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El 20 de juny s’ha celebrat a nivell internacional el dia de les persones refugiades. A ONU Dones han volgut ressaltar en aquesta commemoració, els èxits aconseguits en diferents països d’Àfrica. Un d’ells ha estat Tanzània.
Minani Korotirida va trobar una segona llar al campament per a persones refugiades de Nduta després d’escapar de la seva ciutat natal a Burundi a finals de 2015. Foto: ONU Dones / Deepika Nath.
Una de les dones africanes que ha compartit i s’ha beneficiat d’aquest projecte amb altres dones, és Minani Korotirida, ja que segons ella va trobar una segona llar al campament per a persones refugiades de Nduta, després d’escapar de la seva ciutat natal a Burundi a finals de 2015 .
També una altra dona a tenir en compte és Seraphine Mpawenayo, de 38 anys. Serafhine el setembre de 2015, va caminar més de 60 quilòmetres amb el seu marit i els seus sis filles i fills per arribar a la frontera de Tanzània des Rutana, (Burundi). La família, fujia de la creixent violència en el seu llogaret natal, instal·lant-se al campament per a persones refugiades de Mtendeli.
Des 2016, Onu Dones està donant suport a l’International Rescue Committee (IRC), que està realitzant capacitació i serveis a través dels centres de dones de Nyarugusu, Nduta i Mtendeli. En aquests tres centres, es troben albergades més de 500.000 persones refugiades, fugides dels països veïns: Burundi i la República Democràtica del Congo. Compta amb Finançament del Fons Central per a l’Acció en casos d’Emergència (CERF) de Nacions Unides, també compta amb el suport del Govern Noruec.
Segons Hodan Addou, representant d’ONU Dones a Tanzània. “Els centres de dones ofereixen un entorn segur i propici per crear xarxes de contactes y suport. També sosté que “Les dones i les nenes refugiades tenen un paper essencial en la reconstrucció post conflicte i en el restabliment del teixit social de les seves comunitats”, “Els centres de dones ofereixen un entorn segur i propici per crear xarxes de contactes i ajuda mútua “en aquest centre, Seraphine ha pogut desenvolupar el seu esperit emprenedor, va posar en pràctica els seus coneixements sobre la gestió de petits negocis, aplicant-ho en un dels centres recolzats per Dones ONU. En molt poc temps va assolir grans habilitats per a confeccionar roba posant en pràctica els seus coneixements de noves tècniques, “Em fa molt feliç veure que la gent faci servir la roba que jo he confeccionat”, comenta Seraphine. Un dels seus somnis, és poder obrir una botiga de moda fora del campament.
Una mujer teje un cesto en el campamento para refugiados de Nduta. Fotografía: ONU Mujeres / Deepika Nath
Junto a Seraphine, se han consolidado un grupo, de momento, de diez mujeres refugiadas, se reúnen periódicamente, todas forman parte de este proyecto de confección de ropa. Han conseguido sentirse empoderadas, siempre ayudándose unas a otras para conseguir sus objetivos, se transmiten los saberes, y se dan apoyo y ayuda muta. Con lo que obtienen por su trabajo, completan lo necesario, para la alimentación del día a día de sus familias en los campamentos. En el caso de Seraphine, su objetivo es “llegar a ser una diseñadora famosa”.
También Beatrice Emanuel, Supervisora de Empoderamiento de la Mujer del Comité Internacional de Rescate (IRC), asociado a la implementación de ONU Mujeres en el Centro de Mujeres de Mtendeli, opina: “Se observa un cambio palpable en la actitud y la seguridad con que se mueven las mujeres después de haber pasado un tiempo en el centro. No es sólo un espacio para que las mujeres aprendan nuevas habilidades que les permitan ganarse la vida, también las alivia de sus tareas domésticas diarias “.
Beatrice Emanuel actúa como Supervisora ??de Empoderamiento de la Mujer del Comité Internacional de Rescate (IRC), entidad asociada a la implementación de ONU Mujeres en el Centro de Mujeres de Mtendeli. Foto: ONU Mujeres / Deepika Nath
Estos tres centros, que fueron terminados de construir a finales de 2016, disponen de grandes espacios; patios, galerías, y ofrecen un espacio suficiente para las clases de confección de ropa, cestería, lectura y escritura para adultos, y cerámica. También se ha conseguido, que, en cada uno de los centros se hayan construidos, consultorios, donde las mujeres refugiadas, pueden asistir privadamente, en busca de orientación, sobre cuestiones de planificación familiar o violencia de género.
En estos campamentos, hay mujeres refugiadas que realizan trabajos prácticamente artesanos. A unos 167 kilómetros de Mtendeli, en el campamento para refugiados de Nduta, Miñana Korotirida, de 57 años, teje una cesta junto a un grupo de mujeres, Miñana trenza diseños complejos con haces de hierba seca y tiras de plástico. El tiempo de realización de una cesta grande es de una semana, y su precio es de 8 dólares.
Miñana Korotirida y otras refugiadas confeccionan ropa en el campamento para refugiados de Nduta.
Fotografía: ONU Mujeres / Deepika
Miñana huyó de su pueblo natal de Ruyigi, en Burundi, a finales de 2015, con sus tres hijas e hijos y un nieto, los rebeldes robaron su tierra amenazándola con violencia, si no se iba. Estaba sola con toda su familia, ya que había perdido a su marido durante el conflicto étnico de 1993, y no tuvo más remedio que irse. Miñana Korotirida señala “Ojalá pudiéramos vender nuestros productos a clientela de fuera de los campamentos”, y afirma: “Ganaríamos casi el doble que ahora”.
Para muchas mujeres que viven en los campamentos, estos centros, han representado el inicio de una nueva vida, una vida con dignidad. “A pesar de que las dificultades son muchas, no hay motivos para volver a Burundi” sostiene Miñana Korotirida. “He conocido a muchas mujeres que han sufrido como jo..Aquí muchas, hemos encontrado una nueva forma de vida. Ahora esta es nuestra familia.
Las desigualdades de género se acentúan en estos tiempos de crisis .. Estos centros de mujeres realizan un programa de 16 semanas de duración, en el que se trabaja conjuntamente con los hombres residentes, para erradicar los estereotipos de género y hacer prevención.
Un hombre, Mtokambali Mzalendo, de 36 años, es uno de los facilitadores principales del programa de 16 semanas en el campamento de Nyarugusu. Mtokambali, huyó de la República Democrática del Congo en 1999, y vive en este campamento desde hace 18 años, y trabaja con los hombres residentes intentando erradicar las malas prácticas en este campamento. Al principio del programa, los hombres se mostraban reacios a modificar sus hábitos, “Es muy difícil convencer a los hombres que ayuden a sus mujeres, madres y hermanas en las tareas del hogar”, asegura. “Dicen que es trabajo de mujeres y que los hombres no necesitan colaborar porque son el sostén económico de la familia. Yo intento convencerles de que las mujeres también necesitan ayuda con la crianza de las niñas y los niños, y que ellas a Además pueden salir y ganarse la vida “. “Mi mujer es empresaria y trabaja fuera de casa todo el día”, explica Mtokambali. “Yo me encargo de la casa y de los niños cuando ella no está, y también tenemos organizadas las tareas domesticas cuando estamos juntos. Intentamos poner en practica la igualdad”.
Mtokambali Mzalendo es uno de los facilitadores principales del programa de 16 semanas de duración que trabaja con los hombres residentes en los campamentos para erradicar los estereotipos de género y prevenir las prácticas culturales nocivas en el campamento de Nyarugusu. Foto: ONU Mujeres / Deepika Nath
Font: ONU Dones