Mi madre, que era una mujer librepensadora para su época, decía con mucha razón que este era un país de “leguleyos” y no le faltaba razón: Colombia tiene tantas leyes para todo, como penitencias tiene la santa madre iglesia, y como era de esperarse la Legislación contra la violencia de género no podía faltar.
La ley 1257 del 2008, de no violencia contra las mujeres, tiene todos los artículos necesarios para proteger la integridad física, moral y psicológica de las mujeres a quienes se les vulneren sus derechos, el problema está a la hora de aplicarla; pues el delincuente agresor termina siempre saliéndose con la suya
“Trasmilleno” como le dicen con sorna los bogotanos al sistema masivo de transporte público de Bogotá (Transmilenio), se ha convertido en un espacio terrorífico para las usuarias que a diario lo utilizan, dado el acoso sexual al que se ven sometidas.
En las últimas semanas no se habla de otra cosa en los medios de comunicación. Los acosadores, aprovechando que en las horas punta los buses van repletos, pasan a meter mano, a manosear y a masturbarse sobre las víctimas.
Una conocida, quien labora como empleada doméstica, debe tomar el bus a las 5 de la mañana en el sur de la ciudad para llegar a su trabajo al norte de Bogotá (trayecto que toma aproximadamente una hora), dice que esos “malandros”, aprovechando que la gente va como sardinas enlatadas y como sea se deben subir al bus para llegar a tiempo, no sólo tocan y friccionan su sexo a las mujeres que van cerca de ellos, sino que roban y atracan casi en las narices de la policía.
El lunes pasado, una joven mujer se atrevío a denunciar a un acosador que aprovechando la concentración de gente en las horas punta intentó abusar de ella, dijo a los medios de comunicación, que un chico con un morral se le acerco más de lo normal, se bajo la cremallera de su pantalón y ella comenzó a sentir que se movía. Cuando le hizo el reclamo, el chico que dijo no hacer nada, al poco rato siguió acercándose más al punto de bajarle la cremallera, ella comenzó a gritar, el hombre fue capturado por la policía y entregado a la Fiscalía.
La Independent conoció de primera mano que el sujeto arrestado, fue dejado en libertad por un error de procedimiento en la acusación, la Fiscalía lo procesó por el delito de injuria por vía de hecho, cuando ha debido hacerlo por el delito de Acto Sexual Abusivo, esto porque la mujer denunció que el hombre la tocó mientras se estimulaba sexualmente
Pero no en todos los casos las mujeres tienen suerte y mucho menos la valentía de denunciar. Algunas no lo hacen por vergüenza y otras porque de antemano saben que nadie les va a prestar atención, como ocurrió con una mujer de más de 50 años que debe tomar diariamente la ruta del Portal de las Américas con destino al centro de la ciudad, ella denunciaba que el pasado lunes estaba sentada en el bus cuando fue víctima de un joven con apariencia de estudiante universitario que se masturbó y le tocó el hombro con su miembro, ante la mirada indiferente de los demás usuarios. Dice que de inmediato se bajo del bus y se dirigió a unos policías que estaban cerca para denunciar lo que le había sucedido, y que estos, no sólo habían hecho caso omiso, sino que se habían echado a reír.
Según la secretaria de movilidad el 69% de los bogotanos utiliza Transmilenio. De los 2.800 pasajeros que se mueven por la ciudad cada día, un poco más de 680 mil son mujeres. Durante 2013 llegaron a la Administración de Transmilenio 81 quejas por acoso, y en lo que va corrido del año 2014, 76 quejas. En el 2012, la Secretaria Distrital de la Mujer hizo una encuesta a 17.399 mujeres de Bogotá, el 64% dijo haber sido víctima de acoso sexual en el transporte público; de estas, el 80% comentó que los ataques sexuales inician con miradas intimidantes, palabras obscenas, manoseo y rozamiento.
Lo paradójico de todo esto, es que la Administración Distrital, la Administración de Transmilenio y la Policía Judicial, son conscientes de tales ataques, y solo hasta ahora se está pensando en tomar las medidas correctivas necesarias.
El Artículo 19 de la Ley 1257 del 2008, define el Acoso Sexual como una conducta de carácter sexual indeseada, que constituye una demostración de poder cuyo objetivo, es intimidar, coaccionar o humillar a otra/o. Puede ser físico, verbal y no verbal. Si bien, la norma contempla por este delito una pena de cuatro años a cinco meses de cárcel y un pago de 8 millones de pesos por compensación a los daños morales; los vacios jurídicos que tiene deben ser reformados, entre ellas, la denominada “Audiencia de Conciliación”, que consiste en que la víctima tenga que confrontar al acosador. A nadie le cabe en la cabeza esta audiencia en este tipo de delitos.
La puesta en libertad del acosador de transmilenio por un error procedimental del fiscal, pone la nota de alarma frente a Fiscales que como garantes del debido proceso, no pueden alegar el desconocimiento de la ley. Es su obligación conocerla. También es necesario capacitar a la Policía Nacional en temas de violencia de género, como sucede en otros países del mundo.
Es necesario que en Colombia exista una campaña de educación y prevención a la población y mucha eficiencia a la hora de castigar estas conductas. La ausencia de claridad y entendimiento de la norma por parte de sus garantes, así como la impunidad en la que quedan los delitos, deja más que claro por qué en Colombia las mujeres tienen miedo o son renuentes a denunciar.
