jueves 07 noviembre 2024

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Carmen Baroja, la hermana olvidada de Pío

carmen baroja

 

El mundo de la edición esconde sorpresas que rompen con la realidad de los best-sellers o con las librerías ocupadas por ejemplares en pugna por la atención del lector, sorpresas que se esconden tras sueños silenciosos y anónimos hasta que, un día, toman la forma de libro

La especial historia de amor que les voy a comentar tiene los ingredientes mínimos imprescindibles en toda obra literaria: editor, autora y contenido narrativo. El primero es Joaquín Ciáurriz, la segunda, Amparo Hurtado y el tercero es nada más y nada menos que Pío Baroja.

Ciáurriz descubrió al autor vasco a través de El árbol de la ciencia, novela semiautobiográfica que Baroja publicó en 1911. Le gustó su estilo, sencillo, directo. Le gustó el autor, su vida, su forma de pensar. Le interesaron los prejuicios creados en torno a su personaje. Empezó como lector empedernido para acabar como coleccionista hasta reunir 70 ejemplares de primeras ediciones, 200 monografías, artículos y obras completas. Ciáurriz, abogado, empresario, siempre quiso dedicarse a las actividades culturales, pero postergó ese deseo hasta alcanzar la jubilación. Y cuando llegó ese día juntó sueños, quiso dar otra dimensión a su casi obsesión por Pío Baroja, y creó una colección exclusivamente dedicada a ese autor, pero no para reeditar su obra sino para recoger diferentes opiniones y puntos de vista sobre el escritor, desnudar al autor del siglo XX con opiniones del siglo XXI y conseguir así la distancia suficiente para ofrecer, quizá, una nueva versión del personaje.     

Amparo Hurtado, doctora en Filología Hispánica, catedrática de Lengua y Literatura españolas, también traductora, se pasó años leyendo al autor vasco atraída por su prosa, tan alejada de Azorín o Unamuno a los que considera en exceso retóricos, interesada por su actitud y su visión anarquista de la vida, su técnica narrativa. Sus alumnos de bachillerato llegaron a asociar este entusiasmo con un cierto nepotismo literario, pensando que su profesora de literatura era pariente lejana de Andrés Hurtado, personaje de El árbol de la ciencia. Del interés por la obra literaria, pasó a estudiar la vida del escritor, la de su familia y su entorno, y en Los Baroja. Memorias familiares, libro publicado en 1972 por, Julio Caro Baroja, Amparo Hurtado encontró la figura de una mujer cuyo nombre la historia no había registrado adecuadamente, la hermana de Pío, la madre de Julio: Carmen Baroja (Pamplona, 1883 – Madrid, 1950).

Julio Caro citaba en su libro unas memorias y recuerdos escritos en los últimos días de su madre que Amparo buscó por todas partes, en bibliotecas, archivos y libros de viejo. No encontró lo que buscaba, salvo apariciones puntuales de Carmen en biografías de Pío. Al final, decidió tomar la vía más directa y se dirigió por escrito a los Caro Baroja que meses después la recibieron en su casa de Vera de Bidasoa, donde conservaban textos, poemas y otros escritos de su madre. Y también las memorias, aunque no fue fácil localizarlas. Era noviembre de 1993 y cinco años después llegó a las librerías Carmen Baroja y Nessi. Recuerdos de una mujer de la generación del 98, publicado por Tusquets. Llegados a este punto era casi inevitable que Ciáurriz, el editor dedicado a Baroja, y Hurtado, la autora descubridora de una ignorada hermana, se encontraran. La puesta en común de afinidades se produjo en el Ateneo Navarro en enero del 2017, donde la segunda  intervino como ponente en el primer reconocimiento público que recibía Carmen, la mujer que vivió a la sombra de sus hermanos, Pío y Ricardo, y cuya memoria, como la de tantas mujeres de su época, escondió el oscurantismo franquista.

La colaboración entre Ciáurriz y Hurtado se ha concretado en un pequeño volúmenes de la colección Baroja (& Yo), que hasta la fecha acumula veinte títulos donde conocidos personajes –Andrés Trapiello, Soledad Puértolas, Bernardo Atxaga o Eduardo Mendoza, entre otros– escriben sobre Pío Baroja, opinan sobre su vida y obra, la juzgan o la interpretan. Ninguno de ellos conoció al autor y solo el libro de Amparo Hurtado se escapa de la figura del escritor para centrarse en su hermana. Este volumen, de apenas cien páginas, es el complemento casi indispensable del libro de memorias de Carmen, la historia detallada del laborioso proceso de búsqueda de esos recuerdos, de su localización en la casa de los Caro Baroja y del trabajo de Amparo Hurtado para poner en orden escritos desordenados conservados en una vieja carpeta. Hermana querida, así se titula el volumen, de Ipso Ediciones, es también la recuperación de la figura perdida de aquella generación de mujeres cultas, feministas, fundadoras del Lyceum Club Femenino de Madrid que Serrano Suñer, a mediados de 1939, entregó a la Sección Femenina para convertirse en el Círculo Medina. Pero para entonces la historia ya había cambiado.

 

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