OPINIÓN
Cataluña está descubriendo el feminismo, son muchas las voces que sitúan la igualdad como el eje principal de la democracia y de la justicia, la evolución en pocos años ha sido muy importante y han sido claves los nuevos referentes femeninos y feministas para la construcción de esta nueva sociedad que quiere ser más igualitaria.
La lucha feminista más optimista tiene muchos frentes y somos muy conscientes que la desigualdad de género tiene multitud de formas con resultados cambiantes. La desigualdad se muta según las circunstancias, los ámbitos, las relaciones de poder, las características personales, las diferencias étnicas, la edad, el nivel de estudios o la situación económica, entre otras.
El concepto y las implicaciones de las interseccionalitats son la base para una correcta incorporación de la perspectiva de género. Las políticas de ámbito público y privado tienen que avanzar y saber diferenciar la tipología de discriminaciones por razón de género porque no todas las mujeres son iguales, ni todas han tenido las mismas oportunidades.
Dos ejemplos pueden ilustrar machismos directos o indirectos, circunstancias y realidades distintas, pero que perpetúan las desigualdades y estigmatizan las mujeres.
Una de estas realidades está vinculada a la mujer de raza negra. A menudo vinculamos la pobreza con el continente africano. Y casi siempre con la mujer negra y se acentúa la discriminación atribuyéndole exclusivamente el rol de madre. Desaparece la mujer como sujeto de derecho y se convierte en un reclamo para la solidaridad.
No se percibe la mujer como titular de derecho que busca la igualdad y la justicia, a pesar de sus limitados recursos y de la poca cobertura que le dan las leyes. Se debería dar a conocer y por lo tanto, reconocer su lucha en pro de la igualdad, dejar de esconder la existencia de leyes discriminatorias que la someten, y denunciar los gobiernos que perpetuan las discriminaciones. Tendríamos que ser una sociedad madura para reclamar una imagen valorizadora y rechazar la que perpetúa la desigualdad.
El segundo ejemplo intersectorial es el acoso laboral machista, mujeres empoderadas donde la brecha salarial o su posición no es la cuestión. Al principio del articulo escribía que la discriminación por razón de género tiene muchas caras, y a veces es tan sutil que puedes dudar de sí quien la está ejerciendo es consciente de su comportamiento machista.
El acoso laboral machista, todavía hoy, está para denunciar. Situaciones como no responder a los informes enviados o a las propuestas presentadas, no convocar a las reuniones donde los temas a tratar son de su área de responsabilidad, pocas o ninguna respuesta más allá de una sonrisa, no dejar margen a la participación en la toma de decisiones, reuniones con voces autoritarias y formas posturales agresivas. O las contraordenes al equipo, retirar valadamente la responsabilidad ante la gestión del presupuesto o repetir una idea que hace sólo dos minutos ha dado y que ahora “él”, repite haciéndosela suya.
Este comportamiento machista puede ser constante o dilatado en el tiempo y a menudo es protagonizado por líderes que con el micrófono en la mano o con tuit rápido se declaran defensores de los derechos humanos de las mujeres.
Las diferencias entre las dos situaciones son muchas, pero coinciden que ambas son actuaciones machistas y que ninguna de los dos supuestos son denunciables, porqué están escondidas y todo es muy sutil