OPINIÓN
Después de la gran movilización del pasado sábado en Madrid, como despertando de un largo letargo, el PSOE se reclamaba como “la izquierda seria de este país”
Muchos de sus votantes pensaban que – por fin y en sintonía con la gran demanda que hay en la calle- éste era un indicio de que permitiría conciliar los partidos políticos de carácter tradicional con la ciudadanía y lo que le preocupa cada día. No obstante, como si fuera un espejismo, esta sensación se desvanecería en nada porque -tan sólo en unas horas- rebrotó ese sentido de estado que prima a los que se consideran alternativa de gobierno aunque sea pisando derechos fundamentales, por encima de los principios que inspiran la misma izquierda.
Más leyes regresivas
El PP acababa de aprobar nuevas leyes que suponen más retroceso aún en relación a los derechos y libertades que un día lograremos no sin luchas y sacrificios: Wert quiere reducir la duración de las carreras universitarias porque -asi- deberán completar en másters que sólo podrán pagar unos cuantos y -además- supondrán más negocio para las empresas que se dedican; y por otra parte -bajo la excusa del terrorismo yihadista- validarán la decisión del gobierno del PP de introducir la figura de cadena perpetua que pensábamos era incompatible con la constitución (tanto que esgrimen la constitución como fortín de donde no se ‘n puede salir ni jota …).
El terrorismo, la gran excusa
La excusa es la amenaza terrorista que sufrimos el mundo occidental, y hay que preguntarse si esta es una medida eficaz y necesaria. En un artículo publicado en El País por la periodista Rosa María Artal, se pregunta en qué medida es diferente del Estado Islámico de lo que siempre ha sido y ha querido hacer Al Qaeda, porque la nuestra es una sociedad que resistió el impacto dramático de una matanza como la del 11M sin adulterar el sistema de libertades ni propiciar la venganza como bastardo sustituto de la justicia. Entre los muchos sectores de nuestra sociedad que han criticado este pacto tenemos los Jueces y fiscales progresistas, que consideran que no es acertado apoyar -aunque sea indirectamente- que se revise la prisión permanente, dado que supone una “renuncia” a los principios del ordenamiento jurídico.
La situación en Oriente medio, siempre detrás
Siempre que busco información de fondo de este tema busco las luces de mi amiga Nazanin Amirian y encuentro muchas: tras el ataque terrorista en la revista Charly Hebdo CNN emite un vídeo en el que un hombre -a pesar llevar colgada una bandera del Estado islámico- en reivindica la autoría en nombre de Al Qaeda de la Península Arábiga; más tarde, un grupo fundamentalista Yemen vence, con sus dagas y rifles a un ejército entrenado y equipado por EEUU y Arabia Saudí durante tres décadas, logra rodear el palacio presidencial; se producen una serie de enfrentamientos entre las fuerzas rebeldes y las de EUiA. Se da a conocer la muerte del rey Abdullah de Arabia (no se sabe cuando murió) dimite el presidente Hadi y su gobierno. Comienza la guerra entre las tribus suní y la milicia chiita. EEUU envían dos buques militares en las costas de Yemen. Ocupar Yemen sería de nuevo para los sectores más belicistas de EEUU: la de tirar drones en lugar de enviar tropas. La Península Arábiga, concluye Nazanín, al igual que el resto de Oriente Medio, a la deriva. En el horizonte, ante el estupor la impotencia de su gente, sólo se vislumbran más guerras infernales.
El negocio de la guerra, primero es lo primero
Esta situación me cuadra con el panorama internacional que tenemos, el de confrontación mundial por intereses bélicos inconfesables: el control de los recursos energéticos y el interés permanente de nutrir la industria armamentística promoviendo la guerra partes. Porque aún hoy, mientras se recortan salarios, pensiones y derechos sociales, se destinan cada día 45,27 millones de euros para mantener la estructura militar, un dinero que aliviaría enormemente la situación de crisis y pobreza de nuestra sociedad, un dinero que servirían para hacer posible un futuro mejor no sólo para la población de nuestro país, sino también para la de aquellos países donde la inmigración es el único recurso que queda en la población.
Ayer, hoy y siempre: No a la guerra
Quizá por eso no queremos aceptar la ley mordaza que restringe el derecho a manifestación, quizá por eso quieren volver a la revisión de la prisión permanente, quizá quieren evitar que volvamos a salir a la calle para alzar nuestro grito contra la guerra … Pero yo ya tengo listas las cacerolas: ninguna excusa para la confrontación entre iguales: NO A LA GUERRA.
