OPINIÓN
El 6º Encuentro Internacional de Periodistas con Visión de Género realizado en Barcelona, Cataluña, y al que asistieron 157 profesionales de la información provenientes de 27 países de cuatro continentes, acabó este domingo emitiendo tres pronunciamientos de apoyo a tres mujeres que parecería que tienen en común sólo el género.
Los pronunciamientos fueron hechos a favor de la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, por el “maltrato informativo, sesgado, machista y denigrante del que ha sido víctima”, rechazando además “cualquier intento de golpe de Estado”; por la libertad de la abogada-mediadora vasca Arantza Zulueta, clave en el proceso de alto al fuego permanente del grupo armado ETA en España; y en demanda del enjuiciamiento por feminicidio para el acusado en el caso de Andrea Aramayo, hija de la periodista boliviana Helen Álvarez, y en cuya demanda de justicia ambas fueron desacreditadas.
Se trata de tres casos distintos, que ocurren en tres países de dos continentes, y donde intervienen mujeres de distinto nivel de incidencia política y pública; sin embargo, tienen en común que son tres casos que se enfrentan al poder y a los instrumentos político/jurídicos que lo representan.
El 6º Encuentro Internacional de Periodistas con Visión de Género emitió además un comunicado donde se especifican una serie de puntos relacionados exclusivamente con la actividad de la profesión y sus dificultades, especialmente para las mujeres periodistas y para hacer visibles a las mujeres en general en los medios, así como las violencias que sufren.
En el comunicado se habla de varios puntos, se da especial atención a las mujeres de oriente próximo que huyen de la guerra y buscan asilo en Europa, cuya situación de mayor vulnerabilidad, porque sufren abusos añadidos en el camino del exilio, no se ve reflejada en los medios y pasan muchas veces totalmente desapercibidas o, al contrario, son estigmatizadas.
Además se emitieron los pronunciamientos específicos sobre tres casos en los que se vio que no se hizo un trabajo adecuado en los medios y que, al contrario, se provocó un aumento de las desventajas y discriminaciones que socialmente afectan a las mujeres.
Para estos tres pronunciamientos se tomó en cuenta que se trata de mujeres, con mayor, menor o ningún poder político, que se enfrentan a situaciones en las que la justicia es utilizada desde intereses poderosos, políticos o económicos.
A la vasca Arantza Zulueta se la encarceló en régimen de aislamiento acusada de colaborar con el grupo ilegal ETA (que buscó la independencia de Euskalerría o País Vasco de España y que utilizó el asesinato de cientos de personas como forma de lucha) siendo que como abogada formó parte de la mediación para lograr la paz y el alto al fuego permanente del grupo armado.
A Dilma Rousseff, que está a punto de tener un juicio de destitución presidencial acusada de supuesta corrupción (por créditos de bancos públicos para equilibrar el presupuesto del Estado) por quienes también tienen juicios de corrupción (con cuentas en paraísos fiscales como Suiza, abiertas con sobornos en Petrobras), se la ha desprestigiado en los medios de manera denigrante, machista y agresiva.
A la boliviana Andrea Aramayo, después de muerta y sin opción a réplica y bajo el argumento de dar la contraparte a la parte acusada, se le ha desprestigiado, mostrado como desequilibrada mental y causante de su propia muerte. Hija de la periodista Helen Álvarez, la Red Internacional de Periodistas está atenta y hace seguimiento a lo que pasa en este caso
