Este 17 de diciembre se cumple el primer Aniversario del histórico encuentro entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, que inició el deshielo de las relaciones bilaterales entre Washington y La Habana, pero Cuba ya puso en marcha desde 2008 cambios económicos fundamentales que las mujeres cubanas perciben con preocupación.
El VI Congreso del Partido Comunista institucionalizó en 2011 los cambios estructurales que la nueva política del ‘Proceso de actualización del Modelo Económico y Social’ definió en 2008. Eso ha significado que el sector estatal cubano se ha reducido, al tiempo que han nacido nuevas empresas privadas y ha surgido un nuevo mercado de productos no subvencionados. Pero “la mercantilización de actividades y espacios que antes eran de subsidios”, nos explica en La Habana, la economista Blanca Munster Infante “supone costos para la familia, al tener que asumir gastos en bienes y servicios a los que antes accedía gratuitamente”.
Por eso “las mujeres perciben con preocupación este proceso” según esta doctora del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) porque “hay un gran nivel de incertidumbre por la trayectoria y la velocidad en los cambios y por los impactos negativos que ha significado para los hogares”.
Impactos negativos para los hogares
Y, pese a que se han dado “incrementos salariales en pesos cubanos… eso no permite compensar el aumento de la canasta básica y el costo de la vida”, señalaba Munster Infante. Porque “paralelamente ha habido un incremento acelerado de los precios de la canasta básica: han salido de la libreta determinados productos (jabón de baño, de lavar, pasta de dientes…) que se están ofertando sólo a ‘precios liberados’ (en pesos cubanos convertibles), aparte de que los productos racionados apenas alcanzan para una semana o 10 días” lamentaba. “De modo que el salario en ingresos disminuye frente a los productos del sector no estatal”, en moneda convertible.
En resumen, según Blanca Munster, “tenemos un modelo transformándose, donde desaparecen sectores antes estatales, subsidios y el pleno empleo” pero “no cambia la matriz de la desigualdad y los roles y funciones de la mujer de cuidadora-administradora” de la familia cubana, resalta. “A ella le recayó y le sigue recayendo esa labor, que nunca se logró quebrar ni cambiar”. Ahora, continuaba “el modelo es regresivo” y, como “no se pueden sustituir por el mercado los servicios públicos previos por la falta de ingresos”, -lo que fue el almuerzo subsidiado y otras ventajas sociales-, “la familia debe ponerle ahora tiempo y dinero”.
Si ponemos el ejemplo de la Salud en la reorganización de los Servicios Sociales señala esta economista, “vemos que los Policlínicos-que antes estaban descentralizados y atendían en cada zona, urbana o rural- ahora se han concentrado en determinados lugares y con funciones concretas” y por tanto, seguía argumentando, hay que añadir aquí ‘la variable territorio’, lo que significa “pagar por la movilidad”, porque “me ubicaron en uno que no tengo cercano”. Y como “el transporte público es más deficiente todavía, hay que pagar” por el transporte privado.
Deterioro del acceso y calidad de los servicios sociales
Otro ejemplo de la falta de perspectiva de género y de cómo “el acceso y la calidad de los servicios sociales se han deteriorado se encuentra, según esta investigadora, en las zonas rurales, sobre todo en las montañas de la zona occidental y oriental del país. Por ello hay una muy baja natalidad porque cada parto o nacimiento cuesta en torno a 2.000 pesos cubanos” calcula.
“En muchas zonas montañosas y de difícil acceso no entra la ambulancia –que, por otra parte, es única y debe atender a todas las urgencias de la zona, (si es que funciona, o tiene la gasolina suficiente)”. Así que “las familias deben alquilar un carro particular para salir de la comunidad y llegar al hospital de la cabecera de la provincia”. Y a ello hay que sumarle el “gasto de bolsillo para la comida y el hospedaje de la familia que acompaña a la parturienta” añadía. “Hay una terrible precariedad en los servicios, aunque la de atención prenatal, la de dentro del hospital y las medicinas o vitaminas que necesitan tanto la madre como el niño, siguen siendo gratuitas”, afirmó.
Y el de Salud no es el único costo, afirmaba la doctora Munster Infante. “Hay mucha preocupación por la pobreza extrema y por las personas en riesgo de caer en la pobreza extrema”, es decir, “aquellas cuyas necesidades básicas están insatisfechas por no acceder ni a la canasta básica. Ahí están las personas adultas mayores que viven solas, las personas discapacitadas o enfermas crónicas y las madres solteras con muchos hijos en hogares monoparentales” subrayaba. “La socióloga Mayra Espina, da la cifra de un 20% pero no explica cómo llega a esa conclusión. Ella habla de ‘umbrales de pobreza’ sobre necesidades básicas”, nos indica.
Preocupación por los umbrales de pobreza
La doctora en Economía Tania García Lorenzo, mencionaba en este punto que la revista ‘Cuba Posible’, (que se define como Un laboratorio de Ideas– http://cubaposible.net), ya maneja para Cuba, entre el 0,38 y el 0,40 del Índice de Gini, que es el que marca la diferencia entre la igualdad en la distribución de ingresos (0) y la concentración de la riqueza (1). Pero esta economista señala que “es la desigualdad producida a partir de la distribución, no de la producción; es decir, no son activos, ni propiedades” además, subraya que “es una estimación, no un indicador” porque “no hay cifras oficiales, sino que son estimaciones diversas de distintas fuentes”.
Tania García nos aclara qué quieren decir estas estimaciones para una economía como la cubana, cuya premisa ha sido la ‘distribución igualitaria’, y ahora transita hacia una ‘distribución múltiple’, según sus palabras. “Si nos comparamos con América Latina un 0,40 no es alto porque Guatemala está en un 0,55 y Brasil aún más alto”. Para Cuba sí es alto acepta, “pero no es alarmante, aunque sí está en observación, porque las nuevas medidas empiezan a generar una concentración de riqueza”.
De todas formas, recalca esta experta en el Caribe, en el caso de Cuba, hay una diferencia sustancial con los demás países y es que “la ciudadanía recibe productos por el consumo social que en otros países se consiguen sólo por el ingreso de las personas”. Es decir, que el sistema cubano “no tiene el mismo nivel de desprotección social que existe en otros países. Y esa política se mantiene” reitera. Pero admite que “en la medida que los Servicios Sociales se deterioran, esos rangos de distribución igualitaria salen afectados”.
Es decir, confirma también que “se recibe el Servicio de Salud gratis (atención sanitaria, plazas hospitalarias y medicamentos) pero cuando éstos últimos no están en las Farmacias, los tienes que buscar de una fuente en divisas y eso supone una afectación de ingresos mayor”, indica. De modo que “cuando se deteriora el consumo social y no cumple las satisfacciones para lo que está creado, las personas tienen que cubrirlo con los ingresos”. Por otro lado, explica García Lorenzo, “el Estado ha dejado de dar algunos productos o gastos de la canasta básica -que no es la misma en todos los países, subraya- y la persona tiene que pagarlos; eso también es un deterioro de sus ingresos”, remarca.
La reconstruida ‘Plaza Vieja’ al centre històric de L’Havana
Tiendas en dos monedas pero ingresos insuficientes
En cuanto al ‘sistema monetario dual’ (pesos cubanos y pesos convertibles), García Lorenzo nos explica que “su permanencia tenía la función de distribuir por la vía comercial, determinados bienes que no estaban disponibles en grandes cantidades para todo el mundo” al tiempo que “también era un mecanismo de estímulo para un mayor nivel de trabajo. Son dos monedas emitidas por el Banco Central de Cuba” resalta, porque hubo un tiempo que “se mantuvo el peso cubano y el dólar, pero no se controlaban ni su distribución, ni las tasas”. Ahora, resume “hay ‘un peso convertible’ (CUC) y un peso cubano (CUP) y el Banco Central es el emisor de ambas monedas, con lo que controla la cantidad de dinero que opera en la circulación” de dinero en la isla.
De todas maneras, esta economista reconoce que “las tiendas de pesos cubanos (CUP) no cubren las necesidades y hay que ir a las tiendas de CUC (1 por 24 pesos cubanos) pero no alcanza” el dinero. Y por otro lado, también “se deteriora la oferta en las tiendas de pesos cubanos porque no están abastecidas”. Explica que “existe un proceso paulatino de unificación monetaria” cuyo “primer paso es que algunas tiendas ya venden en las dos monedas. Pero no hay ingresos suficientes” insiste. Por tanto, “el problema no es la dualidad monetaria sino la insatisfacción de la gente por la falta de oferta” y también la falta de recursos para pagarlos, cuando sí existe esta oferta.
La socióloga Dayma Echevarría nos expresaba sus inquietudes así: “todo el mundo está preocupado por saber cómo se van a preservar, tanto para mujeres como para hombres, las conquistas del socialismo”. Desde los años 2000, señalaba, “algo se está modificando, pero no tenemos clara la percepción del riesgo de nuestra inclusión global en este capitalismo patriarcal y hegemónico”.