Una mujer en la puerta de su casa con la cara hinchada y un ojo morado. Hoy el izquierdo, mañana el derecho. Este recuerdo es de mi infancia, de una mujer real. Oía decir a las vecinas o incluso a mi madre: “Su marido la pega por esto… o por lo otro”.
Todo el mundo lo sabía. Todo el mundo lo veía. Ella no se ocultaba. Pero su dolor no contaba. No se nombraba. Y lo que no se nombra no existe. Supongo que nunca denunció a su marido. Ni cabía en su cabeza que podía hacerlo. Esas palizas no sumaban datos a los índices de delincuencia.
Años más tarde, Miguel Lorente escribió un libro cuyo título lo dice todo. ‘Mi marido me pega lo normal’. A mi vecina su marido le pegaba lo normal. Y el vecindario, la sociedad, aceptaba que le pegaba lo normal. Y nadie pensaba que aquel hombre fuera un monstruo. No, era un trabajador a los ojos de todo el mundo.
No fue asesinada. Pero fue anulada en vida. Y su dolor no contaba. La recuerdo en sus últimos días, en la oscuridad de la habitación de un hospital. Tenía un cáncer hepático o una cirrosis.
Ella era el retrato vivo de las consecuencias de la normalización de la violencia machista. Estaba tan a la vista y nadie la veía. Nadie señalaba el crimen.
Las mujeres víctimas de estos crímenes inexistentes a los ojos de la sociedad perdían su vida como nuestra vecina o eran asesinadas, algunas han desaparecido sin dejar rastro. Fue en 1997 con el asesinato de Ana Orantes, una mujer que denunció en una televisión andaluza la violencia que sufría por parte de su exmarido, cuando empezamos a pensar de forma colectiva que algo sucedía que no era normal.
Desde 2003 se cuentan en España los asesinatos machistas. Desde 2004 contamos con una ley integral de protección contra la violencia de género. Y fruto de esta ley hay unas penas que agravan la violencia de los hombres sobre las mujeres cuando se ejerce en el ámbito de la pareja o expareja.
Las cifras son necesarias para tener un retrato del problema y para que periodistas y medios de comunicación puedan enfocarlo con veracidad y rigor. En España, la violencia de género ha alcanzado la categoría de asunto de Estado y se ha materializado en un pacto del que solo se ha apartado, en su renovación, el partido de extrema derecha Vox.
Gamag Europa, organización que trabaja por la igualdad en y a través de los medios de comunicación, ha detectado que la visibilización de la violencia machista está estrechamente ligada a cómo el Estado, las comunidades autónomas y todos los poderes públicos están posicionados ante el problema y lo recogen en informes y estadísticas.
El caso de España se puede decir que es único en el contexto de la Unión Europea y países que sin ser UE están en el ámbito del Consejo de Europa, como pueden ser Reino Unido y Rusia, por motivos bien distintos.
Gamag Europa, con motivo del 25N de 2021, elabora un posicionamiento para instar a la Comisión Europea y al Consejo de Europa que establezcan mecanismos para armonizar la forma en que se recogen los datos sobre los datos sobre violencia machista. La UE es consciente de que es una asignatura pendiente.
El Eige (European Institut Gender Equality), con sede en Lituania, admite que “aún no se ha establecido una regulación supranacional sobre la recopilación de datos de violencia de género”. La Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA) señala en su informe de 2014 sobre la violencia de género en la UE, hecho a partir de 40.000 encuestas a mujeres de 27 países: “Dada la notable repercusión de la violencia contra las mujeres, resulta desafortunado que los responsables de la formulación de políticas y los profesionales en muchos estados miembros sigan teniendo que lidiar con una falta de datos exhaustivos”.
Entre los profesionales podemos incluir a periodistas que para ejercer bien su labor carecen de datos fiables. En España sabemos que en 2022 (hasta el 16 de agosto) han sido asesinadas por violencia machista un total de 28 mujeres y 1.158 desde 2003. El número de huérfanos por violencia de género asciende a 20 en 2022 y a 357 desde 2013.
Son cifras insoportables. Pero hay que mirarlas para erradicarlas. Además, desde enero de 2022 se contabilizan todos los feminicidios (asesinatos de mujeres por el hecho de ser mujeres). La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género acaba de revelar las primeras cifras de este: 19 mujeres han sido víctimas de feminicidios en España hasta septiembre.
Gamag Europa lleva al Congreso de AMMPE (Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras), que se celebra en Roma del 14 al 17 de septiembre, una ponencia en la que muestra la falta de armonización de estos datos con los casos concretos de España, Reino Unido e Italia y reclama medidas a la Comisión Europea. Esta investigación ha sido realizada por Fabiola Llanos, Noelia Martínez, Amada Santos, Lyubava Malysheva, Teresa Carreras Riera, Marta Ortiz Díaz y Ana Gaitero Alonso. Además, asistirán también a este encuentro otras personas vinculadas a Gamag Europa como Diva Criado y Lucía Morán.
Fabiola Llanos,Noelia Martínez, Amada Santos
Lyubava Malysheva, Teresa Carreras Riera, Marta Ortiz Díaz
y Ana Gaitero Alonso
Diva Criado
Esperamos que este foro, en la ciudad eterna, sea el punto de partido para que esta situación “desafortunada” no se convierta en eterna y las instituciones europeas se pongan manos a la obra para instar a los estados miembros a nombrar lo que existe con palabras y cifras.
Es hora de que dejen de mirar para otro lado. Las cifras son imprescindibles para poner rostro a la violencia de género. Y tomar conciencia de que hay que acabar con esta lacra desde la igualdad, no por ignorarla. Son cifras negras con rostros violeta.
