(Foto: iecah.org)
Este 23 de septiembre es el Día Internacional Contra la Explotación Sexual de la que se calcula son víctimas hasta cuatro millones de personas, cerca de un millón en Europa.
La trata, que de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas puede llegar a cinco millones de víctimas en el planeta, está destinada a la explotación sexual en un 80% de los casos y este tipo de explotación es fundamentalmente femenina porque se trata de mujeres y niñas en un 90%.
Desde el feminismo se busca denunciar esta feminización debido a que, al tener la trata también fines de explotación laboral y al generalizarse o masculinizarse con el uso del lenguaje no inclusivo del plural, muchas veces se invisibiliza que la inmensa mayoría de las víctimas son mujeres, es por eso que se afirma que la trata tiene género y que es femenino. Del 10% restante gran parte son niños.
La explotación sexual, que es la mayoritaria, un 80%, en relación a la laboral, la sufren fundamentalmente mujeres forzadas a casarse, a prostituirse o a participar en la industria pornográfica. En el 20% de la población que es víctima de trata para la explotación laboral las mujeres también están presentes, fundamentalmente en el servicio doméstico y la industria.
La trata está lejos de ser un mal de países pobres, se trata de un comercio mundial en el que Europa participa con el registro de un 25% de casos en su territorio, siendo principalmente la explotación laboral la principal incidencia.
La trata de personas con fines sexuales y laborales ha ido en aumento en las últimas décadas y actualmente se estima que ocupa el segundo o tercer puesto de los negocios más lucrativos en el mundo, junto con el tráfico de armas y la droga. La explotación sexual mueve entre cinco y siete billones de dólares en el planeta, de los cuales tres corresponden a Europa.
Existen varios mitos sobre la trata que deben ser erradicados, como que las mujeres prostituidas tienen oportunidad de escapar y no lo hacen porque no quieren, como que solamente las mujeres sin estudios o provenientes de países en desarrollo son víctimas, como que solo las personas ajenas al entorno próximo y extrañas son las que introducen a las víctimas en la trata, entre otros; la realidad muestra que quien sufre explotación sexual o laboral esta forzada y amenazada, que cualquier mujer puede ser víctima y que en muchos casos personas cercanas las han vendido.
Las guerras y conflictos armados, las situaciones de emergencia producto de desastres naturales, la pobreza y las desigualdades de género son, en general, aprovechados por las redes de explotación ilegal.