jueves 18 julio 2024

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Identidades en la pared*

 

Maga

 

El graffiti como medio para expresar identidades de género y el arte como herramienta de transformación social fueron los temas centrales del encuentro Mujeres y Graffiti. 

Celebrado el martes dos de mayo en el Arts Santa Mònica de Barcelona, forma parte de la duodécima edición del Festival Juvenil de Artes de la Calle Artescape, dedicada este año a las graffiteras.

El hilo conductor de la charla fueron las experiencias de la graffitera y tatuadora Turkesa y de la cantante, activista y presidenta de la ONG Mujeres por la Paz Cristina del Valle, impulsora del proyecto Graffiti por la Paz. Otras graffiteras, como Maga, que pintó en la exhibición previa a la charla, hablaron de sus vivencias durante el coloquio con el público. Marta Roqueta, editora de Zena, moderó el debate en nombre de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

El arte como activismo

“En muchos lugares, el arte es un acto de resistencia”. En 2010, la ONG de Cristina del Valle, Mujeres por la Paz, llevó a jóvenes graffiteras españolas a pintar en el muro que rodea localidades palestinas como Belén y Qalquilia. Del Valle, que ha viajado con su organización a lugares en conflicto de Siria, Irak o México, escogió una intervención de graffiti “por todo aquello que simboliza el muro” de Palestina, “un territorio que ejemplifica la cultura de la violencia permitida y consentida”.

La intervención se realizó durante el octavo viaje de la ONG en la región. “Las famílias nos pedían pintar el muro porque los menores, que conviven con la violencia de una forma continuada, vieran otro tipo de imágenes”. Es por ello por lo que las artistas hicieron participar a los niños y las niñas en la expresión artística.

Del Valle explica que las graffiteras “pintaron lo que sentían. Eran muy jóvenes y el impacto de vivir en Palestina fue fuerte”. Durante el tercer día en Belén, el ejército israelí quiso arrestarlas por haber pintado en el muro. “Decían que estaban agrediendo el muro. ¿Desde cuándo el arte ha sido una agresión?”. Del Valle añade que en Qalquilia las graffiteras sufrieron agresiones: “Les tiraban cigarros desde las torres”.

La activista explicó que acciones de este tipo buscan “canalizar la violencia vivida a través del arte”, así como fomentar el sentido de pertenencia a una comunidad. Otro de los objetivos era colaborar con artistas locales en iniciativas para fomentar el conocimiento del otro: “El mestizaje cultural es fundamental para romper el imaginario estereotipado sobre las culturas extranjeras”.

La mirada femenina sobre la mujer

La graffitera y tatuadora Turkesa recuerda cómo, en Londres, “cuando pintaba una cara mega realista (los otros graffiteros) flipaban”. Explica que, en la capital británica, la letra en los graffitis tiene un papel predominante “el estilo es más old school”. Formada en Bellas Artes y con estudios de fotografía, Turkesa se inspira en la cultura japonesa: “La mitología detrás de cada historia, la forma de conjugar tradición y modernidad… me parece increíble”.

Tanto Turkesa como Maga coincidieron en que, cuando no tenían nada preparado para pintar, lo primero que se les ocurría dibujar era un rostro de mujer. “Expreso lo que me pasa por la cabeza. Lo que me sale de natural es una mujer joven y blanca”, comentó Maga.

“Me gusta pintar mujeres porque son bonitas. Y porque me representan a mí. Y porque representan a mujeres que no tienen voz. Y por miles de razones que no racionalizo pero que están ahí”, explicó Turkesa. “Una cara y unos ojos son un grito en un muro. Ver un rostro que te mira es siempre una conexión. Hubo un tiempo en el que estaba harta de pintar mujeres y que me clasificaran sólo por eso, por hacer cosas bonitas. Y al final pensé que por qué, si era lo que me gustaba. Sí, soy una chica y pinto con colorines”, concluyó.

Durante el encuentro se presentó la obra de la artista brasileña Evelyn Negahamburguer, dedicada a la denuncia de situaciones de opresión de la mujer mediante la representación de cuerpos femeninos fuera de los cánones de belleza normativa. “Estamos sometidas a tanta presión estética que el mensaje de Negahamburguer me encanta. Es Acéptate como mujer desde el punto de vista de mujer. Quiero más mujeres como ella”, valoró Turkesa.

Cristina del Valle añadió que resulta muy difícil “confrontar la visibilidad de las realidades plasmadas por artistas como Negahamburguer con las que muestran los medios de comunicación, que son espacios de socialización ocupados por un modelo androcéntrico donde la mujer es cosificada”. Según del Valle, “las que estamos en el arte y en la crítica tenemos que replantearnos qué es la belleza y dónde está”.

“Como artista, me siento muy segura de mí misma. Siento que con esfuerzo puedo llegar donde quiera. Pero, como mujer, siempre me costará (aceptarse)”, reflexionaba Turkesa. “Desaprender el patriarcado es muy complicado. Naces en una sociedad que ya te está dando unas normas. Mamas de allí”.

 

Turkesa

 

Obstáculos para pintar

Durante la charla se habló de cómo visibilizar la obra de las artistas y cómo conseguir que más mujeres se interesaran por el graffiti. Para Cristina del Valle, lo más importante es ocupar espacios y crear red: “No tenemos espacios de poder ni clanes femeninos que nos ayuden a promocionarnos. Vivimos nuestra realidad como mujeres artistas desde la vergüenza, solemos partir de una autoestima más baja. Los chicos no tienen problema para ocupar el espacio”. Ana Manaia, promotora de otra iniciativa para promocionar a las graffiteras, Femgraff, explicó que el número de artistas que se presentan en convocatorias de festivales es mayor si éstas están dirigidas sólo a ellas: “Muchas chicas se sienten intimidadas si pintan al lado de hombres”.

“Cuando empecé, no tenía tablas para enfrentarme a comentarios como “No pintas mal para ser una mujer””, explica Turkesa. “Cuando me decían “Eres de las mejores graffiteras del mundo”, pensaba “Y entre los tíos qué soy, ¿una mierda?”. Ahora tengo más energía, más fuerza. A lo mejor hay chicas más tímidas que tienen más dificultades para encarar estas situaciones”, añade. Turkesa es favorable a crear iniciativas que den visibilidad a las artistas, pero pide que también se hagan otras para incluir a mujeres y hombres en los mismos espacios.

Maga también está a favor de fomentar iniciativas inclusivas: “En los libros de Bachillerato de Historia del Arte todos los artistas son hombres, de Europa o Estados Unidos. No mostrar significa no existir”. Añade que, cuando ha realizado clases de arte urbano, ha incluido en el temario obras de mujeres: “Que yo, como mujer, esté impartiendo clases de arte urbano ya es un mensaje. Sutil, pero efectivo”.

Tanto las graffiteras como los graffiteros presentes en el encuentro sugirieron que la habilitación de espacios urbanos para pintar de forma legal reduciría la vulnerabilidad a la que se encuentran expuestas las personas que pintan a la calle.

Autora de las fotografías: Marta Roqueta. Turkesa pinta uno de los graffitis que decoraron el encuentro. // Maga pintando su mural.

*También publicado a Zena 

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