Johanna Sigurdardottir
Islandia tiene una historia que podría ser estudiada en las universidades y ampliamente discutida en la televisión como un ejemplo de superación de la crisis financiera, sin embargo, la mayoría de los medios de comunicación europeos le dan poca importancia, no fuera que otros quisieran imitarla.
Recordemos que hace tres años Islandia estaba al borde del abismo, en la quiebra, debido a algunos banqueros que -aburridos de la placidez del bacalao y del aluminio- se habían improvisado magos de la especulación financiera. Después de una breve euforia, llegó el colapso financiero, con la consecuente descarga del daño causada por un pequeño grupo de ambiciosos, sobre los hombros de la ciudadanía: una deuda de 3.500 millones de euros acumulados por los bancos con Gran Bretaña y Holanda, que debía ser pagado por 320 mil habitantes de la isla en 15 años, con una tasa del 5,5%.
La crisis fue tal que en 2008 el gobierno nacionalizó el banco más grande del país, esto no es nada extraordinario, porque la nacionalización de los bancos en ruinas también lo hizo Reagan, por ejemplo. La noticia comienza cuando las protestas populares deslegitimizan al gobierno, cuando el nuevo gobierno abrió una investigación sobre las cuentas de los bancos y los banqueros estaban en la cárcel, cuando, en marzo de 2010, el 93% de la población decidió en un referéndum que no quería pagar la deuda excesiva causada por la ambición de algunos banqueros.
Imagínense si todos los países, en lugar de pagar deudas en silencio de los gobiernos corruptos, exigieran la auditoría de la deuda, como lo hizo años atrás, por ejemplo, Ecuador, para negociar con éxito la gestión de parte de su deuda externa.
El proceso islandés ha sido aún más innovador en democracia directa para conseguir una nueva Constitución (que debe ser aprobada por el actual Parlamento), a partir de las recomendaciones consensuadas en las diferentes asambleas del país, y recogidas por un comité de 25 ” sabios i sabias ” elegidas entre 522 candidaturas no políticas.
El resultado de estos cambios ha sido una notable mejora en la situación económica, que ha recibido el reconocimiento del Fondo Monetario Internacional. La moneda se ha devaluado para promover las exportaciones, las cuentas públicas se han reorganizado, el desempleo ha disminuido.
Sin embargo, no todos los medios de comunicación que han seguido los acontecimientos en Islandia, han observado un detalle significativo, como lo hicieron los primeros el británico Financial Times, y luego El País: que tras el delirio de omnipotencia de los banqueros hombres, fue confiada a las mujeres la tarea de limpiar los escombros de la orgía y con la limpieza hacer brillar las ventanas del país. El primer ministro fue sustituido por la primera mujer jefa de gobierno en la historia de Islandia, Johanna Sigurdardottir, lesbiana y casada. Además las mujeres constituyen la mayoría del Consejo de Ministros, con 5 Ministras mujeres y 4 Ministros hombres. Fueron despedidos los directores generales de los bancos que eran hombres; ha cambiado el nombre de la entidad y han colocado mujeres directivas, lo mismo ha pasado en la administración de las empresas, incluida la famosa Rio Tinto Alcan, la primera industria del aluminio.
¿Cuáles son las palabras clave de liderazgo femenino? El primero es la sostenibilidad.
Ya basta con el espejismo del enriquecimiento rápido. Tenemos que pensar en el futuro, en un desarrollo con una base sólida. Y después tenemos que ver la justicia, que los sacrificios necesarios para ordenar la economía no recaiga sobre los hombros de las mujeres y de las personas más débiles.
Otra cuestión crucial: ¿qué debería producirse Islandia? mientras que los hombres dan importancia a los sectores “pesados”, como las minas, las mujeres descubren que las industrias culturales y creativas, pueden ser tan rentables como el aluminio para la economía islandesa … y esto es realmente una sorpresa para todo el mundo.
En Islandia, en el ámbito de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, las mujeres, incluso antes de la revolución pacífica de los últimos años, han ocupado el primer lugar en el mundo, según el Fondo Económico Mundial sobre igualdad de género, pero es sólo ahora que han adquirido la autoridad de entrar en el corazón del poder. Finalmente, se puede revertir la idea que se extendió a partir de Margaret Thatcher en adelante, que las mujeres dirigentes deben pensar y actuar como hombres. Ahora la gente está reconociendo que es preferible una forma diferente de pensar, la femenina. Aunque no todos los problemas han sido resueltos, y el nivel de vida es menor que antes de la crisis, la recuperación está en marcha en Islandia. Prueba de ello es que se ha reanudado la construcción de una gran sala de conciertos, interrumpida por la crisis. Un edificio que lleva mucho colorido para alegrar las largas noches del Ártico. Nueva música pues y esperanza en los corazones de la ciudadanía islandesa.
