“Penélopes”del fotógrafo y periodista Héctor Mediavilla, presenta 40 imágenes de mujeres mexicanas que narran sus vivencias al rededor de la “espera” por el regreso de sus maridos que emigraron a los Estados Unidos.
La exposició de Casa América Catalunya, , dijo su autor, es parte de un trabajo que comenzó en el año 2009 con el objetivo de visualizar y documentar la situación de estas mujeres “atrapadas” en un muro de silencio ante la indiferencia general. En México, remarcó Mediavilla, hay una tradición patriarcal de concebir a la mujer sumisa y obediente; “es una sociedad tremendamente machista perpetuada por los hombres y también por muchas mujeres”, anotó el artista.
Para este fotógrafo catalán “las ‘Penélopes’ se dan en muchos países, allá donde haya una familia esperando a la persona que emigró”.
Héctor Mediavilla compartió reflexiones sobre migración conjuntamente con Esther Morales, con Imma Boj, directora del Museo de la Inmigración Barcelona; con Marta Nin, directora de Cultura y Exposiciones de Casa Amèrica Catalunya y con esta periodista que escribe la crònica, Leticia Cruz, representante en el acto de la Mesa de Trabajo, Migración y Desarrollo.
Inauguró la muestra Esther Morales
“En la comunidad servimos al marido y cuando emigramos las mujeres del campo a la ciudad servimos al patrón como sirvientas. Como mujeres indias recibimos humillaciones. Ahora voy a escuchar a mis hermanas y hermanos bolivianos que están acá en Europa trabajando como emigrantes y conocer su situación”, dijo Esther Morales Aima desde la mesa inaugural de la exposición fotográfica.
Esther Morales, comerciante, activista y hermana del presidente de Bolivia Evo Morales, en gira de trabajo por el Estado español, comentó al auditorio que acudió a la apertura de “Penélopes”, que ella salió de su comunidad con 15 años para trabajar y sabe de lo difícil que es para una mujer, cuando tiene hijos, dejarlos para ir a buscar la sobrevivencia.
Sobre este tema, Esther Morales dijo en una entrevista a una radio local de Bolivia “Radio Esperanza”, que la subordinación de la mujer al hombre es una costumbre, especialmente en el ámbito rural y cuando la mujer no logra ser autónoma en su economía.
“Cuando la mujer no trabaja tiene que humillarse nomás. Cuando la mujer trabaja la familia progresa. Y no hay que subordinarse; cuando la mujer trabaja las cosas andan bien, porque todo es una cuestión económica”, dijo a la radio.
Las “Penélopes” tejedoras de luchas
En mi turno, resalté como las penélopes tejen reivindicaciones, feminismos y solidaridades. Y, como mexicana radicada en Barcelona e integrante de la Mesa de Trabajo, Migración, Género y Desarrollo, acción liderada por la Fundación Indera, presenté al público un documento firmado por organizaciones de mujeres inmigrantes en Catalunya, entre otros, colectivos de mujeres pakistaníes, subsaharianas y latinoamericanas: “Creemos que aún existe una falta de políticas adecuadas que, desde un enfoque de género y derechos humanos, regulen el trabajo doméstico y de cuidados, en el que aún se continúa ubicando a las mujeres. Hemos visto con preocupación cómo las políticas de migración española y europea contribuyen a la precariedad laboral, sobre todo, para las personas en situación irregular, sin tener en cuenta que, a pesar de no tener los mismos derechos, estas personas aportan a la economía del país. Constatamos que la actual ley migratoria tiene un carácter economicista: sólo regula el ámbito laboral y desde la sanción normativa”.
El documento leído en este acto, ya ha sido entregado a distintas autoridades de la política catalana para solicitar el cumplimiento de las disposiciones de sobre la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y la trata de personas así como el considerar las políticas institucionales españolas contra la violencia de género para que tomen en cuenta la especificidad y complejidad de la situación de las mujeres víctimas en contextos migratorios.