudiéramos velar por las garantías del referéndum del 1 de octubre y por tanto, la persecución a la Sindicatura es una vulneración de la libertad académica. Forma parte de esta vulneración de muchos otros derechos individuales y colectivos que conlleva la represión al movimiento soberanista. Lo más normal es un retorno social, poder aportar nuestros conocimientos en el funcionamiento de las instituciones que habitualmente estudiamos, sería normal que podamos prestar este servicio teniendo en cuenta que son servidoras y servidores públicos. Nosotros no éramos con la Sindicatura Electoral del mundo soberanista sino que vetllavem por las garantías electorales de toda la población que quería manifestar lo que pensaba sobre la forma de relación de Catalunya con el Estado español.