viernes 08 noviembre 2024

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El coronavirus de cerca y de lejos

 

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La conciencia de que hay que mantener las distancias y la prevención se ha extendido por el todo el mundo, pero todavía encuentran pocas personas que hayan sufrido ellas o familiares directos la enfermedad.

 

 

En esta pandemia del COVID 19 tenemos una experiencia próxima y otra lejana que conviene discernir. La visión “lejana” nos la proporciona los medios audiovisuales, sobre todo las televisiones, con imágenes de  tantas personas infectadas, que de alguna manera entran en nuestras casas, y nos imaginamos a las víctimas como de la familia. Pero cuando sales a la calle con las mascarrillas, a comprar o cuando aplaudes a los balcones y miras de reojo a los vecinas y vecinos, te preguntas:¿ cuántos están infectados o está pasando la dolencia un familiar próximo?

Ya sabemos que el coronavirus es una pandemia global que está recorriendo todo el mundo, y que hay que pararla como sea, desde cada país y desde la proximidad (sobre todo), pero no todo el mundo vive el “confinamiento” del mismo modo. Hay que valorar el esfuerzo de tantas y tantas familias confinadas que tienen que convivir con su ‘parentela” minuto a minuto, y tienen que entretener- de alguna manera- a una infancia y adolescencia nada acostumbrada al enclaustramiento. A veces también toca tener cuidado de gente mayor en la misma casa o estar al tanto de muchísimas personas que viven solas, algunas de las cuales solo cuentan con la solidaridad ciudadana más próxima de entidades asociativas. Nos podemos imaginar que la pandemia está sacando lo mejor de esta vecindad tan desconocida normalmente, por cada uno de nosotros.

  

 

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El confinamiento en unas casas o en otras

Pero no es lo mismo vivir confinados en viviendas pequeñas, mal ventilados, sin que les de el sol, o en mal estado de conservación, que en casas unifamiliares con jardín o en pisos luminosos con balcones o terrazas grandes. Así lo explica Joan Benach, director del Grupo de Investigación en Desigualdades en Salud, y entre otras tareas, Investigador de la UPF, que considera que esta epidemia también es un problema de desigualdad: “la pandemia del coronavirus es un problema serio de salud pública que no afecta igualmente todo el mundo como veces se cree, sino que hay grandes desigualdades por clase, género, edad, situación migratoria u otras derivadas”.

Si, según él, la visión sistemática de las imágenes mediáticas hace ver que la crisis del coronavirus nos afecta a todos por igual: “la pandemia es global, es democrática”, dicen. Y así lo parece. Ha afectado al  presidente de la Generalitat, al premier británico, a personas de la política y a gente famosa. Algunas personas conocidas y reconocidas han muerto. Pero hay que profundizar un poco mes, la mayoría de las personas en situación de riesgo son las clases populares y la gente más pobre. “Pensamos que, en el estado español y en Cataluña, una de cada cuatro personas está en situación de riesgo de pobreza y de exclusión, que más de la mitad de la población tiene dificultades para llegar a final de mes, y además llevamos mucho tiempo gastando mucho menos de lo necesario en protección, salud y servicios sociales. Las desigualdades sociales generan desigualdades de salud en casi todos los indicadores, de forma que, como peor es la situación social, peor es la salud” -subraya Benach

 

 

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Voluntaria de l’Associació Centre Sant Martí
 

 

De las más de cien personas preguntadas para la confección de este artículo (80% mujeres y 20% hombres) la gran mayoría, casi un 90% no han sufrido la dolencia, y no conocen nadie caso directo de familiar o amistad que la hubiera sufrido. Un 80% si que tenían referencias de casos que les habían explicado, y un 20% sabian de gente de su entorno infectada, y solo un 10 % habian tenidoo tenian relación directa ni cotidiana con ellos.

La realidad se impone y este confinamiento que ya supera las tres semanas obliga a que la vida se haga al 100% dentro del hogar. Y a pesar de que se comente muy poco, son las mujeres las que soportan la carga de casi todos los trabajos cotidianos. Pase el que pase dentro de las cuatro paredes de la casa, ellas tienen que conformarse y estar “contentas”. Desde nuestro entorno, y sobre todo desde los medios de comunicación: “recibimos mensajes con un mandato idealizado, que oculta la realidad cotidiana del coronavirus. Te bombardean con mensajes como ‘aprovecha el estar en familia’, ‘ahora tienes tiempo’, “tienes que ser fuerte”; como si fuera fácil y sencillo. Hay que dar espacio a la expresión y elaboración de lo que se siente”, escribe Elena Agulló, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, en su blog de Público.

 

¿Las mujeres nos sentimos culpables?

 

 

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Es  cierto que la culpa nos llega a todos y a todas, porque si te encuentras bien solo eres una persona “asintomática”, que sin darse cuenta puede contagiar, y por tanto tenemos una responsabilidad directa en que superemos el coronavirus y esta crisis sanitaria que vivimos. Pero, en general, las mujres, ¿a quien le podemos explicar nuestro hecho diferencial?. Tanto las que viven solas, como en familia, no les gusta nada ser en un agente activo más de la propagación del virus, y es posible que tampoco les agrade la “necesaria dictadura” social y política del coronavirus, que pone la responsabilidad en nuestras en nuestras espaldas, tanto como profesionales, como ciudadanas.

Hay que reconocer que, logicamente, los que quedaran como los principales “héroes” de la pandemia, será todo el personal sanitario, médicos y enfermeras ( ellas son mayoría) que soportan un sobre esfuerzo para tener cuidado de la salud de la gente. Pero también han aportado su grano de arena en el cuidado de todo el mundo, las mujeres de la limpieza y las mujeres cuidadoras, tanto profesionales como voluntarias y como no, son un poco heroínas las ciudadanas que cada día estando al pie del cañón en su hogar.

Y tendrían que ser ellas -los miles y miles de mujeres de todo el mundo- las que pudieran explicar cómo se sienten y como han llevado y llevan adelante el confinamiento, porque no es una tarea nada fácil (a pesar de las mil y una imágenes divertidas que circulan por las redes). Ellas, y por supuesto, también sus compañeros, seguirán llevando adelante sus naves personales y familiares cuando finalice con éxito, esta crisis sanitaria.

 Testimonios de mujeres de nuestro  entorno

En este artículo hemos querido dar la palabra a algunas mujeres afectadas directamente o indirectamente por la dolencia. De las mas de cien personas preguntadas (80% mujeres y 20% hombres) la gran mayoría, casi un 90% son personas asintomáticas. Algunas, muy pocas, ya tienen inmunidad del virus, por haber pasado ya la enfermedad, como una de nuestras entrevistadas. La gran mayoria no conoce a nadie sin sintomas que le hayan hecho el test.


Lluisa Carreño, es una persona que trabaja en solidaridad en el Centro San Martín, y reparte comidas a la gente que le envía la asistencia social del distrito de San Martín (Vía Trajana). Cada semana distribuye productos alimentarios entre gente que vive muy mal, sin techo, en pisos muchos pequeños o junto con otras familias. “El único día que no pude repartir fue la semana pasada -nos explica- porque murió mi hermana, que todavía no tenía 70 años en el hospital. Y como que vivía sola no supimos nada hasta que estaba muy grave, y me enteré un día antes y no pude verla”. De momento, intenta superar la tristeza siguiendo ayudando a la gente. “Habría que tener en cuenta que el problema de infección es mayor en las familias numerosas, que viven en malas condiciones, que están al paro, y no tienen medios… Sobreviven gracias a la solidaridad, sobre todo de las mujeres del distrito que se preocupan de la gente de su entorno”. Y menciona el Espacio Pere Calafell, a Sant Martí de Provenzal, en el que como en tantos lugares del país, muchas mujeres están cosiendo horas y horas mascaretes y trajes de protección, parapersonal sanitario, cuidadoras y para la gente.

Cuándo cada tarde a las 8 salimos a los balcones a aplaudir al personal sanitario, son muchas las personas que piensan -mirando a su vecinos y vecinas- si están pasando la dolencia directamente o solo la ven, como la mayoría, a través de las pantallas de tele, ordenadores, móviles y/o prensa escrita.

Mariona Simó, vive en El Eixample, es una mujer amante de la música, soprano de la coral Units pel Gospel, y trabaja en una gran empresa de tejidos, con tienda en la calle de vía Layetana. “Nunca me hubiera pensado que podía contagiarme del coronavirus, porque siempre tengo buena salud”, nos dice. Está a punto de cumplir 60 años y vive en pareja, con dos hijas grandes. “Durante casi una semana pensé que tenía un resfriado, con síntomas de mucho malestar y fiebre. Al final fui al ambulatorio de la calle Manso. Me aislaron en un box, y después me trasladamos al Clínico”. Según ella fue muy duro estar a la UCI durante 2 días sin poder ni comunicarse por el móvil. Después la subieron a planta, Y estuvo dos días  mucho mejor. Fue testigo de vivencias que nunca se habría imaginado: “Una de mis compañeras era una marroquí joven y muy guapa, que trabajaba en una empresa, y me explicó que menos mal que ya no vivía con su pareja, porque la maltrataba y lo ultima vez hacía poco, la apaleó tan fuerte que la ingresaron. Al final se pudo separar de él, pero se encontraba todavía muy floja, y continuó trabajando hasta sentirse enferma”

Mariona como otras personas anónimas ha vivido de cerca el caos hospitalario y se acordará siempre de la dedicación y buen trato del personal sanitario. Y a pesar de que se sintió un poco sola, tal y como explica, también ha sacado una experiencia válida: “el personal médico que me atendía parecían astronautas, y me sentía un poco como en una película de ciencia ficción. La comida y la medicación me la dejaban cerca de la puerta. Pero también he tenido la oportunidad de vivir la epidemia por dentro y de conocer la problemática de mujeres como la marroquí con quién compartí la habitación. Ahora estoy aislada en una habitación en mi casa, y en pocos días ya habré pasado la cuarentena, y me darán el alta. Me siento como una superviviente”- dice al acabar su testimonio.

 

 

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Desde muchas instituciones, fundaciones y asociaciones se intenta vigilar la violencia machista en tiempo de confinamiento, y apoyar a las mujeres que se ven obligadas a convivir con su agresor las 24 horas del día, pero de momento, a pesar de aumente el número de maltratos no parece que los terribles datos de asesinatos de mujeres por parte de sus parejas hayan aumentado. De momento solo hay datos de consultas.

 El drama de las residencias de la gente mayor

Un tema muy triste se lo de impresionante aumento de muertes a las residencias de la gente mayor. Este tema daría por otro artículo, pero algunas de las mujeres han querido hablar sobre la pérdida tan dolorosa de la madre, sin poder despedirse de ella.

Helena Herranz, trabaja en el ayuntamiento de Barcelona. Y desde hace dos años tenía a su madre de 90 años en una residencia cerca de su casa.  La podía sacar a pasear y a comida con la familia los días de fiesta. Ya hacía unos días que no podía ir a verla por el confinamiento, pero hablaba con ella cada día mucho rato por teléfono. Se empezó a preocupar cuando le dijo que a su compañera de habitación se la habían llevado al hospital por el coronavirus. Pocos días después ya no pudo hablar con ella, y le dijeron que estaba bastante ma, pero que la cuidaban alli, u no iban allevarla a ningún hospitall. En la semana siguiente se murió sin que pudiera ir a verla. “Fue muy, muy duro, no poder estar con ella en este tránsito, a pesar de que nos explicaron que no sufrió porque la tuvieron sedada. Es posible que puediera haber sobrevivido un tiempo más, porque la residencia estaba completamente colapsada. Solo habia un médico (que ahora está infectado) y una enfermera titulada, y muchas cuidadoras que hacían todo el que podian”. Hay que subrayar que en esta residencia, de 150 residentes murieron 44, o sea un 30%.

Helena nos recuerda la falta de recursos de las residencias y la carencia de personal. “Hay que diferenciar entre las privadas -que son un gran negocio- remarcó, que se ahorran personal y contratan a muchas mujeres con salarios muy bajos y sin formación, de las publicas o de fundaciones como la estuvo mi madre, que también disponen de pocos medios, pero podemos justificar que casi todo va para gastos, no para el benefició de ninguna empresa. No tengo ningún resentimiento, pero no le deseo a nadie pasar por este trauma. Saber que un ser querido se está muriendo, y sin poder verlo… Es posible que nos tendrían que haber dejado que la llevaran a casa los primeros días de estar mal, pero no pudo ser, no lo consideraron oportuno”.

Otra de las testigos consultadas, una mujer de limpieza de un ambulatorio próximo, nos comenta que ella conoce a algunas mujeres de limpieza que están infectadas y aisladas. Y comenta que son muchas más de las que creemos que las que están infectadas o en peligro de estarlo. Todas sufren del estrés continuado de tener que mantener continuamente todo limpio y desinfectado, y ellas mismas no llevan suficientes herramientas de protección.

Volviendo a la crisis sanitaria el coronavirus tendría que volver a evidenciar la carga sobre las mujeres de las curas familiares. Así lo expresa Marisa Cohan en el diario digital PÚBLICO: Esta crisis vuelve a poner sobre la mesa la desigualdad en los cuidados. Las expertas alertan la necesidad de repensar las relaciones laborales y encarar la crisis de los cuidados que se apoya sobre el trabajo gratuito o muy precario,  de las mujeres”.

Está muy bien defender enconadamente el confinamiento total hasta donde se considere necesario, pero parece que nadie piensa como  harán las familias para mantener mucho de tiempo a niños y niñas en casa, ni quien tendrá a su cargo el cuidado de las familias de la gente que por su sitaución laboral tendrá que ir a trabajar. Cohan comenta lo que le explicó una madre empresariasobre la última reunión de madres y padres de la escuela de sus hijos: “una de las cosas que más me llamó la atención fue que a pesar de que en la reunión participábamos hombres y mujeres, las que hablábamos y pensábamos qué haríamos con los niños éramos solo mujeres. La mayoría afirmaban que necesitarían la ayuda de las abuelas. Esta opinión la ha recogió Cohan en su artículo en PüBLICO (**)

 

(*) Sobre  Joan Benach, Mireu UPF

(**) Aquesta opinió la va recollir Cohan al seu article a PÚBLICO 

Fotos de mitjans 

El Periodico, foto de l’interesant article de Susana Vera Sobre “Les dones moren menys que els homes

Diari Mes Digital, fotos de Les dones presenten mes ansietat social que els homes

CCOO Sobre la Violencia de Gènere. Mireu Infografies

Llegir La directa, foto de “Les dones del camp de refugiass de Moria cosen les seves pròpies mascaretas

 

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Julia López

Periodista, amb més 40 anys d’experiència en el món de la comunicació i com a redactora de mitjans. Co-fundadora i coordinadora de l’Associació Món Comunicació (AMC).
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