Una campaña por el matrimonio igualitario se inicia en República Dominicana con discusiones, reflexiones y actividades enfiladas a potenciar ideas y argumentos que, por ahora, se han mantenido en la sombra y causado infinitos sufrimientos a miles de personas.
La campaña llama a “salir del closet” y busca promover el debate. Hasta hace unos meses parecería imposible que 20 por ciento entre un millar de personas encuestadas estuviera de acuerdo con la formalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y la conformación de un nuevo tipo de familia, con sus hijos e hijas.
Los datos se derivan de una encuesta auspiciada por el programa radial Cuentas Claras, realizada por la empresa Newlink entre 1.023 adultos y publicada a toda plana por el matutino El Día, el jueves 18 de abril. Los resultados se bifurcan entre quienes están de acuerdo con la unión, pero no con que se casen legalmente; que sí lo hagan, pero no se les permita adoptar y criar; y multiplicidad de otras variantes.
En términos generales, 55 por ciento de las personas entrevistadas aprueba esas uniones, pero no su formalización legal, y 50 por ciento no la aprueba, entre quienes una quinta parte declaró que lo hace por creencias religiosas.
Al margen de encuestas y porcentajes, la sociedad dominicana parecería estar protagonizando una apertura ideológica más acorde con el pensamiento social y político del presente, que también se ha ido abriendo paso en muchos otros países. Ello significaría el reconocimiento del marco de derechos humanos y civiles consagrados en instrumentos internacionales de los cuales el país es signatario.
El impulso a este tema en las últimas dos semanas ha estado retroalimentado por comentarios, artículos o noticias internacionales que informan del reconocimiento del matrimonio igualitario en Nueva Zelanda, Uruguay y Francia. Ya tiene juridicidad asimismo en Argentina y otros 10 países.
A diferencia de otras campañas promovidas por grupos sociales y el movimiento de mujeres, que han tenido que bregar con una opinión pública tibia y comunicadores discretos en el tratamiento de ciertos temas, salir del closet en pro del matrimonio igualitario acapara titulares y se impone en la agenda de los medios con un mínimo de reacciones adversas.
Hay quienes lo explican desde el relente de modernidad que llega a la iglesia con el Papa Francisco y también quienes presumen que se trata de un nuevo aggiornamiento del catolicismo, mientras miden opciones y escrutan el futuro.
Sea como fuere, parece un buen momento para ponerse al día y adelantar camino en construir ciudadanía. Precisamente, el movimiento que ha convocado a esta campaña es el de Ciudadanía Activa de las Mujeres.
Buscar razones y argumentos
Expresiones como “esto es delicado porque lo pueden ‘confundir’ a uno”, “aquí es imposible que algo así se apruebe” y otras variantes fueron el resultado de un sondeo de SEMlac que encontró, sobre todo, reservas y discreción.
Pero otras muchas personas consultadas reconocen el derecho de gays, lesbianas y transexuales a contraer matrimonio, acceder a los derechos civiles que este acto consagra desde el punto de vista legal, poder formar familia y compartir en pareja la vida social.
Para la académica y periodista Isaura Cotes, el asunto carece de dobleces. “Si es un derecho relacionarnos afectiva e íntimamente con quien deseemos, tal y como se ha establecido en leyes y normativas, es un contrasentido ponerle límites a ese derecho”, señaló.
“Estaríamos, entonces, ante un falso reconocimiento del derecho a la libre opción sexual, si se mantiene la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo cuando desean unirse por ese vínculo, porque entienden que su felicidad está una al lado de la otra”.
El anecdotario de hechos y sufrimientos que padecen las parejas del mismo sexo, las incomprensiones familiares, en colectivos laborales y estudiantiles, entre otros, indican que se trata de un tema político e ideológico que debe evaluarse como tal.
La analista Rosario Espinal señaló en un artículo: “No es constitucional, y no puede haber debate racional sobre derechos civiles con quienes catalogan la homosexualidad de enfermedad o pecado, porque es un criterio absolutista y excluyente”. A modo de ridiculización, Espinal acotó: “Los pecadores y enfermos tienen derecho a casarse siempre y cuando sea entre heterosexuales, porque la homosexualidad ha sido injustamente elevada a pecado público y a degradación social sin el menor escrúpulo”.
“¿Por qué se habla de ‘destruir la familia’ -reflexiona la articulista Aizpún– si las familias a las que se alude son las formadas por heterosexuales, que se bastan a sí mismos para destruirse? Tener ‘hijos en la calle’ ¿no destruye la familia? ¿La ley niega los derechos civiles de estas familias? ¿Los heterosexuales que destruyen familias tienen prohibido casarse? En este debate, ¿quién habla de sexo y quién de familia? Si no tienen derecho a tener los mismos derechos… ¿los homosexuales son ciudadanos de segunda? ¿Hay de tercera?”
Espacios en la ley
La abogada feminista Susi Pola, con una labor consecuente en la defensa de las mujeres y los derechos de las personas, ha apoyado durante años el derecho de las personas homosexuales a amarse y contraer matrimonio.
No fue la única pero sí la que más batalló por encontrar un resquicio en las leyes dominicanas que permitiera a Lorena Espinoza y Denise Paiewonski formalizar legalmente su relación de pareja.
Ella lo relató así a SEMlac: “Eso hubiera querido yo: ¡haber podido casar a Lore y a Denise! Solo las pude apoyar y asesorar en la confección de un acuerdo, especie de contrato entre particulares, tratando de que ambas se protegieran, en su comunidad de pareja, de terceras personas que no reconocen estas relaciones. La que fungió como notaria de la firma del contrato fue Desirée de la Rosa y yo fui una feliz testiga de esa unión, que sigue viento en popa con los años”, detalló.
“Lo hice siempre convencida, antes y ahora, de que las personas tienen derechos sexuales que tienen que disfrutar y me gusta apoyar a todas las parejas, en ese sentido, por respeto y alegría de verlas realizadas”
Con ellas dice haber tenido doble motivación “porque las conozco, las quiero y respeto mucho. No sé si hay precedentes de hacer el contrato aquel, a mi nadie me lo solicitó. Siendo yo una heterosexual realizada -tengo un matrimonio ‘en muy buena onda’ desde hace 44 años- me gusta que las personas se realicen también desde sus diferentes perspectivas sexuales, las que respeto y apoyo”.
Para la abogada, el imaginario social necesita desmontar la imagen de “sagrada familia” que se tiene, pero no se practica y es imposible de sostener en la mayoría de los casos.
“La mayoría de las familias dominicanas y en otras latitudes, las familias modernas, están constituidas por una diversidad de relaciones que son sanas, en la medida en que facilitan el desarrollo cabal de las personas. Y ya sabemos que los moldes que nos impone la cultura patriarcal, sostenidos muchas veces desde la doble moral, se están cayendo, precisamente, porque las personas estamos entendiendo que tenemos derechos desde que nacemos y los estamos reivindicando, sin vergüenza y con asertividad”, señaló.
Otros ángulos
Después de tantos años de unión personal y de motivar a personas y grupos a salir del closet, Denise Paiewonski y Lorena Espinosa, académica una y artista plástica la otra, dominicana y ecuatoriana, respectivamente, consiguieron hace unos años legalizar su unión a tenor con las leyes de la República de Ecuador, que reconocen el matrimonio entre iguales.
“La idea de salir del closet ha generado criterios, en buena medida sensacionalistas, desde los medios de comunicación. Pero en lo concreto no ha habido figuras prominentes que se asuman socialmente en sus preferencias”, explicó Denise a SEMlac.
“Hay un montón de gente que no se atreve a salir. Creo que hay que empezar a romper el cuello de botella una vez quitado el tapón”, sugirió.
Ambas mujeres consideran que la profusión de artículos y menciones periodísticas responden a iniciativas individuales, si bien reconocen que el poder del capital en la comunicación social en el país no daría salida a lo que realmente no se quiera canalizar.
“Esto se ha posicionado en los medios como una lucha por derechos civiles”, precisa Espinosa. “También está influyendo la diáspora”, acota Paiewonski. “Muchos dominicanos que ya poseen pensamientos más abiertos están pensando en sus familias aquí”.
Tanto Espinosa como Paiewonski y el resto de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) en República Dominicana han sido víctimas reiteradamente de represión homofóbica, como cuando les clausuraron un stand en la feria del libro donde se mostraba información y volúmenes sobre la no discriminación. Aquello despertó una gran solidaridad en favor de este segmento poblacional.
Sin embargo, ellas sienten que ese es un tiempo pasado: “este es un proceso que se ha venido sedimentando, quizás impulsado por eventos internacionales”.
Ellas no creen, sin embargo, que pueda convertirse en causa popular que facilite la aceptación legal y ciudadana del matrimonio igualitario. Pero Sergia Galván, la directora ejecutiva de la Colectiva Mujer y Salud que acuna el movimiento Ciudadanía Activa de las Mujeres, promotor de este empeño, considera que hay muchas cosas que están ocurriendo en muchos países y que, en República Dominicana, pueden generarse coyunturas, ahora impensadas, propiciatorias para hacer avanzar algunas causas hasta ahora silenciadas u hostigadas.