Era médica, y fue pareja de un prestigioso periodista, Alfons QuintÀ, que puso fin a su vida la noche del 18 de diciembre y después se suicidó. Al principio nadie sabía su nombre, todo el que se explicaba era la vida y obra de su asesino.
Victòria Bertran fue asesinada mientras dormía -la noche del domingo 18 de diciembre- por el que era su marido, el periodista Alfons Quintà, y del que quería separarse definitivamente. Y en seguida la maquinaria informativa se puso en marcha para “Apenarse de la muerte del gran periodista” que se suicidó después de realizar un crimen que le colocaría en la primera plana de esos medios que hace tiempo el tenían “olvidado”. Pero a ella ni la nombraban. Ella era la víctima, , la que merecía ser nombrada y considerada.
El mismo día por la tarde los informativos televisivos y radiofónicos se pusieron en marcha para informar del acontecimiento. Y curiosamente ninguno de ellos, daba el nombre de la víctima, pero sí que se extendían resumiendo el historial profesional de Quintà. Ni siquiera en Tv3, donde fue director durante sus dos primeros años se dignaron a nombrarla. Pero al día siguiente, martes, la “invisibilidad” de la víctima seguía igual. Ni El País con su prestigio, en donde el “presunto” asesino también fue delegado un tiempo, ni diarios catalanes como La Vanguardia, el Avui o el Ara daban más información que la nota de agencia, repitiendo la trayectoria profesional del protagonista. Algun medio como com Diari 16 (a internet)y alguno que otro ya avanzaba como se puede comprobar en esta noticia publicada, que: “en su entorno todo el mundo sabía que Quintà era un maltratador: “La situación de violencia de género que sufría la asesinada no era desconocida entre las personas más cercanas. De hecho, decía a su madre todas las mañanas nada más incorporarse a su lugar de facultativa”. Y también se explica que su madre hacía 10 años había acudido desesperada a Quim Monzó, para explicarle que “Quintà estaba loco y maltrataba a su hija”
Victòria Bertran, , ha sido la última asesinada -sin nombre para los medios- que informativamente al principio, y como todas- sólo fue un número, la cuarta en los últimos días, y la 64, en el que va del año. Y hay que preguntarse si este “especial ocultamente informativo”, se debe de al hecho que el autor era periodista, puesto que cuesta asumir este “horror” en la misma profesión aunque también haya casos de violencia machista… ¿Por qué no se ha explicado nada o casi nada sobre la víctima si muchos colegas ya sabían que era un maltratador y conocían a la pareja? Victoria Bertran tenía 57 años, trabajaba cómo médica en el Consorcio de Atención Primaria de Salud del barrio barcelonés de las Cortes. Este lunes 19 de diciembre no acudió como de costumbre a su lugar habitual. No tuvo que pedir muchas explicaciones porque saltaran todas las alarmas entre compañeros y familiares. Estaba separada ya desde hacía tiempo del que era su marido, el periodista Alfons Quintà, de 73 años. Su verdugo. Se supone que acudió a ella para provocarle pena después de su reciente operación del corazón, a pesar de que ella ya debía de tenerle miedo, pero…le abrió la puerta. Todavía la podemos ver una Victoria, vital y entusiasta, a su Facebook… (mirar la foto). Y mientras se mantenga abierto su perfil podréis ver como ella todavía colocaba referencias de artículos de su ya ex-pareja, publicados al Diario de Girona.
Y otra vez volvemos al mismo, otro maltratador “reconocido”, que nadie piensa que un día pueda llegar a matar su ex mujer porque siga siendo “suya”, aunque sea en el otro mundo. Quintà era un personaje controvertido, que tal como reproduce el Diario 16- el que ha escrito el reportero de Tv3, Nicolás Valle a Twitter: “Alfons Quintà ha muerto tal como vivió: sin escrúpulos, trastornado y haciendo daño”.
Pero como el caso lo merece, en los días próximos, seguro que los medios darán más datos para acercarnos algo más a esta historia trágica. La pregunta que quedará al aire es: “Serán capaces, tal como comenta indignada Ada Colau al seu Facebook de explicar la historia dándole la misma importancia a la trayectoria profesional, éxitos, intervenciones públicas u opiniones políticas de Bertran, como se le ha dado a su asesino”. De momento, como siempre, la impotencia nos deja sin palabras. ¿Hasta cuando, este entorno real y cotidiano de las víctimas será un muro infranqueable para los maltratadores?.
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