Mujeres participantes en asociaciones de migradas y de trabajadoras domésticas en la Unión Europea y los países de la región andina han reclamado a representantes de los consulados y embajadas de la región un compromiso real con sus necesidades. Lo han hecho durante la clausura de la primera jornada del Foro sobre Feminización de la Migración Andina que el proyecto Abriendo Mundos ha organizado el 13 y 14 de septiembre en Quito. La Independent ha asistido al Foro para hablar del proyecto Mujeres migradas, mujeres con derechos: la comunicación con visión de género, una herramienta que abre mundos, financiado por Abriendo Mundos y reconocido como una buena práctica para visibilizar la migración de las mujeres de la región andina.
Que los consulados extiendan su protección a las familias migrantes hipotecadas durante la burbuja inmobiliaria; que desarrollen programas de prevención de la violencia de género entre la población migrada en los países de destino; políticas que las ayuden a empezar de nuevo en el país de origen si se acogen al programa de retorno voluntario… Las demandas hechas por las mujeres son concretas y urgentes.
“Somos las que menos ganamos, no tenemos seguridad social ni posibilidad de tener nuestras familias al lado, y se nos culpabiliza por haberlas dejado en el país de origen. ¿Qué significamos realmente para los estados?”, se preguntaba Liliana Cabrera, una colombiana que migró a España hace tres décadas y ha formado una cooperativa de trabajo de cuidado que empleará a una treintena de mujeres migradas y residentes en su país de origen.
Aida Quinatoa, presidenta de la Coordinadora de Inmigrantes Ecuatorianos en España y portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Madrid, tiene claro que “hemos sostenido el país y ahora nos quieren echar. Hace dos años se me venía el mundo encima, no se veía lo que pasaban las familias entre cuatro paredes, los suicidios por no poder pagar la hipoteca”. Ahora, explica, “migrantes y españoles luchamos juntos”. Quinatoa ha reclamado a las autoridades consulares que se sumen a la petición “de auditoría de las hipotecas que hace la PAH, que extiendan su protección a las familias hipotecadas y dediquen fondos para cubrir los préstamos hipotecarios que nos han vendido, subsidiando los mismos desde el Banco de Sur”.
Dinora Velasco, boliviana y participante en la asociación Mujeres p’alante, planteó que la violencia de género que viven las migrantes de su comunidad está invisibilizada: “Nos gustaría que el servicio consular creara un servicio de prevención de violencia de género. Nosotras acogemos a las mujeres, las acompañamos a poner la denuncia, pero no tenemos capacidad para hacer prevención”. Otra realidad desasistida es que “hay migrantes que no saben leer ni escribir y no pueden buscar mejores condiciones laborales ni acogerse a programas de estudio, y nosotras les alfabetizamos”. También que las personas profesionales no pueden homogeneizar sus títulos. Y no hay ninguna política que cubra a quienes se acogen al retorno migratorio, cuando es una necesidad real”.
Dona Marco, que es peruana y lleva seis años en España, pide a las autoridades que, “igual que han hecho convenios bilaterales para la seguridad social, organicen una oficina en el consulado para solucionar el tema del retorno voluntario, quiero que mi país cumpla sus obligaciones y se involucre para ver en qué condiciones volvemos”.
Consuelo Díez explica que su experiencia como retornada a Ecuador “es muy difícil: por ejemplo, aunque la Constitución es muy avanzada, las mujeres que nos divorciamos en Europa no tenemos reconocido el divorcio aquí. Necesitamos ayudas para el reconocimiento de títulos, ayudas económicas y sobre todo superar la imagen de víctimas que nos han adjudicado. Hemos salido adelante y lo seguiremos haciendo”. Éstas y otras demandas han centrado el coloquio que ha cerrado la primera jornada del Foro, en la que también han intervenido expertas en el fenómeno de la migración femenina, representantes del Foro Abriendo Mundos y de La Independent.
