Varias periodistas mostraron su indignación por el tratamiento informativo dado a lo ocurrido en Santa Coloma, Barcelona, hace algunas semanas, cuando una mujer habría matado a su hija e hijo, por lo que la Asociació de Dones Periodistes de Catalunya (ADPC) se planteará si corresponde elevar la queja al Consell de la Informació de Catalunya, informó la presidenta de la entidad Carolina Barber.
En un acto realizado por la ADPC, en el Col·legi de Periodistes de Catalunya (CPC), donde se presentó un informe sobre los avances y retrocesos en el trato informativo hacia la mujer, varias participantes señalaron su enfado por el caso en el que se habrían cometido “errores de libro”.
Marta Corcoy, periodista y parte de la ADPC, que también se mostró contraria al trato dado por los medios a la noticia, señaló que “todo deriva de las prisas, la inmediatez de la información y sobretodo la falta de agilidad de las instituciones que pueden ser muy útiles a la hora de ayudar al periodista a documentar mucho mejor la pieza informativa”.
Al final de la primera semana de abril, el hecho violento fue destacado en varios medios de ámbito español y catalán porque, se entiende, era una noticia poco habitual. En el tratamiento informativo que se dio a lo ocurrido habrían incumplido muchas de las recomendaciones dadas para cubrir este tipo de situaciones por la ADPC y el CPC.
La noticia ocupó por varios días espacios importantes en la mayoría de medios del estado Español, como El País, La Vanguardia y El Mundo, entre otros, y también en Bolivia donde hubo eco de lo ocurrido, con el mismo tono informativo de sensacionalismo, suceso o crónica roja.
Los fallos
Las dos periodistas consultadas señalaron que, aunque aún se debería hacer un análisis en profundidad, estarían de acuerdo en que algunos de los aspectos en que muchas de las publicaciones fallaron en la aplicación de las recomendaciones son los siguientes:
Se violó la presunción de inocencia. Se asumió la culpabilidad de la mujer sin mediar juicio y sin que una autoridad competente lo señale.
No se consultaron fuentes expertas ni oficiales. La información fue recabada básicamente de vecinas y vecinos. El mismo El País afirma que había “versiones para todos los gustos”.
También es fuente el marido, padre de las víctimas, y que, según el vecindario y no la policía, habría sido denunciado por violencia machista.
Es la vecindad y el propietario de la vivienda quienes informan que la familia estaba a punto de ser echada de la casa por no haber pagado el alquiler, dato dado para mostrar el estado de nerviosismo de la mujer y que no contextualiza una situación difícil en la que, por ejemplo, muchos españoles y españolas se encuentran y por la que, como preocupante hecho social, se registran cada vez más suicidios.
“Parece un claro caso de síndrome de Medea”, afirma La Vanguardia, sin que lo señale una persona profesional en la materia, como posible causa de la actuación de la mujer, motivada por los celos y el despecho.
Se utilizaron calificativos al referirse a la mujer, como “la parricida de Barcelona” (La Vanguardia), y se dieron detalles sobre ella que no tenían otra razón de ser que establecer una imagen más dramática, como que ella era coja (El País). ¿A quién le importa y qué tiene que ver su cojera en el desarrollo de los hechos?
Se vulneró el derecho a la intimidad al identificar a la familia con fotografías de la casa, dando la dirección de la vivienda y señalando dónde estudiaban las víctimas.
Se menciona constantemente a “la madre”, lo que redunda en la culpabilización de la mujer porque hay cosas que una madre no hace y no debe hacer.
Se menciona en la mayoría de los casos que la familia es boliviana. Las recomendaciones son no decir la nacionalidad ya que ese dato no aporta información relevante y sólo contribuye a estigmatizar a sus compatriotas dentro de la comunidad y generar xenofobia y racismo.
Se trata el caso como un suceso o crónica roja, algo extraordinario que se presenta con excesivos detalles innecesarios de dramatismo. Las periodistas lamentaron que lo hayan hecho medios que habitualmente realizan un tratamiento cuidado de estos temas.
Las fuentes lo ponen difícil
“Hay demasiada burocracia y rigor administrativo en los gabinetes de prensa. Esto lo saben los y las periodistas y, ante la necesaria rapidez que pide la actualidad y también ahora las redes sociales que desbordan los cauces tradicionales de informar, elaboran la noticia con las primeras fuentes que encuentran cercanas que acostumbran, en estos casos, a ser el vecindario, las fuerzas de seguridad y los servicios sanitarios”, justificó Corcoy.
Luego agregó que “de todas maneras, esta necesidad de agilidad en proporcionar una primera información del hecho noticiable no debería ser obstáculo para que al día siguiente se pudiera elaborar otra pieza más documentada y contrastada. Esto creo que no se hizo o se hizo poco”.
“La primicia informativa ya no existía o bien por las dificultades del tema. Muchas fuentes no lo ponen fácil”, dijo.
Barber recordó que ante los comentarios de rechazo al tratamiento de la información, una de las periodistas propuso que se haga un reclamo por lo que “tenemos que sospesar dicha petición, recoger documentación y comentarla con la junta. El caso lo llevaríamos al Consell de la Informació de Catalunya”.
