jueves 07 noviembre 2024

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“Argentina, 1985”

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Pablo Gershanik. @Daniele Finzi Pasca

Entrevista con Pablo Gershanik a partir de la película Argentina, 1985 (director Santiago Mitre, 2022)

María Estela Martínez Cartas de Perón fue vicepresidenta de Argentina durante el último período presidencial de Juan Domingo Perón, su marido y tras su muerte el 1 de julio de 1974, asumió la presidencia que finalizó con el golpe de estado en Argentina el 24 de marzo de 1976. El golpe instaló en el poder a una dictadura militar que implementó un plan sistemático de terrorismo de Estado con desapariciones, torturas y métodos nazis de represión y que permaneció en el poder hasta diciembre de 1983. Jorge Rafael Videla (1925-2013) fue el militar y dictador argentino que lideró el gobierno militar entre 1976 y 1983.

Raúl Alfonsín (1927-2009) asumió el cargo de presidente de la Nación en 1983, tras ganar las elecciones liderando la Unión Cívica Radical (UCR) y venciendo a Ítalo Luder, del Partido Justicialista (PJ). Se daba así por finalizada la atroz y sangrienta dictadura militar. Alfonsín, que fue presidente hasta 1989, propició el juicio contra los nueve altos oficiales de las Fuerzas Armadas que integraron las sucesivas juntas militares que gobernaron Argentina desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

La película de Santiago Mitre, con un excelente Ricardo Darín a la cabeza encarnando al fiscal Julio Strassera, relata este juicio, desde el inicio hasta su desenlace el 9 de diciembre de 1985 cuando tras dos años y en medio de una enorme expectación nacional e internacional, puesto que por primera vez un país enjuiciaba a los responsables de una dictadura que dilapidó los derechos humanos, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de Buenos Aires dictó las sentencias: Jorge Rafael Videla y Emilio Massera fueron condenados a cadena perpetua; Roberto Viola, Armando Lambruschini y Orlando Agosti fueron sentenciados a diecisiete, ocho y cuatro años y medio de prisión respectivamente; Omar Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo fueron absueltos.

Argentina 1985

Debería haber muchas más películas sobre este horror cruel y que duele profundamente de la historia argentina. A esta quizás le falta profundidad y le sobran algunos momentos cómicos o aligerados, quizás con la idea de llegar a todos los públicos y contar algo atroz sin hacer que la película sea traumática o aburrida. Al margen de esto, la trama y las complejidades del juicio está muy bien trazada y las actuaciones son muy acertadas, excelente en el caso de Ricardo Darín que capta muy bien cómo hacer evolucionar el personaje del fiscal Julio Strassera desde el miedo y el escepticismo iniciales hasta el convencimiento y efectividad de su discurso final.

La Independent entrevista a Pablo Gershanik, actor, director, pedagogo teatral y creador de la metodología de las Maquetas Íntimas, un laboratorio para “revisitar” eventos difíciles de nuestra experiencia con una mirada lúdica, panorámica y resiliente utilizando herramientas estéticas y de representación.

¿Cuál era tu situación personal y la de tu familia en el momento del golpe militar de marzo de 1976? 

Vale la pena decir que el golpe de Estado de 1976 viene a formalizar, de facto, la represión ilegal que comienza en la Argentina bastante tiempo antes. Múltiples eventos, a partir del regreso de Perón en 1973, dan cuenta de esto: La masacre de Ezeiza, el accionar de las fuerzas parapoliciales y paramilitares como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y la CNU (Concentración Nacional Universitaria). En nuestro caso, el asesinato de mi padre, el Dr. Mario Gershanik, médico pediatra y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en abril de 1975 a manos de un comando conjunto CNU-Triple A, determinó nuestra partida del país, al exilio en México, en junio de 1975.

¿Cómo se crece descubriendo la atrocidad personal sufrida y el daño causado a todo un país por los responsables de la dictadura militar? 

Dice el poeta César Vallejo: “Hay golpes en la vida… ¡Yo no sé!”… cosas que son incomprensibles, que se mueven en la vida de una persona, de una familia, de una comunidad como una sombra. Al poner la mesa, al celebrar un aniversario, al gritar un gol en una copa del mundo que será ofrendada a los genocidas. Fuimos niños argenmex, inauguramos una nueva identidad, buscando en nuestros gestos recuperar piezas de una fotografía rota, de un mapa que había perdido sentido, de un anhelo de vida que se truncó para siempre.

¿Un juicio como el de 1983-85 repara de algún modo el dolor personal y nacional, sirve para recuperar la memoria y los derechos humanos? 

El juicio que el Estado argentino lleva adelante en nombre de la sociedad es un proceso inédito en términos que sea, ante la propia sociedad, que los criminales deben rendir cuentas.

Si esto repara el dolor no lo creo. El dolor es irreparable. En todo caso alivia el sufrimiento de pensar que, en algún punto, existió al menos un acuerdo social que dignificó la memoria diciendo públicamente que crímenes aberrantes no permanecerían impunes.

¿Qué sentiste cuando en 1989 y 1990, el presidente Carlos Saúl Menem firmó los indultos de Videla, Massera, Viola, Lambruschini y Agosti? 

Lo que lamentablemente tantas veces sentimos ante la forma en la que la justicia en nuestros países actúa: Que ésta, responde más a los intereses de sectores hegemónicos del poder que a la responsabilidad de velar por la existencia del Estado de derecho.

¿Qué opinas de las Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida? 

Pienso que es un capítulo más de la forma en la que figuras elegidas para representar la voluntad popular la traicionan, desoyendo al pueblo que se expresa en ese momento en las calles. Alfonsín, como tantos otros personajes de nuestra historia, cedió ante las amenazas golpistas un espacio que no era negociable y que hasta el día de hoy tiene costos para el país.

Además de torturas, asesinatos y desprecio por los derechos humanos más elementales, la práctica de la desaparición forzada de personas era habitual durante los años de la dictadura militar argentina. Se calcula que se secuestraron a unas 30.000, muchas de las cuales siguen desaparecidas. ¿La organización de derechos humanos HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) surge para restituir esta memoria y contra la impunidad de quienes lo causaron? 

HIJOS surge como una necesidad de quienes lo iniciamos, un puñado de gente a mediados de los 90, de encontrarnos con quienes habían vivido historias similares. Las cuales, muchas veces, no habían ni siquiera podido ser compartidas, dichas con franqueza, y escuchadas por pares, con quienes darse un espacio seguro y afectivo para compartir preguntas, dolores, luchas, en la búsqueda de nuestra propia identidad.

Las Madres de la Plaza de Mayo es una asociación que se crea durante la dictadura de Videla. ¿Qué representan en Argentina y en el mundo y qué papel han tenido en los juicios a los responsables de la dictadura y en el restablecimiento de la democracia en Argentina? 

Así como los juicios fueron una forma de decirle al mundo “también esto podemos ser”, las Madres y las Abuelas son el punto de inicio de los principios de Memoria, Verdad y Justicia. Sin el valor de ellas de salir a las calles en dictadura a hacer frente a los fusiles, de denunciar en cuanto foro, micrófono y espacio de testimonio fue posible, nada de lo que hoy sigue sucediendo en los tribunales, en las escuelas, en las luchas y militancias de Argentina se hubiese dado de la misma manera.

¿Has visto la película Argentina, 1985, dirigida por Santiago Mitre y, en cualquier caso, crees que contribuye a reparar el dolor y a fomentar la memoria histórica? 

Sí, vi la película hace algunas semanas. Pienso que el trabajo de Mitre es importante. Fundamentalmente porque es una ficción. Yo me dedico al teatro, y como él, cuento historias. Entiendo que encontrar formas estéticas de narrar experiencias para las que las palabras, paradójicamente faltan y sobran al mismo tiempo, es una herramienta para poder poner sobre la mesa temas frente a los que muchas veces, por su complejidad, la sociedad (y aquí me refiero a cualquier trama social, desde un país hasta una familia), hace la vista gorda. Creo también que las historias necesarias de las que nos desentendemos siempre vuelven, de maneras destructivas: tumores, conflictos, guerras.

Me parece entonces que, si en algo podemos aportar desde la cultura, es en el traer a la conversación estos temas para abordarlos desde otras perspectivas.

Tu vida y tantas vidas se han centrado en reparar la injusticia sufrida, ¿has sentido incomprensión o falta de conocimiento de los hechos a lo largo de estos años de lucha? 

No sé si mi vida se ha centrado en reparar, la voy viviendo lo mejor que puedo. Entendiendo que vengo de una historia y que es una herencia a veces ejemplar e inspiradora, a veces un equipaje pesado y que parte de mi tarea es preguntarme cómo transmitir a los que vienen después de nosotros ciertos valores que considero esenciales.

¿Recomendarías otras películas o documentales para entender el alcance del terror y las atrocidades cometidas por los militares argentinos durante la dictadura? 

Infancia Clandestina de Benjamín Ávila. El trabajo de Albertina Carri, de Lola Arias.

¿El exilio ayuda a superar las traumáticas situaciones vividas en el propio país?

Creo que hay distintos aspectos del exilio: Uno que es el destierro, esto es el hecho de estar fuera del propio territorio anhelando un permanente regreso. Lo que sucede es que, a la distancia, aquello a lo que se quiere volver se congela, en un recuerdo idealizado y poco tiene que ver con aquello que es realmente el lugar que se dejó o del que se fue expulsado. Ese “mientras tanto”, ese vivir con la valija lista de manera provisoria, puede ser muy nocivo. Está el otro aspecto del exilio, que es el mestizaje, el integrarse al nuevo territorio, resignificarlo y volverse un puente entre lo uno y lo otro. Esta experiencia en cambio me parece fundante de nuestra identidad y nuestra característica más determinante.

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Elsa Corominas

Economista, editora, gestora cultural. Escric sobre cultura, literatura, teatre, cine, ciència i educació.
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