La doctora Caroline Silveira Bauer en el hall de la UB
La doctora Caroline Silveira Bauer explicó en Barcelona que la Comisión de la Verdad de Brasil no incluye la Justicia en la definición de sus investigaciones, ni tampoco para el castigo sobre las graves violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura militar.
La controvertida detención de Gerry Adams, líder del IRA (Irish Republican Army) ha puesto de manifiesto, nuevamente, lo importante que son las Comisiones de la Verdad y Reconciliación en todas las sociedades post conflicto, tanto si se recuperan de dictaduras militares o salen de guerras fratricidas, para que las víctimas obtengan Justicia, dignidad y la reparación que merecen.
Precisamente con este propósito de recuperar la memoria histórica, la primera semana de Mayo han tenido lugar en Barcelona dos extensas actividades para reflexionar sobre este tema, pendientes en algunas sociedades, entre ellas, además de Irlanda de Norte, en el propio Estado español.
Uno de los encuentros ha tenido como marco la Universitat de Barcelona (UB) ) donde, a lo largo de tres días, se han reunido expertas y estudiosos de América Latina (Brasil y Chile) y de Europa (Euskadi, Irlanda del Norte, Finlandia, Noruega, Bosnia-Herzegovina, Polonia, Estonia, Italia y Francia) para compartir ideas sobre cómo están enfrentando en sus sociedades los retos de la Memoria histórica. Las Jornadas ‘Memòria i Escenaris de Futur a Colòmbia‘ han sido el otro gran espacio de reflexión del que La Independent dará cuenta en siguientes ediciones.
Estrategia del miedo antes y todavía ahora
Este año 2014 en Brasil, además del Mundial de Fútbol, es el 50 Aniversario del golpe de Estado militar contra el presidente Joao Goulart. Según la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad Federal de Pelotas Caroline Silveira Bauer, ya muchos medios de comunicación han realizado un ‘mea culpa’ pública respecto a su ceguera ante las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura en su país, después de la creación de la Comissió de la Veritat.
De acuerdo con esta investigadora, hay “consenso en algunos sectores respecto a dos amplios temas: 1) la desmilitarización de la policía (que sigue aún muy militarizada en su país) y 2) la revisión de la Justicia”. Pero, a partir de aquí es donde surgen los problemas, según Silveira Bauer. “Aún no se han definido legal y penalmente los secuestros, la tortura, las desapariciones y las muertes extrajudiciales para que pueda haber una buena Ley”. La profesora afirmó que “la cultura del miedo que se aplicó como forma de acción política” –a diferencia del terror usado en otros países del continente- impidió y sigue obstaculizando que se realicen Políticas Públicas en el ámbito de la Justicia. Y “el fin del régimen militar no significó la ausencia de los miedos, que todavía son un componente residual de la dictadura”.
Estructuras de legitimidad
A diferencia de algunos países de América Latina sobre cuyas dictaduras ha realizado estudis, Silveira Bauer explicó que “las estructuras de legitimidad en Brasil estaban pensadas para evadir la clasificación de dictadura, desde el mismo momento del golpe de Estado: a) los militares usaron el término ‘revolución’; b) no vestían uniformes, pese a que eran militares y c) instauraron un ‘Parlamento limitado’ que no legislaba nada sin su aprobación”.
Las fuerzas armadas estuvieron en el poder hasta 1985, fecha en la que entró un presidente civil, pero “no fue hasta 1988 que se puso fin al régimen militar con la nueva Constitución, que fue elaborada por las mismas personas que la hicieron en 1967 y aún no se ha cambiado”. La definición de “seguridad pública está redactada por las mismas personas que ordenaron la represión”. Así que, según esta profesora, “en los 14 años de transición política, permanecieron las mismas ideas, personas e instituciones en el poder y nadie ha sido acusado ni procesado”.
En 2008, durante el mandato de Luis Ignacio ‘Lula’ da Silva, el Parlamento planteó la necesidad de una ‘Comisión de la Verdad y Justicia’ para denunciar y castigar las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura, pero el último término desapareció cuando la Comisión se puso en marcha en 2011, ya con la presidenta Dilma Roussef. La presión ejercida por los grupos conservadores brasileños -que controlan desde los medios de comunicación masivos a un gran número de importantes empresas- consiguió que no constara el término Justicia en la Comisión, de acuerdo a las explicaciones de la profesora Silveira.
Las ponentes Valentina Rozas, Montserrat Iniesta y Caroline Silveira Bauer
Pero como la ley de la Comisión de la Verdad ordena a los servidores públicos y militares que colaboren con la Comisión, este mismo año fue citado el coronel Paul Malhâes,“un alumno ejemplar de la Escuela de las Américas”, (en la que Washington adoctrinaba teórica y prácticamente sobre el terrorismo de Estado durante la Guerra Fría). Según explicaba la profesora Silveira, este militar admitió los crímenes de la dictadura y declaró claramente que, para evitar problemas, su institución “arrancaba los dientes y cortaba las puntas de los dedos a las personas detenidas para evitar su identificación posterior”. Al poco tiempo, Malhâes fue asesinado en su propia casa. Entraron en su domicilio en pleno día y, por supuesto, se llevaron todos sus documentos, que podían involucrar al estamento militar.
Según Caroline Silveira La Comissió de la Veritat tiene, además, varios problemas: 1) la propia concepción de la Comisión: consta de 6 abogados y una psicóloga, pero no tiene historiadores, por tanto “será un relato oficial” y 2) sus deliberaciones son secretas, de modo que la sociedad “desconoce sus trabajos y no sabe qué es, ni para qué sirve.
Pero lo que es más grave desde su punto de vista es que la Constitución de 1988 la realizaron las mismas personas que en 1967 y, peor aún, “Brasil no ha hecho la tipificación interna de los Derechos Humanos para que puedan ser juzgados en el país. Sólo en 2007 se definió la tortura, pero todavía no se ha hecho para la desaparición de personas y desde 1996 hasta 2.007 han desaparecido 37.000 personas en Brasil”, según Silveira Bauer.