Serie mujeres deportistas
Mònica Verge Folia nació en Barcelona en 1958, es alpinista, escaladora y esquiadora. Fue guarda de refugio y una precursora de la escalada femenina.
Con la también alpinista Magda Noos en 1989 llegó a la cima del Cho Oyu, de 8.201 metros, que fue el primer ocho mil femenino del estado. Formó parte de la candidatura “Por una FEEC fuerte e Independiente” en 2009 que reclamaba un cambio de perspectiva para el futuro del excursionismo en Catalunya.
¿Cómo empezaste a dedicarte al alpinismo?
Mi padre y mi madre ya eran montañeros y esquiaban, en casa ya se respiraba este ambiente desde pequeña y me arrastraban, yo no quería ir a la montaña ni a andar. A través del CEC -Centro Excursionista de Catalunya- al que me apuntaron nada más nacer, me fui introduciendo. A los 12 años empecé a esquiar y a partir de un curso que hice de esquí de montaña uno de los monitores, Salvador Campillo, me llevó a probar la escalada y a los 18 empecé a hacer escalada y esquí de montaña. Gracias a él me introduje e hice todo el Pirineo, los Alpes…
¿Fuiste precursora de la escalada femenina en el estado, ¿cómo ha sido ser de las primeras?
En 1975 cuando yo empezaba había muy pocas chicas y, a veces, me encontraba sola. De vez en cuando encontraba a alguna chica en las paredes. Éramos muy pocas y nos fuimos conociendo con Anna Massip, Meri Puig, Mari Carme Magdalena «Coco». Con los chicos escalabamos pero íbamos un poco a remolque y entre nosotras hacíamos un esfuerzo superior y nos motivávamos unas a otras. Había más complicidad y fuimos intentando hacer vías juntas. Meri Puig nos propuso hacer expedición -de hecho los hombres montaban las suyas y nunca nos lo proponíamos- y fuimos haciendo expediciones femeninas. En 1984 montamos la primera expedición femenina al Himalaya, en el Kangtega, de 6.782 metros. Hicimos una buena preparación y el equipo estaba formado por la propia Meri Puig, Esperanza Capella, Mari Carme Magdalena, Carme Melis, Lidia Riera y yo. Conseguimos hacer cumbre.
Junto a Magda Noos fuistéis las primeras mujeres, catalanas y del estado, en hacer un 8.000.
Con Magda no nos conocíamos, era mayor que yo y escalaba con montañeros de referencia. Ella vivía en Nueva York por temas de trabajo y allí participó en algunas expediciones mixtas pero no consiguieron hacer cumbre. Ella tenía en mente hacer un 8.000 y se propuso hacer uno con otras mujeres alpinistas catalanas. Vino a buscar el equipo a la Federacció -FEEC- con mujeres que habían hecho cimas de altura y nos contactó. Fue difícil porque del grupo inicial por varios problemas quedamos dos. No encontrábamos patrocinadores y era difícil compatibilizarlo. La revista Lecturas nos esponsorizó y pudimos hacer cima del Cho Oyu, el primer 8.000 femenino en Catalunya y el estado.
¿Cómo fue la experiencia y que conllevó después?
Marcamos una época en el alpinismo, marcando una pauta para las mujeres. Las expediciones son costosas y fue una forma de abrir un poco las puertas a la financiación. A nivel personal me dió mucha confianza en mí misma. Las dificultades fueron muchas antes y durante la expedición y esto ayuda mucho en la vida cotidiana, debes resolver problemas difíciles y debes tomar decisiones rápidas. Con esta experiencia adquirí fuerza y ??confianza en la vida.
Fuiste guarda de refugio y alpinista. ¿Cómo es ser mujer y profesional en un deporte y un ámbito profesional tan difícil y “minoritario”?
Ser profesional de la montaña es muy difícil, hay poca gente que lo ha conseguido, para hombres y mujeres. Actualmente puede más pero no es algo fácil: ser guía, acompañante… no hay mucha gente.
El mundo del alpinismo ha cambiado mucho en los últimos años, ¿son menores las dificultades de logística, el acceso a expediciones es más asequible también para las mujeres?
Creo que sí, evidentemente siguen habiendo muchas dificultades, pero hay muchas más mujeres que hacen alpinismo y referentes importantes actualmente. No llegamos al cien por cien pero el número es muy superior a los inicios, contamos más pero se mantienen muchas diferencias y avanza poco a poco todavía. Evidentemente ha habido un cambio social que lo acompaña, pero el alpinismo se ha abierto más a las mujeres.
¿Cuáles fueron, y son, tus referentes?
Para mí siempre ha sido Wanda Rukiewitz, una alpinista polaca que cuando era joven era mi ídolo, no tuvo una vida fácil, consiguió seguir adelante y tenía una fuerza arrolladora. En la montaña me parecía única y fue una referente importante para todas las mujeres alpinistas, ¡nos abrió el Himalaya! Murió en 1992 en el intento de alcanzar la cima del Kangchenjunga. Y ya hace unos años para mí otra que admiro profundamente es Sílvia Vidal, una escaladora magnífica, una mujer valiente que fue premiada con en el Piolet d’or por su trayectoria que es buenísima, brutal. Evidentemente están las pioneras, Maria Antònia Simó y Carme Romeu de las primeras que abrieron camino.
