Si, en general, las víctimas de malos tratos sufren durante años en silencio, la violencia ejercida contra mujeres inmigrantes suele ser todavía más encubierta e invisible, debido a las dificultades económicas, sociales y administrativas. Vulnerabilidad, invisibilidad y aislamiento son los principales ejes que atraviesan la problemática de las mujeres inmigrantes y la violencia de género.
Existe en las mujeres inmigrantes una doble vulnerabilidad, por ser mujeres y por ser inmigrantes. Incluso puedo afirmar que existe una triple vulnerabilidad en el caso de que la mujer se encuentre en situación irregular en España.
Aquí hablamos de una invisibilidad extrema en la que parece imposible ver los rostros de estas mujeres.
Uno de los factores fundamentales para romper el vínculo de violencia es contar con apoyo familiar, social e institucional. Muchas de las mujeres inmigrantes carecen de redes próximas de apoyo y han sufrido un fuerte proceso de desarraigo. Se encuentran solas en un medio nuevo en el que, con frecuencia, son víctimas de incomprensión cultural y social. Este mayor aislamiento dificulta, aún más, romper el círculo de violencia, que es justamente una de las metas del agresor: aislar cada vez más a la mujer.
Si es difícil romper el círculo de violencia imaginemos, por un instante, lo que implica hacerlo en un clima de aislamiento social y escasez de redes de contención. Pocos cambios son tan amplios y complejos como los que tienen lugar en la inmigración. Prácticamente todo lo que rodea a la persona cambia: desde aspectos tan básicos como la alimentación, o las relaciones familiares y sociales, hasta el clima, la cultura, el estatus.
Hay que tener en cuenta, además, los cambios que implica tener que elaborar un proyecto migratorio atendiendo a la situación que dejamos atrás; esto me lleva a hablar del Duelo como un proceso, que implica energía puesta, tanto en la adaptación, como en el cambio y la elaboración de lo que se deja atrás.
El duelo migratorio puede tomar una dimensión en el que la mujer, aturdida por su elaboración, se quede aun más pequeñita y con menos fuerzas para decidir salir de la situación de violencia. Puede verse inmersa en una situación en la que ya nada es seguro: los parámetros de referencia habitual ya no son tales, además de confusión, sensación de indefensión; en definitiva, ya no sabe en qué, ni en quién apoyarse.
Vuelvo a insistir en la vulnerabilidad, sobre todo de las mujeres que estén ilegales, y digo i-legales, fuera de la Ley, de la contemplación de las mismas, invisibles. Por ello, arrojar luz, iluminar los rostros de estas mujeres es una tarea necesaria y fundamental, si queremos atender la violencia de género en una de sus formas mas silenciadas.
Cómo contribuir a generar un espacio de encuentro real donde podamos vernos los rostros, donde la circulación de las palabras y los saberes permitan un enriquecimiento mutuo, es el desafío que hoy tenemos. Generar, sostener, reproducir y multiplicar espacios donde se produzcan tales encuentros es una de las herramientas más poderosas con las que contamos para erradicar la violencia de género en las mujeres inmigrantes.
Nazarena Romeu Psicóloga en la Agenda Violencia de Género del Colectivo Maloka Mujeres Pa’lante