Clemencia Aramburu
Clemencia (Mencía) Aramburu, una antropóloga peruana con cuatro décadas de experiencia como coordinadora de programas de desarrollo en zonas urbano marginales de América Latina, conversa con La Independent.
Programas dirigidos a pueblos indígenas en la Amazonía y los Andes, con especial énfasis en la Mujer, ejecutados por UNICEF. Clemencia Aramburu es una profesional con una gran sonrisa cálida y un talante decidido.
Reflexionamos con ella sobre los cambios más impactantes que ha observado en estas décadas en Centro y sur América en la vida de las mujeres, y
¿Cuáles los mejores resultados obtenidos en los programas de cooperación que tuvo a su cargo?
En Nicaragua, donde trabajé entre 2004 y 2007, las mujeres habían luchado como soldados al lado de los hombres, teniendo un rol fundamental en la caída de la dictadura de Somoza, y esto había contribuido en algo a cambiar el rol de las mujeres en la sociedad. Asistí al florecimiento de una clase intelectual con más mujeres en política, arte y colectivos. Pero la sociedad se mantenía desigual, con pocos ricos y muchos pobres, y este nuevo aire no llegó hasta el sector popular, donde el varón mantenía un dominio absoluto. Muchas mujeres se embarazaban para retener un hombre a su lado y cuando ellos se marchaban, ellas tenían que mantener a sus hijos, a veces de diferentes padres, terminando hostigadas por sus vecinos.
En cuanto a las leyes sobre reproducción y aborto – como han reportado a la Independent otras profesionales nicaragüenses – se registra situaciones muy graves. Por ejemplo, el médico que ayuda una mujer a abortar, por cualquier razón, es sancionado con 4 años de prisión, mientras si un hombre pega una mujer provocándole el aborto, o la muerte del bebé, tiene una pena de solo 9 meses. Otro problema no resuelto por el Estado.
¿Qué hacer con todos estos niños y niñas no queridos? ¿A dónde van?
Las instituciones son pésimas, las adopciones difíciles, el Estado debería garantizar familias sustitutas, cuando hay posibilidad, familias de remplazo o casas SOS.
Bastante diferente es la situación de los países andinos-amazónicos como Ecuador, Perú o Bolivia, donde se han dado fuertes cambios, menciono algunos: la gran migración a la ciudad, la visibilización del rol económico de la mujer, el aumento de mujeres solas que se hacen cargo de la familia.
En Lima se han formado organizaciones de mujeres pobres muy activas en los temas de sobrevivencia, buscando donaciones de alimentos y cocinando en comedores populares almuerzos para centenares de personas. Así han logrado salvar la vida a los más vulnerables, como ancianos, ancianas, niños y niñas enfermizos. Al comienzo podían ser solo tres mujeres con una cocina a gas bajo una estera, cocinando en tres ollas para decenas de personas (algo que siempre dejaba estupefactos a observadores y observadoras extranjeras); después, poco a poco, las mujeres organizadas recibieron alguna formación y reconocimiento social. Esto ha contribuido también a que a nivel legal se dieran mejoras en el derecho de familia y en los derechos reproductivos, fruto de años de lucha.
Bartolina Sisa
También mencionas a Bolivia, ¿allí cuál es la situación?
En Bolivia tiene mucha relevancia el movimiento de las mujeres indígenas que toma el nombre de una heroína local Bartolina Sisa, esposa de Túpac Katari, virreina del Inca y también combatiente en contra el dominio colonial en el siglo XVIII. Se trata de mujeres fuertes, luchadoras, con una resistencia a toda prueba, siendo un ejemplo su participación en las movilizaciones indígenas para reclamar derechos, con marchas de centenares de kilómetros hacia la capital.
Por lo que vi, nunca ‘las Bartolinas’ han entrado en confrontación con los dirigentes hombres, pues la solidaridad de clase prevalece sobre el tema de género. En el campo, la situación de la mujer está todavía condicionada por los roles tradicionales, pero cuando las mujeres adquieren poder económico como acopiadora de papas, de minerales o con el contrabando, hemos observado que muchas veces actúan como los hombres, por ejemplo, explotando a niños y niñas campesinas, sus parientes. El trabajo infantil es muy difundido y culturalmente aceptado (es motivo de orgullo haber trabajado desde niños), pero se vuelve un problema cuando obliga a niños y niñas a dejar la escuela, como en el caso de los trabajos estacionales. Por eso UNICEF trata de estimular al gobierno boliviano para que adecúe las leyes del país a los tratados internacionales, creando las condiciones para que niños y niñas, migrantes por trabajar en las cosechas, puedan inscribirse en las escuelas locales, y tener acceso a los servicios de salud. Sabemos que es un esfuerzo a largo plazo”.
¿Cuál consideras tu experiencia de trabajo más exitosa?
Hemos tenido grandes satisfacciones cuando mujeres pobres y sumisas tomaban conciencia de su valor y se realizaban en las organizaciones sociales, como en Perú, o se les reconocía el derecho a dar a luz según sus tradiciones, con parto vertical, como en el norte del Perú. Sin embargo, el programa más ambicioso que ha representado por varios años de mi vida un constante desafío cotidiano ha sido PROANDES, un programa que abarcaba 11 temas, desde Salud, Servicios básicos, Gobernabilidad, Educación Bilingüe Intercultural, Ingresos y micro créditos, a Derechos Humanos y Comunicación, y se ha realizado en cinco países andinos entre ’89 y ’92.
Cuando yo llegué comencé con coordinar los servicios públicos a nivel de cuenca, creando Comités de Gestión Local, o “Mesas de concertación sobre la Pobreza”. Un gran problema era la baja formación o falta de interés de los funcionarios locales, salvo excepciones. Por eso hicimos una especie de revolución, incluyendo la presencia de mujeres, sí, estas mamitas de trenzas y polleras de colores vivos, siempre cargadas de trabajo y de hijos, involucrándolas en las decisiones y en el control de la transparencia de las cuentas. El mismo gobierno del presidente Alejandro Toledo en Perú, implementó este sistema de Mesas de concertación a nivel local, regional y nacional, que existen hasta ahora, pero no siempre están vinculadas al presupuesto, por lo tanto sus resultados son desiguales.
Dones amb la collita de papa.
¿Cuál fue el efecto de esa participación femenina?
Muy importante, como se sabe, es el tema económico. Cuando una mujer se demuestra a sí misma como capaz de manejar el dinero, adquiere automáticamente más poder. En los barrios urbanos, después de haber aprendido a hacer frente a la crisis, ahora vemos más mujeres micro empresarias, más alcaldesas, más activistas en las asambleas. Las ONG feministas siempre han trabajado el tema de la autoestima y como enfrentarse a la violencia, que puede aparecer, sobre todo en el campo, cuando la mujer se sale del guion tradicional.
Una estrategia que ha funcionado muy bien en PROANDES ha sido la del micro crédito, basado en la responsabilidad colectiva de grupos de 8-10 mujeres, que cumplieran algunos requisitos, como registrar los hijos, tener carnet de vacunas y enviarlos a la escuela. Hubo un porcentaje bajísimo de morosidad. En un programa que preveía 3 millones de euros de inversión, la Fundación de la Reina Sofía aportó 120.000 euros. Cuando ella vino de visita para ver cómo funcionaba el programa, la llevaron en helicóptero a Paruro, una localidad en las alturas del Cuzco, donde vuelan los cóndores.
Las mujeres andinas llegaron de todas las comunidades con sus carteles de los comités de crédito, sus trenzas y sus sombreros decorados con flores. Una señora llegó con una gran canasta de pan y le dijo: “Su Majestad bienvenida, compré harina con el préstamo y vendo mis pancitos, con eso he comprado cosas para mis hijos”.
Esta fue la vez que la reina me llamó a parte, preguntándome sobre mi trayectoria de trabajo, y se sorprendió. “¿Qué hace aquí entonces, con sus títulos? “Es que sirvo a mi país”, le respondí. “Y estoy orgullosa de esto”.
Ya estás jubilada…
Sí, pero el programa sigue, relevado por ONGs, con un sistema de préstamos en dólares con los mismos intereses bancarios, pero dando gratis capacitación y asistencia técnica a las mujeres sobre mejoras productivas o crianza de animales. Y las mujeres siguen haciendo multiplicar “panes y peces”. Pequeñas cifras por grandes resultados.