Los ataques con ácido son una de las formas de violencia de género más crueles y difíciles de superar. Además de la huella psicológica, las secuelas físicas son irreversibles y condicionan de por vida a sus víctimas. En Bangladesh, Ayuda en Acción trabaja para que puedan rehacer sus vidas con dignidad y tengan apoyo psicológico permanente, mientras concienciamos a la sociedad para intentar evitar futuros casos.
Los rostros de la violencia
Las cifras hablan por sí solas. De los más de 3.000 casos de ataques con ácido registrados en Bangladesh desde 1999 por la Acid Survivors Foundation, más de un 80% fueron causados a mujeres y más de un 90% perpetrados por hombres. Más de la mitad de los ataques están relacionados con el rechazo de propuestas de matrimonio, aproximadamente una cuarta parte a violencia de género y marital o incluso del entorno familiar, poco más de una décima parte responden a disputas por el control de tierras y apenas un dos por ciento a rechazos sexuales. Muchísimos casos son anónimos, pero otros muchos tienen nombre y apellido y son un fiel reflejo de las principales causas expuestas y documentadas en el mundo.
Helena Khanom (21 años) y Nur Banu (28 años) fueron atacadas con ácido porque sus maridos exigieron una dote años después de casarse con ellas y no pudieron afrontarla. Gonga Dashi (46 años) fue rociada con ácido al rechazar una propuesta de matrimonio de un vecino. La familia formada por Nurul Islam (30 años), Khodaja Khatun (25) y Sonali (11) sufrió una agresión mientras dormía debido a una disputa por el control de tierras hace poco más de diez años. Sonali apenas contaba 18 días. Nargis Khatun y Sofura Khatun (ambas 36 años, comparten apellido no son hermanas), también fueron atacadas por una disputa sobre la propiedad de tierras en el seno de su propia familia. Purnima Mandol (28 años) recibió malos tratos por parte de su marido y familia política y fue agredida por denunciarlo ante la ley.
“Más de un 80% de los ataques fueron causados a mujeres y más de un 90% perpetrados por hombres”
Estas son algunas de las más de 200 víctimas acogidas bajo el programa de Prevención de la Violencia con Ácido, a las que prestamos apoyo desde 2004 a través de ActionAid y SODESH, nuestros socios en Bangladesh. Común a todas ellas, el haber sido tratadas durante uno o dos meses en la unidad de quemados con ácido del hospital especializado de Dacca y haber recibido, junto a sus familias, apoyo psicológico permanente. Algunas han recibido además donaciones económicas para que sus hijos/as puedan asistir a la escuela o para que puedan rehacer sus vidas con dignidad, y casi todas participan regularmente en grupos de trabajo con otras víctimas, donde comparten sus experiencias, se brindan apoyo mutuo y emprenden acciones conjuntas para luchar contra esta forma de violencia.
Uno de los principales objetivos de este programa, además del apoyo médico, psicológico o económico a las víctimas, es sensibilizar a la sociedad como medida fundamental en la prevención y erradicación de este tipo de ataques. Para ello, se han creado comités de vigilancia en cuatro distritos del país con la intención de que la propia comunidad se implique en evitarlos o denunciarlos, y se trabaja para que haya un férreo control en la compra de estos componentes químicos.
Además, existe una enorme brecha legal que deja casi desamparadas a las víctimas de ataques con ácido, pues a pesar de que el gobierno bengalí ha establecido durísimas penas para los agresores, muchos salen de la cárcel bajo fianza pasados unos meses y los casos se terminan desestimando. A la mayor parte de víctimas, mujeres principalmente, sólo les queda la impotencia, hecha cicatriz. Una huella irreversible con la que lidian diariamente, pero también un motivo que da sentido a nuestro trabajo, enfocado a facilitar su reinserción social, brindarles el apoyo necesario y un futuro digno.