Debo reconocer que cuando escribo estas líneas me siento asustada después de haber escuchado unas cifras de una encuesta del CIS, según las cuales el cuarenta y cuatro por ciento (44%) de los hombres consideran que la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres en el Estado Español ha ido tan lejos que ahora quienes se sienten discriminados son ellos. Pero lo más preocupante de todo es que el cincuenta y uno por ciento (51%) de los jóvenes entre dieciséis y veinticuatro años apoya abiertamente esta tesis de la discriminación masculina por parte de las mujeres. Me resulta francamente alucinante.
Por último, mi amiga Tere me hace reunir un artículo de opinión publicado por la única consellera del partido ultraderechista en el Gobierno valenciano y publicado en un medio conservador donde habla de la defensa de un feminismo que incorpore “perspectivas y soluciones que incluyan la sensibilidad femenina: esto es desde el mundo femenino. Y hablar del mundo femenino significa quitar siempre consigo el mundo familiar: La familia”.
Las dos grandes huelgas feministas del dos mil dieciocho y dos mil diecinueve les hicieron ver las orejas al lobo y pudieron comprobar cómo el lema que se reivindicaba en la primera huelga y que decía “Si las mujeres paramos el mundo se para” era cierto .
Y quiero recordar que, a pesar de la tibieza de los grandes sindicatos al convocar sólo paros de dos horas, la gran mayoría paramos las veinticuatro horas y las plazas y calles de los pueblos y las ciudades se llenaron de voces de mujeres pidiendo una larga lista de reivindicaciones que acabaron con las desigualdades que todavía sufrimos en todos los ámbitos incluso dentro de las familias. Un ámbito en el que precisamente no sólo es una fuente de conflictos, también es el escenario de gran parte de los asesinatos de mujeres y niñas o feminicidios.
Mi señora madre es una gran aficionada a los dichos y tiene muy buenos, pero hay uno que me viene al pelo y es el que dice que “El que debe, algo teme”. Y en ese caso me viene al pelo porque el miedo que están demostrando es muy evidente. El miedo a la pérdida del poder tradicionalmente en manos masculinas. Y cuando hablo de poder refiero a toda clase de poder: político, económico, de autoridad familiar y comunitaria, etc.
Sólo se puede entender esta ola negacionista desde ese miedo a la pérdida del poder y de los privilegios tradicionalmente heredados sólo por haber nacido hombres.
Y claro, las mujeres hemos dicho alto y claro que ya basta de opresiones y privilegios a costa de nuestro silencio, nuestras vidas o nuestra sumisión a los mandatos patriarcales. Y les ha hecho daño a quien pensaba que ese orden patriarcal era eterno. Pues ven que no, que no lo es. Que aquí estamos las mujeres, herederas de grandes luchadoras y al mismo tiempo, también luchando desde un feminismo radical que va a la raíz de los problemas para solucionarlos, también desde la raíz.
Señora consejera, las que tenemos una larga trayectoria sabemos de lo que hablamos cuando hablamos de la necesidad del feminismo radical. ¿Y sabe por qué? Porque somos muy conscientes de que nos asesinan por ser mujeres. Y porque sólo en un año, concretamente el pasado, asesinaron a cien mujeres y niñas, sólo por serlo. Y muchas de ellas, dentro de la misma familia.
Le agradeceríamos que, desde su cargo institucional, fuera más cuidadosa con sus palabras y fuera algo más empática con las familias de todas estas víctimas.
También tengo que decirle que nada espero ni de usted, ni del partido que representa.