Con tanto debate sobre legalizar o no la prostitución, nos estamos olvidando de la grave violación de los derechos humanos de las víctimas de las redes mafiosas que, aprovechando situaciones de miseria y exclusión social, secuestran, engañan y venden a mujeres y a menores cómo si se tratara de mercancía.”Trozos de carne”, en el lenguaje de los mafiosos.
Estos peligrosos delincuentes existen gracias a la cultura patriarcal que cosifica las mujeres y obtienen sus grandes beneficios explotándolas sexualmente en matrimonios forzados, pornografía o -en el mayor porcentaje- prostitución. La esclavitud del siglo XXI que además de consentirse, se nos quiere vender como el máximo exponente del lujo.
La explotación sexual es la forma más cruel de la violencia machista. Un grave problema a nivel mundial que atenta contra los derechos humanos de millones de personas , en su mayoría mujeres y niñas, que son ingresadas en el mercado del sexo en condiciones de esclavitud, con jornadas interminables, sometidas a todo tipos de violencias y, en muchos casos, obligadas a tomar hormonas para explotar al máximo su rendimiento.
Recordamos -aprovechando este 23 de septiembre, Día Internacional contra la explotación sexual y la trata de personas- que son más de dos millones las mujeres y menores víctimas del tráfico para su explotación sexual. Que no tienen voz, no pueden hablar porque ellas y sus familias están amenazadas. Porque no conocen el idioma y están indocumentadas, vigiladas constantemente, aisladas, drogadas, con estrés puesto traumático. Porque piensan que, por su situación irregular, son delincuentes. Porque han reducido su capacidad de reacción a base de palizas, violaciones, hambre, sed, drogas, miseria…
La prostitución es un negocio próspero para las mafias y proxenetas, el segundo a nivel mundial después del tráfico de armas. La explotación sexual es una esclavitud que persiste porque hay prostituidores: los que venden y los que compran mujeres y menores cómo si fueran mercancía. Preguntémonos donde van a parar los siete billones de dólares de ganancias anuales de la prostitución y a quien enriquece. Pensamos en esos dos millones de mujeres y menores que anualmente son desplazadas y explotadas sexualmente, personas sin voz que si pudieron hacerse escuchar pedirían salir de ese infierno y volver a la vida que alguien los arrebato.