Isabel Franc acaba de escribir -y coordinar un ensayo sobre el humor, más concretamente sobre las humoristas, las invisibles, las silenciadas.
Y lo ha hecho dando voz a las expertas: expertas en teatro, cine, clown o cómic pero también en poesía, pintura o glosa, aparte de un estudio a fondo sobre las mujeres creadoras de humor, su papel en la historia o mejor dicho, la historia de su invisibilidad. Como la misma autora dice, «un conato de genealogía» hecha entre todas, sobre aquellas que no han sido nombradas ni leídas y que han existido. Nombrar y sacar de la invisibilidad las mujeres es ardua tarea de la historia, de muchas historiadoras -pocos historiadores- y de profesionales de todos los sectores.
Son mujeres como la cineasta Alice Guy -que ya conocemos por la gran labor realizada en la recuperación de las pioneras del cine desde la Muestra Internacional de Filmes de Mujeres de Barcelona-, Lea Giunchi o Mabel Normand, que Nadia Pizzutinos destaca y nos subraya la vertiente cómica.
El teatro y el cabaret que nos descubre Teresa Urroz destacando nombres como Julia Lajos o María Gámez, Julia Caba Alba o Mari Santpere, por citar algunas, pero el listado es interminable, porque posiblemente no puede acabarse y todavía faltarán muchas. Y leyendo Urroz recuerdo del cabaret satírico de una de las clásicas de quien ya es difícil de encontrar obra editada: Maria AurèliaCapmany y su cabaret satírico.
Y qué decir del cómic, aquí ilustrado por Josune Muñoz, que hace un repaso de las mujeres creadoras de humor y cómico que son desconocidas, como Machiko Hasegawa, creadora de una tira diaria, o Margen Henderson, creadora de Little Lulu, o Ignazia de Zabalo, creadora de hsitorietas humorísiticas costumbristas euskaldunes. Perfectas desconocidas, como las que recupera al arte de vanguardia Elina Norandi o las bertsolaris que recupera Uxue Alberdi, las poetas humorísticas que nos presenta a María Castrejón o las clowns de Virginia Imaz. Nombres y nombres recuperados, mujeres que hacían reír y transgredían la sociedad.
Y es, esta transgresión que provoca el humor de las mujeres, lo que me interesa especialmente del libro, en como a las mujeres se nos ha reprimido la risa y la capacidad de crearla, como se nos ha reprimido el humor y se nos ha impuesto, con normas sociales, la rigidez y el dogma identificando el humor con el pecado. Y se nos ha reprimido el humor igual que se ha hecho con la creatividad, la sexualidad, el deseo o igual que se han menospreciado nuestras aportaciones y se nos ha vetado el poder o se nos ha restringido el acceso a la educación, el mercado de trabajo o el salario igual a trabajo igual.
¿Por qué es el humor peligroso? ¿Por qué se niega y se combate? Franc nos responde: «el fanatismo desprecia el humor, se siente agredida por el, ya que Pone en evidencia el que Tiene de ridículo y grotesco y le resto poderio. Y entónces responde con la barbarie. Y resulta que una de las formas más potentes de combatir la barbarie es, Precisamente, el humor ».
Y las mujeres y los hombres reímos diferente y de cosas muy diferentes y, por tanto, no encajamos en los estándares “universales” que nos imponen los engranajes sociales sistémicos. Si ya el humor es en sí mismo una energía positiva que conduce al cambio, en manos de las mujeres el humor empodera y este empoderamiento carga contra la intolerancia y el radicalismo propios del patriarcado, que nos niega la risa y el vivir.
Título: Las humoristas. Ensayopoco serio sobre mujeres y humor
Autora: Isabel Franc (ed)
Editorial: Icària